El Evangelio, ‘Castillo fuerte’ en el Auditori, ‘Amazing Grace’ en Las Ramblas

La Reforma entona su mensaje del Evangelio en Cataluña y Madrid en versión musical de la Orquesta María de Bohórquez y el Coro del Lancaster College.

BARCELONA · 28 DE OCTUBRE DE 2017 · 09:00

La orquetsa y el coro en el Auditori de Barcelona / Foto: V Centenario,Concierto #500reforma, Auditoria Barcelona
La orquetsa y el coro en el Auditori de Barcelona / Foto: V Centenario

—¡Tantos años deseando ver una labor hecha con esta excelencia, tantos años deseando ver una realización así, y al fin la hemos contemplado! ¡Era posible!

Con estas palabras se despedía de mí el tenor Lluc Bosque al terminar el último concierto de la Orquesta Sinfónica María de Bohórquez y el Coro Universitario del Bible College de Lancaster (Pennsilvania) en su reciente gira.

Estos diez días han marcado un antes y un después; los músicos y miembros del coro han presentado con altura profesional en Barcelona, Castelldefels, Madrid y Terrassa una muestra de la música que los protestantes han ofrecido a la cultura universal.

La excelencia pocas veces se construye desde la improvisación. Desde hace cuatro años Carla Suárez, como directora artística, y Eva Sierra, como directora técnica, han estado diseñando un esquema de concierto especial: no se trataba de juntar aquello que suena bonito y popular, sino de construir con la música un discurso coherente que transmitiese un bien desarrollado mensaje.

No se trataba, así, de hacer una cosita de Bach y otra de Mendelssohn, sino de elaborar un programa alrededor de una obra, “Castillo fuerte”, que, desde Lutero, ha sido referente de resistencia y reafirmación a las sucesivas generaciones de protestantes. En el mismo discurso había que mostrar que otras composiciones más recientes, bien conocidas por el público general, aportan algo más que una música bonita: traen un mensaje profundo en el que creemos.

–Lo más importante es que estos chicos creen en lo que cantan–, le comenté a un clérigo de la iglesia de Sta. María del Mar que se quedó pasmado al escuchar una improvisada y espontánea interpretación de nuestro coro en visita turística a aquella iglesia. Me respondió:

–Se nota que les sale del corazón; pero además le diré que por aquí han pasado muchos coros profesionales muy buenos, pero este es de lo más excelente que he escuchado nunca.

El proyecto parecía tan atractivo como imposible. ¿Se podrían conseguir músicos profesionales para toda una orquesta sinfónica? ¿Y un coro con la calidad adecuada? ¿Y un director que se comprometiese con una empresa así?

Carla conocía a Robert Bigley y estaba segura de que este director con experiencia internacional le escucharía. Cogió su maleta y se plantó en Pennsilvania; en la Universidad del Bible College de Lancaster le presentó su proyecto a él, al deán y resto de la dirección y a los estudiantes. La respuesta fue entusiasta; desde entonces han estado buscando recursos o haciendo trabajos extra para financiar su propio desplazamiento; la universidad aportó un apoyo generoso.

Y cuando hace poco se produjeron los atentados de las Ramblas y los acontecimientos políticos y Carla intentó darles seguridades, la respuesta del director Bigley fue:

–Los chicos me han dicho: Sabemos que allí hay sufrimiento y conflicto, y por eso mismo en esa situación es necesario llevar el mensaje sanador del Evangelio.

No sólo no se borró ninguno, sino que se añadieron diez más.

Había que encontrar músicos de nivel profesional para una orquesta suficientemente grande como para interpretar las obras del programa; tras muchos meses de trabajo la directora artística consiguió reunirlos. La mayoría eran evangélicos y tuvimos también la generosa contribución de profesionales de la Iglesia Adventista. Algunos músicos profesionales más fueron incorporados y todos se integraron con un espíritu abierto. Muchos de los participantes renunciaron a actuaciones importantes para estar en la gira.

Logo del V Centenario de la Reforma

Faltaba ahora encontrar organizaciones que creyesen en el proyecto. El Consell Evangèlic de Catalunya, los GBU y la Alianza se comprometieron con convicción con él y el equipo de Guillem Correa, Daniel Giralt-Miracle, Francisco Mira, Jaume Llenas y Carla Suárez nos ha traído hasta aquí superando todo tipo de montañas y valles con seny y con coraje imbatible. Además, la FEREDE se comprometió a organizar el concierto en Madrid y Manuel García Lafuente se lo echó a la espalda. La iglesia Bautista de Castelldefels nos acogió con todo cariño y preparó un ensayo abierto al público. La Església Unida de Terrassa se ocupó del último concierto y sus familias recibieron a los intérpretes en sus casas; es un modelo de acogimiento que se debe recuperar.

Puedo ahora decirles que el proyecto ha sufrido todo tipo de embates y en varias ocasiones lo razonable sería haber abandonado. En un momento sumamente crítico Jaume recordó:

–Si en el ghetto de Varsovia se tocaba música, nosotros, por estas dificultades, no vamos a dejar de llevar adelante este concierto.

En aquella misma reunión Carla, profundamente afectada, les dijo al equipo:

–Vengo de participar en el ensayo de una obra de Mahler, “Resurrección”, y esa obra me ha transmitido dos convicciones: Dios nos acerca a Él a través del sufrimiento, y es Su voluntad que, después de vernos aquí abajo, volveremos a sacar la cabeza arriba”.

–Estos conciertos van a ser usados con poder por el Señor–, me decía Eva cada vez que un músico avisaba que no podía participar o una subvención ya comprometida era suspendida. Y todos tuvimos la convicción de que el Señor quería los conciertos; la sensación era sorprendente: en medio de algunas situaciones de auténtico vértigo que generarían desesperanza e inseguridad, sentíamos la paz de la convicción de que Dios abriría una salida. Así fue.

Al ir llegando el coro y los músicos de tantos sitios diferentes uno se preguntaba cómo iban a conjuntarse en tan pocos días de ensayo; todos habían estado preparando las partituras por meses, pero ahora había que crear un conjunto, y aquí vimos al director Robert Bigley construir un grupo; lo hizo con tanta profesionalidad como calidez humana, con tanta autoridad como cercanía. La progresión fue espectacular y al tercer día aquello parecía un coro y una orquesta con años de rodaje juntos.

Echaron horas y horas de trabajo, pero de vez en cuando Eva los sacaba a la playa de la Barceloneta, a Montjuich, a las Ramblas, o después al Escorial. El idioma nunca fue una barrera y uno de los secretos de su rápida integración fue que se lo pasaron bien juntos: juntos trabajaron, pasearon, comieron, rieron, oraron, se emocionaron. En efecto, los músicos tienen una jerga iniciática común ininteligible, pero además compartían el lenguaje profundo de la fe.

Cuando llegó el 15 de octubre el ensayo abierto al público de Castelldefels parecía el principio, pero era el final de años de trabajo. Al escuchar las primeras notas tuve la convicción de que, por la gracia de Dios y por la entrega y la profesionalidad de aquellos artistas, la música y el mensaje de la Reforma iban a fluir con excelencia y alcanzarían el corazón de muchos. Así fue. En Castelldefels fue la primera vez que en un ensayo abierto vi al público, en pie, pedir un “bis”.

El Auditori de Barcelona, con más de 2.000 localidades, era todo un reto. Fuimos conquistados por el “Castillo fuerte”, en sucesivas versiones; el concierto se inició con una sorprendente interpretación renacentista –¡incluyendo una breve danza de soprano y barítono!– y continuó con una dificilísima cantata de Bach que fue desarrollada con excelencia. Ya en la segunda parte la 5ª de Mendelssohn nos conmovió hasta la médula; la había escuchado en varias versiones, pero los matices que introdujo el director Bigley trajeron un nuevo mensaje poderoso; muchos ojos se humedecieron y el corazón se nos llenó a todos de poderoso orgullo con los últimos compases, que tan espectacularmente repiten el leit motiv del himno. La Reforma acababa de tener un reconocimiento a la altura de lo que se merece.

Los conciertos que siguieron en Madrid y en Terrassa fueron igualmente espectaculares, pero ya no queda espacio para describirlos. Sólo les haré una confidencia: mientras iban en el autobús para la sala de conciertos de Terrassa, el coro entero se puso a aprender una parte del “Total Praise” en catalán, en traducción de Lluc, y el barítono, Matthew Crawford, americano afincado en Madrid, se mostró plenamente dispuesto a cantar un aria también en catalán; se ganaron definitivamente el corazón del público.

Una gira de conciertos así sólo se puede conseguir con trabajo sistemático y con corazón. Han sido cuatro años de preparación, trabajo personal de cada participante, disciplina, espíritu de comunión, oración unos por otros en los ensayos y durante las actuaciones, ganas de pasárselo bien juntos… Patricia, la soprano, es uno de los numerosos ejemplos de lo que digo; a Eva le confesó que cuando estaba cantando estaba orando con su voz. Es la mejor definición de lo que ha pasado en estos días; recordé la frase de Lutero: “Cuando cantas, oras dos veces”.

 

recordando el atentado en Las Ramblas

El día 17 Eva se llevó a los miembros del coro y a parte de la orquesta a conocer el Barri Gotic y las Ramblas. Al llegar aquí, Carla les mostró el recorrido del terrorista islámico y fueron bajando impresionados hasta la estrella del fondo; allí Carla les invitó a que se dispusiesen en grupos y orasen; se abrazaron así y oraron en sus diferentes idiomas. Y en un momento el director Bigley les convocó a dejar allí su mensaje con sus voces, y cantaron canciones como “Amazing Grace” o “Total Praise”; jamás podré volver a escuchar esta última sin recordar aquel momento único. Muchos salieron a los balcones, impactados; los que paseaban se pararon y se produjo un silencio impresionante. Al volvernos les dije:

–La historia se mueve por grandes acontecimientos y grandes movilizaciones, pero a veces la mueven definitivamente actos que pasan desapercibidos, que pocos conocen en ese momento, como la oración de Nehemías o la clavada de las tesis de Lutero. La historia de este país se está escribiendo en estos días; vuestras oraciones y vuestras canciones en las Ramblas no saldrán mañana en los periódicos, pero os aseguro –y no me preguntéis cómo será– que han cambiado la historia de este país.

Cuando terminaron los aplausos en el último concierto, en Terrassa, los miembros de la orquesta y el coro se quedaron en el escenario y tuvieron un momento de despedida; hubo bromas, oraciones, una canción, abrazos y lágrimas. Que Dios les multiplique la bendición que nos han traído.

Los que no hayan podido asistir, dispondrán pronto de un DVD o CD con la grabación del concierto de Barcelona[1]. A los músicos les he escuchado pedir que se dé continuidad a este proyecto, que se comprometerán plenamente con él. No es fácil, pero si el Señor lo decide, se hará; y si el pueblo evangélico, juntando esfuerzos concertadamente, quiere tenerlo, lo tendrá.

 

[1] consultar en www.reformaquintocentenario.com

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