“No soy monedita de oro…”

La regla de oro es una invitación a la libertad radical de no darles control de mis acciones y mis sentimientos a otros.

22 DE OCTUBRE DE 2017 · 08:15

,

Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos … (Mateo 7:12)

El dicho que sirve de título lo utilizamos para explicar el porqué de problemas interpersonales. Al fin y al cabo no soy monedita de oro así que no les puedo dar gusto a todos. Siendo que no me puedo congeniar con todos, entonces no necesito hacer cambios en mi manera de ser para llevarme mejor con otros. En última instancia el problema fundamental está con “ellos”.

El dicho de Jesús en Mateo 7:12, llamado la regla de oro, me invita a ver la cosa desde otra perspectiva. Es verdad que no les podemos dar gusto a todos. Sin embargo, Jesús me invita a tratar aun a los más difíciles como yo querría ser tratado. La medida que debo utilizar no es el trato que recibo, sino el trato que deseo. Y la implicación clara es que debo seguir tratando bien al otro aunque nunca vea un cambio en su trato hacia mí.

La realidad es que muchas veces vivo conforme al dicho de la monedita de oro y no conforme a la regla de oro. Hay ciertas personas que sencillamente me cuesta tratarlas, así que opto por evitarlas. Y cuando tengo que tratarlas lo hago en la forma más rápida y formal posible. Confieso que en ocasiones hasta quisiera que ese fuera el trato que tuvieran conmigo, corto y formal.

Por otro lado, tengo muchas escusas para no aplicar la regla de oro con algunas personas. Hay personas que se aprovechan de mi cortesía y buena voluntad. También hay otros que tienen personalidades ásperas, personas que siempre responden en formas cortantes o que claramente están buscando hacerme mal.

Sin embargo, el Señor nos está llamando a vivir como discípulos suyos, a ser personas que no nos dejamos definir por las acciones del otro o la otra, sino que vivimos conforme al camino de Jesús. La regla de oro es una invitación a la libertad radical de no darles control de mis acciones y mis sentimientos a otros, sino permitir que el Espíritu Santo guíe mi vida y me haga más como Cristo.

La regla de oro no se debe ver como una forma de manipulación, sino como una invitación. Yo no voy a hacer lo bueno para que tú te sientas culpable y me trates bien, ni voy a parar si tú nunca me tratas bien. Te trato como quisiera ser tratado porque soy seguidor de Cristo Jesús y deseo invitarte a vivir de la misma manera, libre de los controles y manipulaciones emocionales, sicológicas y físicas de otros.

Así que pido que el Espíritu Santo me de el poder para vivir la regla de oro. Entonces podré ser monedita de oro, pero del oro del reino que puede bendecir a otros eternamente. Y si en el proceso algunos también me bendicen a mí, lo disfrutaré dando gracias a Dios.

(Publicado anteriormente)

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Caminando con el pueblo - “No soy monedita de oro…”