Leer

Leer es al espíritu lo que es la comida al cuerpo.

30 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 15:43

,

Para ilustrar la forma en que la lectura alimenta el alma y fortalece el espíritu, un predicador puso el siguiente ejemplo: “Mi esposa me preguntó si me acordaba qué había comido en el almuerzo del domingo pasado. No me acordé. Y qué había comido en el almuerzo de ayer. Tampoco me acordé. Y si a las seis de la tarde me hubiese preguntado en qué había consistido el almuerzo de hoy, lo más probable es que tampoco me habría acordado. Pero, el que no me acordara no significaba que no haya disfrutado el almuerzo del domingo pasado, de ayer y de hoy; es más, no solo los disfruté sino que esa comida alimentó mi cuerpo y renovó mis fuerzas”.

Leer es al espíritu lo que es la comida al cuerpo. La lectura nutre, renueva las fuerzas de la mente y del espíritu, amplía el campo de visión, nos abre al mundo, conocemos otras gentes. Leer es como comer. No sentimos cómo se robustece nuestro sistema muscular; cómo se nutre nuestro sistema sanguíneo; cómo se renuevan las células y los glóbulos. Pero ocurre. No importa que no nos acordemos lo que comimos ayer; lo importante es que ayer nos alimentamos, y alimentamos nuestro cuerpo. 

Con la lectura ocurre lo mismo. Un buen libro es como una sabrosa cazuela de ave. Un cuento es como enfrentarse a un jugoso bistec a lo pobre.

Hoy leí acerca de Jennifer Teege, la nieta mulata  de un antiguo jerarca nazi que se ha hecho conocida con un libro que ya está traducido al español y que lleva este sugerente título: Mi abuelo me habría pegado un tiro. Su madre, hija de un comandante nazi del campo de concentración de Plaszow, en Cracovia, tuvo un encuentro amoroso fugaz con un joven nigeriano, de cuya relación nació Jennifer.

Leer de Jennifer me llevó a recordar La lista de Schindler de Steven Spielberg y un pasaje trágico de la Segunda Guerra.

La lectura abre al que lee caminos insospechados de emoción, cultura, buen humor, sabiduría. Y fortalece los músculos del alma sin que el que lee se percate del proceso. Hacer de la lectura un hábito reditúa.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El escribidor - Leer