Reflexionando sobre el valor de la tolerancia

Ahora, cuando hablar de utopías está pasado de moda, abogo por creer en ellas aunque cueste alcanzarlas.

01 DE OCTUBRE DE 2017 · 10:00

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Seguimos conmocionados por los últimos acontecimientos ocurridos en el mundo, como consecuencia de la intolerancia y la sinrazón. Un atentado contra los Derechos Humanos. Y meditando sobre la libertad y la falta de ella, pensé que hasta Dios nos deja libres para elegir entre la luz y la oscuridad a pesar de su amor.

Me preguntaba cómo el ser humano podría amar de tal manera que estuviera dispuesto a dejar atrás su egoísmo, su individualidad, crueldad, frialdad... Solo no puede, ya lo sabemos y lo hemos podido constatar a lo largo de los días.

Para dejar estos lastres necesitamos ser transformados, ablandar el corazón hasta que se derrita de amor por todo lo creado. Por toda esa maravilla que está a su disposición para usufructuarla y administrarla. Amar la tierra que lo acoge, el sol que le da calor y luz, las flores que se engalanan para enternecer su mirada...  Los brazos que lo encariñan y le dicen que no está solo. Que ame todo lo que hace, que se apasione por ello. Que crea que una plaza, un parque, el colegio donde estudian sus hijos son suyos. Que la estación donde recibe y despide, el hospital donde curan sus heridas, el reloj de la plaza que es testigo de sus encuentros, el río que hace fértil la tierra, fueron hechos para su bienestar  porque así les mostrará su gratitud.

Realmente es toda una proeza dejar ver al otro que esa tierra, esos edificios, esas flores, esa plaza, son suyas también, inculcarles el amor, darles permiso para amarlas y cuidarlas libremente.

Es toda una responsabilidad inculcar que si no ama todo lo creado dejará paso a la violencia, a la conculcación de los derechos humanos, a la guerra, a la envidia. Dará vía libre al tráfico de personas  que, según un informe de la OIT de 2005 eran unos 2,4 millones. Permitirá el trabajo infantil: el Estado Mundial de la Infancia de 2014 (UNICEF) dice que de los 2.200 millones de niños y adolescentes que hay en el mundo, 15% realizan trabajos que atentan contra sus derechos y dificultan su desarrollo integral. Que 400.000 mujeres se prostituyan en España generando unas ganancias muy elevadas. Que seamos el segundo país europeo con el mayor índice de pobreza infantil.

Permitirá que más mujeres mueran asesinadas (51 en el 2014, por señalar algún año).

En el año 2012 murieron en el mundo 6,6 millones de niños menores de 5 años por enfermedades prevenibles (Informe ONU). Si nos apasionáramos por ellos, salvarlos ya no sería una utopía.

Ahora, cuando hablar de utopías está pasado de moda, abogo por creer en ellas aunque cueste alcanzarlas. Como un niño confiaré que tenemos Esperanza.

Acabamos de hablar de concordia, de comunión; de desear la paz a todo el mundo, en estas últimas navidades. Espero que el amor, la tolerancia, la solidaridad, no hayan quedado encerrados en una caja de regalo para la próxima Navidad. Porque los extremismos nos demuestran que son nefastos para la vida en sociedad, sean de índole política, religiosa o deportiva.

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