“He perdonado a los terroristas”

Rebeca, de fe cristiana, fue secuestrada durante dos años por Boko Haram. Sufrió violaciones y tuvo que ver el asesinato de uno de sus pequeños, pero en medio del terror, se mantuvo firme en su fe.

Redacción PD

El País, Aciprensa · MADRID · 20 DE SEPTIEMBRE DE 2017 · 17:09

Rebeca, en la presentación organizada en Madrid por la entidad Ayuda a la Iglesia Necesitada.,
Rebeca, en la presentación organizada en Madrid por la entidad Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Esta semana ha estado en España Rebeca, una mujer nigeriana de 24 que fue secuestrada por Boko Haram y sufrió durante dos años bajo el régimen del grupo terrorista islámico.

Su historia es como la de tantas miles de mujeres y adolescentes que han sido secuestradas por la milicia que ha sembrado el terror en el norte de Nigeria y otros países fronterizos en los últimos años. 

 

SECUESTRO

Rebeca cuenta que huyó de su casa en Baga en el norte del país cuando llegaron los terroristas. Salió junto a su marido Bitrus y sus dos hijos (Zacarías de tres años y Jonatán de uno). Entonces, estaba embarazada de su tercer niño. Corrían juntos en su huida, pero ella no podían seguir el ritmo. El matrimonio decidió que se tenían que separar porque Boko Haram asesina a los hombres y a las mujeres las secuestra. Bitrus salió en estampida y Rebeca fue alcanzada por los terroristas junto a sus hijos.

La llevaron junto al resto de mujeres cristianas de Maiduguri a un campo de entrenamiento. Allí tenían que trabajar de sol a sol y se convertían en esclavas sexuales de los terroristas.

Rebeca se negó radicalmente a entregar su cuerpo y a renegar de su Señor Jesucristo. Esto le costó que le rompieran las muelas por las palizas a las que fue sometida. Así un mes, dos, tres… un año y hasta dos años que duró su secuestro. Perdió al hijo que esperaba.

 

PRESIÓN PSICOLÓGICA Y VIOLENCIA

La presión física y psicológica a la que la sometieron los terroristas fue enorme. Le obligaban a renegar de Jesús y a recitar el Corán cinco veces al día. Cada vez que se inclinaba de rodillas hacia La Meca, ella en oraba en su interior: “En el nombre de Jesús”; “Te quiero, Señor Jesús”.

Los hombres de Boko Haram le obligaban a tener relaciones y como se resistía con todas sus fuerzas, le arrebataron a su hijo menor,  Jonatán, y lo lanzaron al lago Chad donde murió ahogado. Rota de dolor, se veía viuda, con el vacío de haber perdido un hijo y con la noticia del asesinato del mayor. Sin embargo, su fe la mantuvo insobornable e inquebrantable.

Finalmente, Rebeca fue violada y se quedó embarazada de un terrorista. Y dio a luz sola al hijo de un miliciano de Boko Haram.

 

RESTAURACIÓN

Aunque resistía a ese infierno, ella quería huir y un día vio la posibilidad de escapar. Salió corriendo con su hijo y el recién nacido. Estuvo semanas perdida, desorientada y sin comida. Finalmente logró llegar al pueblo y se reencontró con su marido.

Gracias a su comunidad y a la iglesia local, el matrimonio ha podido hacer un camino y volver a unirse. Su marido, Bitrus ha logrado aceptar al hijo que nació de la violación de Rebeca. Ahora viven en un pobre campo de desplazados en Maiduguri junto a otras 25 familias.

“He perdonado a los terroristas”, ha asegurado tras participar en la presentación de la campaña ‘Libres ante el terror’ de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), para apoyar a las víctimas de Boko Haram en el norte de Nigeria.

La violencia atroz ha sido la seña de identidad en los últimos ocho años de la secta islamista Boko Haram nacida en 2002 en el noreste de Nigeria de la mano del religioso Mohamed Yusuf. Su objetivo: la instauración de un califato en ese pedazo de tierra de la Nigeria más empobrecida. El resultado: una larga campaña de asaltos, secuestros y atentados en torno a los Estados de Borno, Adamawa y Yobe que ha acabado con la vida de entre 20.000 y 30.000 personas y obligado a huir de sus hogares a más de dos millones.

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