Pray4Barcelona

Sentimos los pasos de las decenas de víctimas de la furgoneta asesina como si fueran los nuestros, porque por allí hemos pasado y pisado.

Redacción PD

17 DE AGOSTO DE 2017 · 20:00

,Barcelona skyline

Estamos en silencio, mirando las imágenes sin nombre del atentado masivo realizado esta tarde en Barcelona.

Es cierto que se producen actos de violencia, incluso de terrorismo, en muchos lugares del planeta sin que siempre exista un adecuado eco en los medios y en las redes sociales.

Es más, así lo hemos denunciado cuando todos los mass media se inundaron de los atentados en Francia mientras se silenciaba lo que ocurría (en una dimensión mucho mayor) en Nigeria.

Pero permítannos que en esta ocasión de una forma especial en primer lugar nos dolamos, hagamos duelo, ante lo ocurrido en Barcelona. Esta publicación, y la Alianza Evangélica Española (con sede en esa ciudad) mantenemos estrechos lazos con Cataluña en general y Barcelona en particular.

Sentimos los pasos de las decenas de víctimas de la furgoneta asesina como si fueran los nuestros, porque por allí hemos pasado y pisado quienes componemos la redacción de este medio. Y nuestros amigos, y nuestros hermanos en la fe, muchos de quienes escriben y colaboran con nosotros.

Por eso, porque son nuestros próximos, nuestro querido prójimo, permítannos que lloremos lo ocurrido de una forma especial, íntima a pesar de lo público de este Editorial.

Más allá de esto, habrá muchos comunicados, reflexiones, análisis, testimonios de lo ocurrido, del por qué, cómo y quiénes. Pero por encima de todo eso, queremos dejar aquí dos ideas que en medio de la oscuridad del terror brillan más porque tienen luz propia.

La primera, que por encima de las vicisitudes políticas y sociales, Cataluña y los catalanes son muy queridos en España, parte nuestra (de la forma que cada cual quiera entenderlo). No sólo no nos son lejanos, sino que muy al contrario, los sentimos palpitar cerca.

Ya lo sabíamos, pero en estos momentos del dolor de la tragedia es aún más patente, estando seguros que en el futuro habrá ocasiones que servirán para compartir alegrías y ver estos días como una pesadilla lejana.

La segunda idea, como en cada duelo que trae oscuridad, es que toda la realidad presente es un sueño, y despertaremos algún día a la realidad eterna de una forma u otra.

Esa realidad de la que habló Jesús, poco tiempo antes de morir en un atentado terrible en el que Él fue la única víctima inocente, y todos nosotros (presentes de una forma u otra) los terroristas -activos o pasivos- culpables:

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? (Juan 11:25-26).

Por favor, no dejes de responder a esta última pregunta, te la hace el único que ha vencido a la muerte, y que te siente muy cercano, tan cercano como para dar su vida por ti…

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Pray4Barcelona