El sollozo de Dios (Leyendo a los Wickham)

¡Oh desenfrenado mundo, Dios está sollozando! Como siga lagrimeando, puede que nos descargue otro Diluvio.

14 DE FEBRERO DE 2013 · 23:00

,
1) Uno transita por el entorno de todo lo Creado y agradece los milagros memorables, la tierra embarazada, como dispuesta a ofrecer más Vida, a recuperarse del ansia incontenible del hombre que la puebla sin pensar en la infancia de hoy o en quienes llegarán mañana. 2) Algo se regenera tras las desgarraduras, pero cada vez más se aprecia fatiga en la piel y en las entrañas de la Creación : aguas contaminadas, hielos derritiéndose, Amazonía ardiendo… 3) Destrozos aquí y en las antípodas: las fauces del desaforado desarrollo devastan a un ritmo indecible. Negocio y más negocio, dinero fácil, súbito, necesario para comprarse lentejuelas a costa de herir la hegemonía de Dios sobre su perfecto fruto. 4) Preciosos ecosistemas, todavía ajenos al capricho de los indóciles. Los hay, aunque parezca increíble. 5) Sin ley justa y sin prudencia perforan y extraen : también solloza la atmósfera cuando se agujerea su capa de ozono : sollozan ríos y selvas, páramos y regiones polares. 6) ¡Corrige, Señor, a aquellos hijos que dicen seguirte pero malinterpretan Tu palabra! 7) ¿Para qué la acumulación de bienes y riquezas? ¿Acaso se adhieren a la pupila del alma, cuando se emprende el viaje al Reino de allí? 8) El clima está tan cambiado que ya es plural el desarreglo, la desorientación de los pájaros, el torbellino de la deforestación. 9) Un salmo antiquísmo alertando sobre el peligro; un salmo de ahora, a modo de réquiem. 10) Bosques que no sobreviven, suelos desventrados o desérticos… 11) La basura, incluyendo desechos radiactivos, para los empobrecidos. Pero el planeta tiene raíces comunes y las lápidas o pinchazos se verifican en todas partes. 12) Tú sé responsable, no caigas en la tentación del consumo egoísta. 13) ¿No te importa que suba el nivel del mar, que escaseen las lluvias? ¿Pasas de puntillas o blindas tus oídos ante los llamados a tomar conciencia ecológica? 14) Aves, peces, especies vegetales se extinguen sin siquiera haber tenido tiempo de conocerlas. ¡Un adánico asombro se genera cuando nos enseñan una nueva especie descubierta! 15) Presos de la mentira y la corrupción aquellos que patrocinan y/o amparan un desarrollo no sustentable. 16) “¡Llegan los bárbaros!”, parecen gritar, aterrados, los jefes de las pocas tribus que todavía mantienen incólume su hábitat. ¿Creen exagerada esta referencia a los depredadores? : Basta recordar que muchas pueblos originarios tienen una reverencia a la tierra mucho mayor que los propios cristianos, que bien sabemos que todo lo creado pertenece a Dios, que la naturaleza no es nuestra, y menos para amenazar la integridad física del planeta. Atendamos a lo que dijo Seattle, jefe piel roja, al entonces presidente F. Pierce, quien pretendía comprarle una extensión de tierras: “¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas ¿cómo podrán ustedes comprarlos...? Somos parte de la tierra y asimismo, ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; éstos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia”. 17) ¡Oh desenfrenado mundo, Dios está sollozando! Como siga lagrimeando, puede que nos descargue otro Diluvio. REMATE O COLOFÓN Esta ristra de adagios brotaron después de leer el libro Ecología y cambio climático, escrito al alimón por dos hermanos en la fe que apellidan Wickham: Pablo (padre) y Miguel (hijo). Bajo el patrocinio de la Alianza Evangélica y el Centro Evangélico de Formación Bíblica, es reciente su publicación por Andamio. Recomiendo poner los ojos en los datos y reflexiones que aportan, además de su evidente anclaje bíblico. Ellos son los ‘culpables’ de que haya pergeñado en prosa un clamor que, poéticamente, vengo haciendo desde antaño. Cuando alguna vez se reedite mi libro Madre Selva (Salamanca, 2002), tengan por seguro que el poema “No dejaron…” estará dedicado a ambos. La poesía no siempre se va por las ramas: este poema acopia una historia real que sucedió en mi Amazonía peruana, donde es feroz la deforestación (para pastos y maderas de exportación) y el arrasamiento de los ecosistemas por la minería aurífera ilegal, que además está contaminando, con mercurio metálico, ríos y miles de hectáreas de tierras. NO DEJARON CAZAR A DON LUIS SANIHUE No dejaron cazar a don Luis Sanihue en el territorio que conmemoraba sus latidos. No lo dejaron entrar. No quisieron que buscara comida. De pronto las leyes protegieron al turista y no al nativo; a las petroleras y no al poblador del bosque; al animal y no al hombre cuya etnia por siglos se sirvió de fauna y flora con prudencia. Vienen y van, mostrando vergonzosas licencias, aquellos saqueadores de especies y pócimas ancestrales; pero el guardabosque comunicó a Sanihue que ya no tenía ningún derecho a mitayar sobre el suelo de Tambopata-Candamo. El mundo está al revés, se dijo. Colgó arco y flechas y se dejó morir de hambre.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El sol de los ciegos - El sollozo de Dios (Leyendo a los Wickham)