Las medallas de Fátima y la conversión de Rusia

Los años han pasado y las profecías de las apariciones de la supuesta Virgen no se han cumplido.

12 DE JULIO DE 2017 · 09:00

Devoción a la Imagen Peregrina de la Virgen de Fátima /  Iglesia en Valladolid (flickr - CC BY-SA 2.0) ,
Devoción a la Imagen Peregrina de la Virgen de Fátima / Iglesia en Valladolid (flickr - CC BY-SA 2.0)

Señor Director (con D mayúscula) de Protestante Digital:

Como puede usted apreciar, estoy embalado hacia Fátima. En mis artículos anteriores he tratado nueve asuntos en relación con las supuestas apariciones. Aquí escribo sobre dos más.

Las medallas.
Asombra el impresionante número de medallas supuestamente milagrosas que han sido acuñadas y vendidas reproduciendo imágenes de supuestas vírgenes.

Unas estadísticas afirman que dos millones de peregrinos visitan anualmente Fátima. Cada uno de ellos, por término medio, compra de ocho a diez medallas, que llevan a familiares y amigos como recuerdo. Este negocio tiene gran auge en Fátima. Más de ochenta tiendas están dedicadas allí a la venta de medallas benditas. Estos comerciantes, como ocurre en todos los centros de peregrinación, han de pagar a la Iglesia católica una renta anual de bastante consideración. Pero el negocio da para ello. Una de las tiendas pertenece a Gilberto Santos, carnicero retirado, a quien la Iglesia católica pone como principal testigo en el supuesto prodigio solar ocurrido en Fátima.

El uso oficial de las medallas en la Iglesia católica es más moderno que el de las imágenes. Así como las imágenes fueron oficialmente autorizadas en el siglo VIII, las medallas no hicieron su aparición hasta el siglo XVI.

El historiador católico José Barreiro dice que Pío V, que gobernaba la Iglesia católica de 1566 a 1572, fue el introductor de las medallas en el catolicismo. En la primera parte del siglo XIX otro papa, Pío VII, ordenó acuñar una gran cantidad de medallas para conmemorar la restauración de los estados pontificios (1).

Tengo en mi biblioteca un libro que fue escrito en el siglo XVI por el fraile Tomás Carrasco. Fue fraile en Burgos y estudiante de Artes en el convento de San Agustín, en la misma ciudad. Comentando el texto de Lucas en Hechos 19:23-28 y ante el alarido de la multitud en Éfeso, “¡Grande es Diana de los Efesios!”, el referido fraile dice en su libro “Carrascón”, en el castellano de la época: “Si el apóstol fuera papista, fácilmente ganara la voluntad a Demetrio y a sus compañeros. Aunque vinieran contra él armados de acero, los volviera, y se volvieran más blandos que al sol la cera; y aun de enemigos y perseguidores los hiciera sus íntimos amigos y grandes defensores. Ca pudiera decirles: “Señores, mucho os engañáis si pensáis que esta ley que yo predico, os ha de impedir la ganancia de vuestro oficio, porque antes por el contrario, os la traerá mucho mayor y más cierta: pues por una Diosa que os quitaremos os daremos un millón de Dioses y Diosas, Santos y Santas. Y son tantas las imágenes, cruzes, custodias, relicarios, cálizes, patenas, vinajeras, candeleros, lámparas, despaviladeras y otras cosas tocantes a vuestra arte, necesarias en nuestras Iglesias, que os encomendaremos nosotros más obra en un día que los vuestros en un año. Desengañaos, ca no ha habido, hay, ni habrá jamás religión tan provechosa y conveniente a los de vuestro oficio, como la nuestra. Porque nuestros templos han de estar llenos de ídolos y de las otras cosas que agora dije; y no tenemos por buen cristiano al que no trae un relicario en el seno, y no tiene cruzes e imágenes en casa. De suerte: que más obra hallareis entre cien Papanos, que entre mil Paganos” (2).

La conversión de Rusia.
Fue en el curso de la tercera aparición a los niños de Fátima. La supuesta Virgen dijo a Lucía: “Yo pediré la consagración de Rusia a mi Inmaculado corazón… Si mis deseos son atendidos, Rusia se convertirá y habrá paz. Si no, ella propagará sus errores por el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia (3).

Este mensaje vino en el momento oportuno. Lucía dice que la Virgen pronunció esas palabras el 13 de Julio de 1917. Por aquella misma fecha, Trotsky, convertido en Ministro de Justicia por el Gobierno Bolchevique, transformaba la catedral de San Basilio, de Moscú, en un garaje para los automóviles militares y la Iglesia católica sufría las persecuciones de la revolución rusa. En ese ambiente de oposición al catolicismo, la supuesta Virgen dicen se aparece en Fátima y profetiza a Lucía la conversión de Rusia, que desde la revolución de 1905 andaba bastante apartada del Vaticano. “El Padre Santo –añadió la aparición- me consagrará Rusia y se concederá al mundo un período de paz” (4).

Los años han pasado y las profecías de la supuesta Virgen no se han cumplido. Ni Benedicto XV, reinante en la época de las apariciones, ni su sucesor, Pío XI, hicieron mucho caso de la profecía. Pero Pío XII, el Papa de la Virgen, como algunos le llamaban, el que presidió en 1935, cuando aún no era Papa, las “fiestas jubilares de la redención en Lourdes” y proclamó, ya Papa, el Dogma de la Asunción de María el 8 de diciembre de 1950, vio en esa profecía casi olvidada de Fátima un magnífico pretexto para su campaña anticomunista. La profecía se refería a Rusia como nación, no al comunismo como idea política. Pero Pío XII la explotó en este sentido. Radio Vaticano y todas las emisoras y publicaciones católicas empezaron a atacar al comunismo invocando a la Virgen de Fátima. En los Estados Unidos, al olor y amparo   de los dólares, se fundó una gigantesca organización: la llamada “Armada Azul de Nuestra Señora de Fátima”.

Esta organización gastó por aquellos años millones de dólares en programas de televisión, emisiones de radio, libros, folletos y otras publicaciones con la intención de cumplir el supuesto mensaje de Fátima sobre Rusia.

Hoy día, Rusia sigue muy alejada del Vaticano y las esperanzas de conversión son un sueño difícilmente realizable. El Cardenal Tisserant dijo por aquellos días que “la conversión de la U.R.S.S. es necesaria para el cumplimiento del mensaje de Fátima”, pero en su mismo discurso reconoció el purpurado francés “que la doctrina fundamental del Gobierno soviético no ha cambiado. Continúa siendo el materialismo ateo predicado por Carlos Marx, con su corolario implacable de que es necesario destruir a todas las religiones” (5).  Y por la misma fecha, el director de L´Osservatore Romano, sumándose a la nueva política de ataque al comunismo desencadenada en los medios del Vaticano tras la muerte de Juan XXIII, declaró: “Acerca del comunismo, ninguna ilusión es posible. Ninguna transacción” (6).

 

NOTAS
1.    José Barreiro, “Vademecum histórico del Pontificado romano”, páginas 279 y 361.
2.    Este pasaje procede de un libro raro que tengo en mi biblioteca particular. No lleva pie de imprenta ni fecha de publicación. Su título es “Carrascón”, y está escrito en castellano antiguo. Una nota introductoria dice que su autor fe un tal Tomás Carrasco, a quien el poeta italiano Lucio Frezza dedicó unos versos. La nota añade que Tomás Carrasco nació al final del reinado de Felipe II. Fue fraile en Burgos y estudiante en Artes en el convento de San Agustín de aquella ciudad. Me ha llamado la atención una nota en la primera página donde se dice que el libro se imprime “para bien de España”. ¿Será esto cierto? ¿Desaparecerán un día las imágenes de España?
3.    “Las apariciones de Fátima”, página 58.
4.    Paul Blanchard, “The Fátima Spectacle”,  en “Freedom and catholic power in Spain and Portugal”, páginas 238-240.
5.    Agencia France  Presse, 27-8-63 y Agencia Efe, 29-8-63.
6.    Diario Ya, 13-9-63.

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