“Santa María Magdalena”, por María Luisa Luca de Tena y Brunet

María Luisa Luca de Tena y Brunet dedica un largo artículo biográfico a la primera persona que vio a Jesús resucitado: María de Magdala.

07 DE JULIO DE 2017 · 07:20

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La obra en cuatro tomos titulada “Año Cristiano”, publicada por la editorial católica, está dedicada a exponer día por día, desde el 1 de enero al 31 de diciembre, breves semblanzas de los hombres y mujeres que la Iglesia católica ha elevado a los altares de la santidad, cuya fiesta litúrgica se celebre en uno de los días señalados.

Las semblanzas atienden al marco histórico o teológico en que se desarrolló la vida de cada uno de ellos. No es cuestión de discutir aquí un tema que llevaría mucho tiempo y un montón de páginas: lo alejada que está la Iglesia católica de la Biblia en la definición de la santidad.

El santoral católico ha dedicado el 22 de julio a celebrar la festividad de María Magdalena. Con este motivo, la escritora María Luisa Luca de Tena y Brunet dedica un largo artículo biográfico a la primera persona que vio a Jesús resucitado: María de Magdala.

Luca de Tena nació en Madrid en 1922. Murió a los 88 años en la capital de España en mayo del 2010. Pertenecía a una familia de reconocido arraigo literario. Su abuelo Ignacio fue fundador del diario “A.B.C.” y de la revista “BLANCO Y NEGRO”.

Hija del escritor Ignacio Luca de Tena, obtuvo una licenciatura en Filosofía y Letras por la Universidad de Salamanca y se tituló en periodismo en la Escuela Oficial de Barcelona. Estuvo casada con el diplomático peruano Tomás Ossío. Gran viajera por Europa y América, ejerció el periodismo y también escribió teatro.

María Luisa fue una mujer profundamente católica. El Instituto de Misioneros Seculares de Vizcaya le encomendó la dirección de la revista “PAX”. Participó en la fundación de otra importante revista católica, “VIDA NUEVA”.

Por encargo de la editorial católica instalada en Madrid, “BAC”, colaboró con la redacción de varios artículos en la obra “AÑO CRISTIANO”, entre ellos el dedicado a María Magdalena.

Creo que Luca de Tena comete varios errores cuando escribe la breve biografía de Magdalena. Errores que voy a mencionar y me propongo corregir.

Cometer errores puede ser tolerable. Construirlos a propósito, no. Silenciarlos, menos. Cuando los errores engañan a la razón con apariencias falsas estamos obligados a pronunciarnos.

Dice la autora: “a través del texto evangélico hemos seguido este proceso a María la pecadora”.

¿Qué texto evangélico ha seguido? En las dos versiones de la Biblia que haya podido documentarse por ser las más divulgadas en el mundo católico, la Nacar Colunga y la Bover-Cantera, hay ocho Evangelios. En ninguno de ellos se trata a María Magdalena como lo hace ella. Cualquier persona puede comprobarlo.

Tampoco se dice en lugar alguno de los Evangelios que María Magdalena fuera pecadora, insinuando prostituta, como ha creído siempre la tradición católica, plasmada en esa copla andaluza donde se canta en uno de sus estribillos:

Más pecó la Magdalena

y luego la hicieron santa

cuando vieron que era buena.

La imagen que Luca de Tena presenta de María Magdalena insinúa a la mujer prostituta. Una mujer de la calle. Dice:

“María, ávida y hermosa, pasearía por aquellas calles su belleza, aderezada de lino finísimo, de brazaletes y de collares. La admiración de los hombres y el tintineo de sus tobillos anillados, que suscitaban miradas de envidia y de deseo, le distraían la tristeza. Pero las horas de placer se le escapaban de las manos sin remedio, como las cuentas de un collar roto, dejándole insatisfecho el corazón”.

De acuerdo en que en pesares y en gustos la imaginación puede mucho. Pero ¿en qué texto o textos basa la autora ese discurso al parecer prestado de autores románticos?

La respuesta es una: María Luisa Luca de Tena sigue una antigua tradición católica que identifica a María Magdalena con otra mujer que cita el evangelista Lucas en su libro:

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies y los ungía con perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora”. Lucas 7:36-39.

En la interpretación de la autora, María Magdalena:

“supo que estaba en casa de Simón. Entró muy de prisa, apretando fuertemente su frasco de perfume. Hubiera querido pasar desapercibida, pero no fue posible. Casi la echaron para atrás las miradas de escándalo y de desprecio. No importaba. Se lo merecía. Su orgullo se había fundido porque había triunfado el amor.

Le vio y se arrojó a sus pies. Quiso decirle su arrepentimiento, suplicar su perdón. Pero no pudo. Se le ahogaron en lágrimas las palabras. Sólo supo besarlos y llorar, no sabía si de amor o de dolor. Él comprendía.

Derramó sobre sus pies el perfume. Quería darle esta muestra de gratitud; pero… ¡qué poco era aquello! Se soltó en gesto rápido las trenzas. Eran algo muy suyo, algo que ella había cuidado con esmero como a su gala preferida. Justo era emplearlas ahora en enjugarle a Él los pies”.

Prestigiosos biblicistas católicos niegan que la mujer a quien Jesús perdona sus pecados fuera la Magdalena.

La versión católica de la Biblia en ocho tomos comentada por José Salguero, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia de Roma y por Maximiliano García, de la Orden de Predicadores, profesor de Exégesis y Teología Bíblica en la Universidad de Salamanca, dice:

“no hay base para esta identificación. El que de Magdalena haya Cristo echado siete demonios no significa que fuese pecadora, sino que la había curado de siete enfermedades, o, en el peor de los casos, de tipos de posesión diabólica, aunque valorando esto con la apreciación popular de entonces; lo que no indica que fuese pecadora” (tomo V, página 816).

Acudo a otros eruditos en temas bíblicos. Los jesuitas Juan Leal, Severiano del Páramo y José Alonso, traductores y comentaristas de otra versión católica de la Biblia en ocho tomos, cinco del Antiguo Testamento y tres del Nuevo.

Estos eminentes biblicistas de la Compañía de Jesús descartan que la mujer pecadora que aparece en el capítulo 7 de Lucas fuera “ciertamente la hermana de Lázaro y de Marta”, María, la menor de los tres.

Añaden: “probablemente tampoco es Magdalena. La identificación con Magdalena tiene por base la interpretación errónea de la posesión. Lucas presenta a Magdalena después (después de la mujer de Lucas 7) como una persona nueva (Lucas 8:2).

Es posible que Lucas haya callado el nombre de esta pecadora por delicadeza. Hoy la generosidad de los autores distinguen estas tres mujeres”, la que aparece en el capítulo 7 de Lucas, María de Betania y María Magdalena.

Quienes se empeñan en identificar a Magdalena con la llamada pecadora en el capítulo 7 de San Lucas, cometen un error interpretativo tras otro. María Luisa Luca de Tena cae en la misma trampa.

Un acreditado jesuita del siglo XVI, Juan Maldonado, autor de un comentario a los Evangelios en tres tomos, confiesa que “la identificación de esta pecadora anónima ha sido siempre un arduo problema, tal vez insoluble, como demuestra la enorme biblioteca que podría citarse sin esfuerzo. Esto mismo indica que carecen de argumentos convincentes los patrones de las diversas hipótesis” (tomo II, página 497).

En el mismo tomo y página Maldonado aclara: “según algunos, no se dice pecadora sino como pudiera llamarse pecadores a todos los que no se distinguen por ninguna virtud”.

Va bien encaminado el autor extremeño. Porque en el supuesto de haber sido prostituta, ¿qué hacía allí? Un fariseo de prestigio como era Simón, ¿habría invitado a una prostituta a su casa? Si se hubiera colado sin autorización, ¿no la habrían detectado los criados?

Hay más: Luca de Tena presenta a María Magdalena como mujer rica, “aderezada de lino finísimo, de brazalete y de collares”. Mujer de esta posición social, ¿podía ser una vulgar prostituta? ¿Y la habrían despreciado en casa de Simón, tal como insinúa el relato evangélico? Además, si Lucas sigue un orden cronológico en su biografía de Jesús, el episodio de la mujer en el capítulo 7 nada dice de la enfermedad demoníaca que padecía la Magdalena. Esto se cuenta en el capítulo siguiente, en 8:2.

Está a la vista que la mujer en casa de Simón el fariseo tiene un comportamiento normal. De haber sido Magdalena, ¿tal episodio habría ocurrido antes de la curación? ¿Después de la curación? En este caso, ¿por qué no la reconoció Jesús?

Definitivamente. La mujer anónima presentada por Lucas no era María Magdalena.

Correcto el párrafo de Luca de Tena en página 201. Después de ser sanada por Jesús, “María, renovada y libre, se une al grupo de mujeres que asisten a Jesús. En adelante su vida aparece íntimamente trenzada con los principales acontecimientos de la vida de Cristo: vicisitudes de su ministerio mesiánico, pasión, muerte y resurrección”.

Incorrecto el párrafo en página 205: “¿Después? Una abundante tradición la lleva al desierto y hasta la hace arribar con la diáspora judía en las playas de Marsella”.

No. María Magdalena nunca estuvo en Europa; tampoco murió en la Francia. Dijo el historiador y crítico literario Thomas Carlyle: “la tradición es una enorme cámara oscura ampliadora”. Y falsa.

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