El bulbul: un ave de la parábola

¿A qué se refería Jesús al afirmar que los de “junto al camino” son las personas que oyen la buena nueva pero después la palabra les es robada del corazón por el maligno?

06 DE JULIO DE 2017 · 16:00

Foto: Antonio Cruz.,bulbul
Foto: Antonio Cruz.

El bulbul de anteojos (Pycnonotus xanthopygos) es un pájaro abundante en Tierra Santa, que mide unos 20 centímetros de longitud, y es fácilmente reconocible por el color amarillo de sus plumas caudales, así como por su cabeza negra que muestra unos ojos delimitados con un delgado círculo blanco. Lo fotografié en Banias (Galilea) alimentándose de granadas. Lo cual delata que se trata de un ave granívora y frugívora como las mencionadas por Jesús en sus parábolas.

El sembrador salió a sembrar su semilla; y mientras sembraba, una parte cayó junto al camino, y fue hollada, y las aves del cielo la comieron (Lc. 8: 5). Los bulbules podrían perfectamente haber formado parte de tales animales ya que son residentes en Israel, así como también en Líbano, Siria, Turquía y Arabia. Actualmente se les encuentran en las plantaciones de fruta, en jardines y ciudades.

¿A qué se refería Jesús al afirmar que los de “junto al camino” son las personas que oyen la buena nueva pero después la palabra les es robada del corazón por el maligno? Quizás sean aquellos a los que les gusta ser transitados por todas las corrientes de este mundo. Quienes les apetece probarlo todo pero no suelen quedarse con nada. Están siempre dispuestos para abrazar todas las modas. Son senderos abiertos por donde transitan las diferentes ideologías. Les fascina lo nuevo pero, en el fondo, nada les satisface. Son como aquellos filósofos griegos epicúreos y estoicos que llevaron a Pablo al Areópago porque parecía que era “predicador de nuevos dioses...” para preguntarle  “¿podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas?” Siempre corriendo detrás de la novedad. Amantes del último grito religioso. Pero cuando Pablo se atrevió a hurgar en sus conciencias y les presentó a Jesucristo resucitado; cuando les puso cara a cara con el Dios humanado pero vencedor de la muerte; al situarles frente a frente con el misterio de Cristo de tal manera que llegaron a comprender que debían tomar una decisión personal que comprometía toda su existencia, unos se burlaban y otros decían: “ya te oiremos acerca de esto otra vez”. Así son las personas-camino. Oyen pero no se comprometen. Aman las primeras impresiones pero casi nunca se llegan a identificar plenamente.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser son muy vulnerables. Sus ansias de novedad les lleva muchas veces a caer en manos de demagogias religiosas, políticas o sociales.

El teólogo católico Manuel Guerra contó en España hasta 312 nuevos movimientos religiosos[1] entre los que destacaban los mormones, testigos de Jehová, mooníes, Iglesia de la Unificación, las sectas de origen budista e hindú, los grupos esotéricos y gnósticos, la Nueva Era, la Era de Acuario, etc.

Todos estos grupos sectarios tienen algo en común. Desplazan a Jesucristo y en su lugar colocan a un ser humano. Son como las aves del cielo que se comen la semilla de la palabra de Dios. Los negros pajarracos, los cuervos y las hurracas voraces que roban el mensaje de salvación impidiendo que germine en el corazón de las criaturas. Esgrimen argumentos que parecen novedosos afirmando que el cristianismo está ya pasado de moda y lo peor es que muchos seres humanos se lo creen. ¡Qué triste haber oído la auténtica palabra de Dios y dejársela arrebatar!


[1] Guerra, M. 1993, Los nuevos movimientos religiosos, EUNSA, Pamplona.

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