Algunas lecturas sobre la Reforma Protestante (XVII)

En Iberoamérica se produce reflexión acerca de los quinientos años del inicio de la Reforma protestante.

24 DE JUNIO DE 2017 · 20:35

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En Iberoamérica se produce reflexión acerca de los quinientos años del inicio de la Reforma protestante. En las dos entregas anteriores glosé los primeros cinco capítulos de la obra coordinada por Alberto L. García y Justo L. González, Nuestras 95 tesis, a quinientos años de la Reforma (Asociación para la Educación Teológica Hispana, Pembroke Pines, Florida, 2016). En esta ocasión prosigo en la temática. 

Nora O. Lozano contribuyó con el capítulo “Los bautistas y la Reforma: reflexiones de una mujer latina”. Ella es profesora de teología y directora ejecutiva del Instituto de Liderazgo para Latinas en la Universidad Bautista de Las Américas, en San Antonio, Texas. Para comenzar la autora sintetiza los tres acercamientos históricos que refieren los orígenes de los bautistas. El primero, llamado sucesionismo, afirma que hay una línea de continuidad desde los tiempos del Nuevo Testamento hasta nuestros días respecto a cristianos practicantes del bautismo de creyentes. El segundo, explicación de influencia anabautista, sostiene que si bien pueden hallarse improntas históricas de iglesias que no aceptaron el paidobautismo, es en el siglo XVI cuando resurge con fuerza la conversión o nuevo nacimiento como condición para ser bautizado. El tercero, llamado separatismo inglés, considera que los bautistas surgieron de los movimientos puritanos y separatistas en Inglaterra hacia fines del siglo XVI y principios del XVII.

Nora Lozano se inclina por la explicación que traza vínculos históricos entre el movimiento de Lutero y los bautistas ingleses. Para ello esto es claro en afirmaciones que son compartidas por ambas expresiones del cristianismo: la centralidad de la Biblia, énfasis en la justificación mediante la fe, sacerdocio universal de los creyentes. Finaliza con un llamado a los bautistas latinos y latinas, para que miren “una vez más a las raíces mismas de la Reforma y volviendo a pensar lo que estas implican para su legado. Un legado puede ser positivo o negativo, pero siempre puede transformarse. Luego, es de esperarse que los bautistas latinos y latinas fortalezcan y aumenten los dones positivos que la Reforma les ha dejado y desafíen los legados negativos”.    

El séptimo capítulo, “La Reforma protestante desde una perspectiva latina y metodista”, es de Hugo Magallanes. Se desempeña como profesor asociado de Cristianismo y Culturas y director del Centro para el Estudio del Cristianismo Latino y Religiones en la Escuela Perkins de Teología, de la Universidad Metodista del Sur, en Dallas, Texas. 

Como desprendimiento, inicialmente no buscado, del anglicanismo cuyas raíces datan del siglo XVI el metodismo tiene lazos con el protestantismo. John Wesley coincidió con postulados que levantaron distintos reformadores, a la vez que enfatizaba la renovación del compromiso de los cristianos con el discipulado y una vida santificada, la cual reflejara los principios del Evangelio. En este tenor, Magallanes recuerda que para “Wesley el verdadero protestante no es el que argumenta y acusa, sino el que demuestra el amor y la misericordia de Dios, particularmente hacia aquellos que no comparten nuestras ideas, prácticas y tradiciones teológicas. Creo que esta forma de proceder tiene gran importancia y relevancia entre las comunidades cristianas protestantes y evangélicas de nuestros tiempos y establecidas en nuestras comunidades hispanas, ya que en estos contextos es común encontrar críticas y condenación y no el amor y la misericordia de los que habla Wesley y que según él son características del verdadero protestante”.

Hilda E. Robles desarrolla el tema “La Reforma protestante desde la perspectiva de la Restauración”. Ella es puertorriqueña, pastora de la Iglesia cristiana (Discípulos de Cristo), en San Juan, Puerto Rico. Se reconoce como heredera de una corriente que surgió contra el adormecimiento de de la Cristiandad protestante, en el Segundo Gran Despertar o Avivamiento, que tuvo lugar en estados Unidos hacia finales del siglo XVIII e inicios del XIX (entre 1790 y 1840). Subraya que fue un tiempo de reforma, renovación y restauración.

La pastora Robles menciona que en el movimiento de restauración hay continuidad con la Reforma porque se busca reasumir los principios de ésta mediante una fe viva en los creyentes y no solamente aceptación doctrinal. Por ejemplo, hay reafirmación de la centralidad de la Biblia al sostener que era necesario volver a ella cuidadosamente. Cita la frase de uno de los fundadores de los Discípulos de Cristo, el pastor Tomás Campbell, que sostuvo en 1809 una máxima que guía el estudio de la Palabra: “Allí donde las Escrituras hablan, hablamos, donde las Escrituras callan, callamos”.

El movimiento de restauración tuvo en sus inicios una vertiente anticlerical, es decir se esforzó por rescatar el ministerio de cada creyente y no dejar este solamente en manos de ministros profesionales. Es un principio que ha guiado a la Iglesia Discípulos de Cristo. Celebra que como “mujer, protestante, pastora e hispana, puedo celebrar los valores que se desprendieron de la Reforma protestante del siglo dieciséis. Estos son ejes centrales de la Reforma que a su vez matizaron los énfasis de los reformadores en el Movimiento de Restauración”.

Ramón A. Sierra, pastor, profesor y superintendente del Distrito Oeste de la Iglesia del Nazareno en Puerto Rico, es autor del capítulo “La Reforma desde una perspectiva de santidad”. Si bien es cierto que el movimiento de santidad, en términos generales, reconoce la valía histórica y teológica de la Reforma iniciada por Martín Lutero, su ethos es la restauración de un cristianismo contrario al que se fue anquilosando y se hizo dominante. Por ello el “Movimiento de santidad, al regresar a las Escrituras, es cautivado por la vida de la iglesia primitiva en el libro de los Hechos, llenos del Espíritu Santo y poderosos en su fe atrevida y en la divulgación y expansión del Evangelio. De este modo, la consigna es regresar al estilo de vida de los primeros cristianos y de la iglesia primitiva, yendo mucho antes de la Reforma”.

El décimo capítulo, “La Reforma desde una perspectiva pentecostal”, es autoría de Sammy Alfaro, profesor asistente de teología en Canyon University, pastor de la Iglesia Nuevo Día en Phoenix, Arizona. Inicia con una premisa cuya base fáctica es amplia: “Los historiadores del pentecostalismo destacan su fuerza espiritual que a nivel global está transformando el cristianismo de manera parecida a la Reforma protestante del siglo dieciséis.

El pentecostalismo, hace notar Alfaro, “es un movimiento que pretende tomar en serio el impulso de la Reforma de regresar a la Biblia, tomando como eje principal la llegada del Espíritu Santo en Hechos 2”. Desde esta óptica, Dios, mediante el Espíritu Santo es una presencia y participación viva en la vida de los creyentes y les ayuda poderosamente trayéndoles salvación, sanidad y liberación. La clave hermenéutica que caracteriza al pentecostalismo, “es su enfoque en tomar la Biblia en serio al leer Hechos como prescriptivo para la vida cristiana y no solamente un relato descriptivo de la iglesia primitiva. La iglesia hispana pentecostal practica los dones del Espíritu Santo durante sus reuniones debido a que la iglesia primitiva así lo hizo al principio”.

El acercamiento de Sammy Alfaro no es triunfalista. Critica la sobrespiritualización en el pentecostalismo, al referirse a la prioridad (casi exclusividad) que se da a las doctrinas de justificación y dones del Espíritu Santo, sin valorar suficientemente y equilibrar con la enseñanza de los frutos del Espíritu Santo en la vida de los creyentes, así como considera hay déficit en animar “una participación más amplia, coordinada y colectiva en la justicia social”.

Será necesaria una entrega más sobre el libro de miradas latinoamericanas en el exilio estadunidense a la herencia de Lutero. De lo que me ocuparé la próxima semana.     

 

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