Siempre habrá poesía

Ver poesía en lugares carentes de hermosura es saber mirar con ojos de poeta.

12 DE JUNIO DE 2017 · 14:45

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No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía. (Gustavo Adolfo Bequer.)

Casi todo está salpicado de poesía, lo valioso es saber encontrarla.

Observar donde se encuentra, donde nace la prosa con la cual se atavía lo trivial.

A veces la poesía nace en el entorno más hostil, ese medio poco propicio para crear un poema.

La prosa puede crecer entre la maleza y el dolor.

Habitar en lugares sombríos, en ocasos de incertidumbre, en amaneceres inciertos.

Ver poesía en lugares carentes de hermosura es saber mirar con ojos de poeta. Arremeter contra el viento de lo cotidiano dándole una pátina de color al presente.

Poesía es ver a dos ancianos caminando de la mano, con ese andar lento, parsimonioso y sin que haya conversación entre ellos distinguir una conexión invisible que los hace oír una suave melodía sólo perceptible para ellos.

Poesía es atravesar el valle de sombra de cada día y saber que una mano providencial te sustenta y protege.

La poesía se exhibe en los ojos asombrados de un niño que descubre por primera vez la lluvia. En las lágrimas compartidas ante el dolor ajeno. En el despliegue hermoso de las caricias de una madre. En el impulso irracional del enamorado que atraviesa fronteras para llegar hasta su amada. En el sencillo y poco apreciado milagro que se despliega con cada amanecer.

La poesía posee la magia mediante la cual lo grande y lo pequeño, lo dotado de gracia y lo carente de belleza se funden haciendo de cada verso un pequeño mundo de contradicciones hermosas.

Se aglutinan las palabras  para crear en su fusión una sencilla frase en la que cabe todo y más, expresiones concretas que portan en sí la belleza de aquello que difícilmente podemos expresar de otra manera. Rasgar el papel que recubre un regalo sorprendente que sin pretensiones te ofrenda una gama de maravillosos matices.

Poesía es ver lo que muchos ignoran, atisbar en la distancia el coqueteo de una mariposa posada en una flor y entender que la vida es tan efímera que se asemeja al cálido roce de los pétalos en las débiles patas del insecto.

Mirar para ver lo que muchos desconocen, otear el vuelo de un ave que nos muestra la perfección de su creador.

Cerrar los ojos y sentir que la brisa despeina la realidad más cruda y nos ofrece un deseado soplo de promesas por cumplir.

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