Las invenciones e imaginaciones hasta resplandor tienen, sin ser soles ni estrellas. La imaginación de un escritor tiene el don de persuadir al lector de que lo que lee es ciencia pura, sin atender a los gritos contrarios de la razón. "/>

“El testamento de las tres Marías” por Daniel Meurois

Las invenciones e imaginaciones hasta resplandor tienen, sin ser soles ni estrellas. La imaginación de un escritor tiene el don de persuadir al lector de que lo que lee es ciencia pura, sin atender a los gritos contrarios de la razón.

01 DE JUNIO DE 2017 · 16:00

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“EL TESTAMENTO DE LAS TRES MARÍAS”, por Daniel Meurois,

traducido del francés por Carmen López de la Parte, Ediciones Isthar Luna-Sol, Toledo, 378 páginas.

La lectura de esta novela me ha dejado seis folios de notas escritas a mano con mi deforme caligrafía. Estas notas me servirán para pergeñar el artículo que he empezado a redactar.

Admiro la calidad literaria de Meurois. Compruebo más profundidad de pensamiento, más filosofía que en otras novelas sobre María Magdalena. En algunos párrafos la prosa se hace poesía que recuerdan al lírico escritor hindú Rabindranath Tagore.

Tres personajes están presentes en todas las páginas de la ficción: Jesús, María Magdalena y María Salomé. Desde luego, la vida de Jesús y de la Magdalena dan para muchas novelas. He leído que se han escrito 10.000 libros sobre Jesús en pocos años. Testamento, en el sentido que Meurois da al vocablo, es el recuerdo de una persona que en determinado momento decide contar los hechos más importantes acaecidos en su vida y los deja como legados a la posteridad. Las tres Marías que dan título al libro son María la madre de Jesús, a quien el autor llama Meryem con el fin de evitar cualquier confusión con las otras, la María Salomé que aparece en Marcos 15:40, madre de Jacobo, que Meurois define como la Jacobea, y María Magdalena, quien según Lucas 8:2 había estado poseída por “siete demonios”. El autor de la novela la presenta en un párrafo idílico: Dice por boca de Salomé: “Estábamos ocupadas cosechando un poco de espelta en pequeño terreno más seco que el resto, cuando percibimos la silueta de una mujer acercándose a nosotras. Iba vestida con una larga túnica de color azul oscuro y su abundante cabellera flotaba al viento. Cuando estaba sólo a unos pasos de nosotras hizo una pausa como si dudara. Fue entonces cuando pudimos ver su rostro y se nos cortó la respiración”.

De esta forma Meurois da entrada a María Magdalena en su obra de ficción. María Magdalena, natural de Magdala. María Magdalena, erróneamente identificada con la pecadora de Lucas capítulo 7. Una cosa es padecer una enfermedad de origen demoníaco y otra ejercer la prostitución. Poco negocio puede hacer una mujer prostituta endemoniada. Los hombres huirían de ella nada más verla.

Tampoco cabe identificar a María Magdalena con María hermana de Marta y Lázaro. Lucas, autor del Evangelio que lleva su nombre, hombre instruido, médico de profesión, nombra a María Magdalena en el verso 2 del capítulo 8. Poco después, en el 10:39, habla de María de Betania; -la Magdalena era de Magdala- y no dice que se trataba de la misma persona.

Otro obstáculo es la geografía. La curación de María Magdalena tuvo lugar en Galilea, en tanto que la hermana de Marta y Lázaro vivía en Betania, dos kilómetros al este de Jerusalén, por la carretera de Jericó.

Una diferencia más quiero mencionar entre ambas: María de Betania era una mujer dulce, tranquila, retraída, contemplativa. María de Magdala era mujer apasionada, vehemente, decidida.

En la fantasía del autor francés María Magdalena queda prendida de Jesús cuando el Maestro la curó de su posesión demoníaca. Ella lo admite. Dice a las otras dos mujeres: “¿Qué deciros? ¿Qué Jeshua me fascinó y le volví a ver muchas veces durante mi estancia en Jerusalén? Por supuesto, pero ni siquiera la palabra “fascinar” sería la adecuada. En la fascinación hay a menudo una parte de seducción. Ahora bien, no estaba seducida; estaba cautiva, casi como “tomada” en lo más profundo de mi ser”.

Después de estas palabras de María Magdalena Daniel Meurois prepara la boda. ¡Qué obsesión! Todos los autores modernos que escriben sobre María Magdalena ponen empeño en casarla con Jesús. Siempre que aparece un documento que pone a Jesús en relación con alguna mujer se la quiere identificar, como ocurre con María Magdalena, como su amante o su esposa. ¡Demencial!

Como demencial es también la declaración de amor que Jesús hace a María Magdalena, según la fantasía novelera de Meurois. Dice que dijo Jesús a la Magdalena: “no creas que sólo estoy aquí para restaurar el amor entre la raza humana y el Eterno. Estoy aquí también para sanarlo entre el hombre y la mujer… amada mía, hemos venido a escribir esta verdad… Cuando nos casemos, mi Padre te enseñará a través de mí el Soplo que propulsa la carne hacia el Espíritu”.

Y se casan. Los casa el autor de “El testamento de las tres Marías”. Poco trabajo le cuesta. Sólo dar rienda suelta a la imaginación y escribir en la novela lo que se le ocurre. Inspirado en el Evangelio de Juan, la boda entre Jesús y la Magdalena la sitúa en Caná de Galilea. Cuenta María Magdalena en la novela: “Fueron unas bodas sencillas en las que cada invitado estaba en su lugar… La ceremonia en sí se imprimió muy poco en mi memoria. La viví en una especie de bruma, cubierta de velos y de perlas, pero incapaz de darme cuenta plenamente de lo que ocurría… Cuando pienso en todos los días que ocuparon las bodas, guardo sobre todo en la memoria el torbellino de alegría en el que estuvieron envueltos”.

En los libros que he leído y comentado sobre supuestas relaciones sentimentales entre Jesús y María Magdalena, sus autores argumentan que estuvieron casados o pudieron estarlo. Pero ninguno de ellos llega al extremo que lo hace Meurois, escribiendo sobre el lugar preciso donde la boda tuvo lugar, la ceremonia, los invitados y las reacciones de María Magdalena después del matrimonio. Lo del autor francés es un thriller esotérico con ataques a la historia y a la razón.

En la imaginación de Daniel Meurois, después la muerte, resurrección y ascensión de Jesús al lugar de donde vino en el cielo, las tres mujeres abandonaron las tierras de Palestina y se embarcaron rumbo a Francia. No dice el autor cómo fue el viaje. El que Pablo realizó desde Jerusalén a Roma fue toda una odisea sobrecargada de peligros. Meurois las desembarca en un pueblecito no lejos de Arlés, en la orilla izquierda del río Ródano, llamado hoy Santa María del Mar. María Magdalena se instaló en un macizo montañoso en el interior de la provincia de Marsella llamado Santa Baume, donde daría a luz una hija a la que impuso el nombre de Sarah. Las otras dos Marías quedaron en el pequeño pueblo de pescadores testificando de Jesús y sembrando la semilla del Evangelio.

Habrá quienes acepten toda esa sarta de disparates, sin fundamento creíble. Las invenciones e imaginaciones hasta resplandor tienen, sin ser soles ni estrellas. La imaginación de un escritor tiene el don de persuadir al lector de que lo que lee es ciencia pura, sin atender a los gritos contrarios de la razón. En este libro que acabo de comentar, su autor, el francés Daniel Meurois, une la imaginación a la fantasía, piedra angular de la insensatez.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - “El testamento de las tres Marías” por Daniel Meurois