Las ciervas esconden sus crías

El ciervo común (Cervus elaphus) es usado a menudo como ilustración en la Biblia.

01 DE JUNIO DE 2017 · 16:00

Foto: Antonio Cruz,cervatillo, fotografía
Foto: Antonio Cruz

Es costumbre habitual de las hembras grávidas alejarse de la manada para parir. En la intimidad de los altos pastizales, nacen sus retoños con un pelaje salpicado de motas claras que les sirve para pasar desapercibidos a los depredadores entre la vegetación.

A ese mismo lugar apartado, retornarán las madres después de alimentarse para amamantar a sus cervatillos. Éstos no se alejan demasiado del escondite cuando se quedan solos. Semejante comportamiento salva la vida de muchas crías ya que si estuvieran con el resto de la manada, al ser más débiles y lentas, serían presa fácil para sus enemigos.

 

Foto: Antonio Cruz

Tuvimos la suerte de descubrir este cervatillo solitario que fotografiamos desde lejos en la raña del Parque Nacional de Cabañeros (Ciudad Real). ¿Cómo saben las ciervas lo que deben hacer con sus crías para protegerlas? ¿Quién se lo ha enseñado?

El ciervo común (Cervus elaphus) es usado a menudo como ilustración en la Biblia. Aunque actualmente ya no existe en Tierra Santa, durante el tiempo en que se escribieron los libros bíblicos sí estuvo presente.

De ahí que algunos escritores del Antiguo Testamento lo conocieran bien y pudieran resaltar su agilidad y ligereza (Cant. 2: 8-9; Is. 35: 6); la firmeza de sus pezuñas (Sal. 18: 33; Hab. 3: 19); su afecto y gracia (Prov. 5: 19); así como la costumbre de esconder convenientemente a las crías (Job 39: 1).

En este último pasaje de Job, se resalta la sabiduría de Dios en la creación así como en el sostenimiento del mundo. Y se formulan cuestiones como ¿es capaz el ser humano de regular o establecer el comportamiento de estos animales? ¿Puede Job explicar la naturaleza de tales cosas sin apelar a un Dios sabio e inteligente?

Actualmente muchos creen que la naturaleza se ha creado a sí misma sin necesidad de un diseñador sobrenatural. Sin embargo, desde los días de Job hasta el presente, millones de personas pensamos que eso es imposible porque de la nada, nada puede salir, por mucho que se estruje la física o las matemáticas.

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