El engaño de las apariencias

La codicia destruye nuestro interior porque nos hace sentir infelices si no alcanzamos lo que no tenemos.

25 DE MAYO DE 2017 · 17:00

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Carl Perkins compuso la famosa “Blue suede shoes” que alcanzó el número uno en ocasiones diferentes, la primera de ellas interpretada por los Teen-tops. La canción nació un día cuando Carl se fijó en un chico que llevaba puestos unos zapatos de gamuza azul, y que estaba acompañado por una chica guapísima, pero el chico sólo estaba preocupado de que ella no le pisase sus zapatos.

En nuestra sociedad de consumo demasiadas veces le damos más importancia a las cosas que a las personas. Puede que casi nadie quiera reconocerlo, pero a veces nos duele más perder un objeto que una relación. Cuando nos acostumbramos a vivir así, el siguiente paso es fijarnos más en la apariencia que en el interior, derrochar más energía en conservar lo que se ve que en fortalecer lo que no se ve.

Puede que parezca demasiado simple, pero estos dos graves errores, son dos de las fuentes más grandes de infelicidad: Peleamos por tener más y más cosas, para desesperarnos cuando son nuestras. Luchamos por aparentar lo que no hay en el interior, para llenar nuestra vida de sufrimiento al no haber aprendido a ser nosotros mismos.

Olvidamos que el placer está en el proceso, en la lucha, en la disciplina; no tanto en lo que se tiene. No tanto en la meta que se alcanza. Marcamos los objetivos de nuestra vida para sentir la sensación constante que algo nos falta hasta que no los conseguimos, para desesperarnos más tarde cuando alcanzamos nuestros sueños al ver que esas metas no son las que dan sentido a nuestra vida. Y siempre queremos más, y nunca estamos satisfechos, y gastamos nuestra vida en tener cosas mientras podríamos disfrutar de la relación con otras personas.

“La belleza no es más que ilusión” (Proverbios 31:20) La apariencia es la tapadera que engaña nuestros sentidos. El deseo obsesionante de tener más y más cosas es un ladrón de tiempo que nos introduce en cárceles de frustración. La codicia destruye nuestro interior porque nos hace sentir infelices si no alcanzamos lo que no tenemos.

Si para nosotros lo único importante es lo que tenemos, somos muy pobres. Si nuestra vida gira alrededor de la apariencia, nuestro hueco interior se hará cada vez más grande... y nos sentiremos cada vez más vacíos.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - El engaño de las apariencias