¡Qué ignorantes somos!

Somos ignorantes cuando las palabras “me equivoqué” no aparecen en nuestro vocabulario. 

08 DE MAYO DE 2017 · 08:54

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Otra historia de esas que nos hacen reír. Esta vez ocurrió en la intimidad de una charla técnica en un conocido equipo de fútbol europeo. El entrenador, no sabemos si porque ese día estaba un poco despistado, le dijo a sus jugadores: «Ya sabéis como hay que tirar los saques de esquina: fuertes, rasos y a la cabeza». 

Por lo convencido que estaba cuando lo dijo, los jugadores más que de una broma, pensaron que se trataba de ignorancia. Nos ocurre a todos: pensamos que tenemos razón en todo lo que decimos, y la verdad es que nos equivocamos mucho más de lo que creemos. ¡Y deberíamos reconocerlo! 

La necedad de querer tener siempre la razón no lleva nunca a nada. El saber que necesitamos aprender y el deseo de investigarlo todo es la base de la ciencia. 

Sí, todos estamos de acuerdo en la necesidad de aprender, pero déjame decirte que en muchas ocasiones preferimos vivir en la ignorancia. Somos ignorantes, aunque tengamos muchos conocimientos, cuando no queremos cambiar nada de nuestra vida porque nos encanta como está. Aunque sepamos que algo anda mal, no nos importa en absoluto, y con esa manera de actuar demostramos nuestra ignorancia. 

A veces algunas personas argumentan que cuando la mayor parte de la población tenga acceso a la cultura y el estudio viviremos en un mundo mejor, pero no es cierto. La cultura, la investigación y el conocimiento son buenos, pero pocas cosas hay tan inútiles como el conocimiento adquirido por alguien que no está dispuesto a cambiar en absoluto. Y no importa el nivel en el que estemos hablando. 

Somos ignorantes cuando no admitimos la más mínima duda. Todo lo que hacemos es tan perfecto que nadie puede hacer nada por mejorarlo. Vivimos en la ignorancia cuando no somos capaces de pensar que otros puedan tener razón. Somos ignorantes cuando las palabras «me equivoqué» no aparecen en nuestro vocabulario. 

Y, ¡por encima de todo!, la ignorancia (no conocer la verdad) es esclavitud, porque se ignora el valor de las cosas, se pierde la jerarquía de los valores. Somos ignorantes cuando le damos mucho valor a lo que no sirve para casi nada y tiramos a la basura lo que es eterno. 

Podríamos haber hablado mucho sobre el materialismo y la ignorancia de los que quieren vivir rodeados de todo lo que perece. El Señor Jesús lo dejó todo resuelto con una simple pregunta, que retumba en el corazón de la humanidad desde ese momento: «Pues ¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma? O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?» (Mateo 16:26). 

Una simple pregunta, pero una pregunta que todos tienen que responder en algún momento de sus vidas. ¿Estás dispuesto a perder lo más importante? ¿Crees que hay algo material que quieras tanto como para que pueda costarte tu vida? 

¿La darías a cambio de qué?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - ¡Qué ignorantes somos!