Tan cerca, tan lejos

El poder de lo inmediato pone de manifiesto que al evolucionar perdemos calidad humana.

28 DE ABRIL DE 2017 · 09:18

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Tenemos a nuestro alcance numerosos medios con los cuales poder comunicarnos. Nuevas tecnologías que facilitan la información haciendo que ésta resulte más fácil, más rápida. Fluyendo con una sobrecarga de imágenes que hacen de lo lejano algo cercano, casi palpable.

Actualmente es de carácter urgente emitir mensajes para hacer saber a los demás dónde estamos, cómo estamos y con quién estamos.

Apremia enviar fotos de hijos recién nacidos, esperando los comentarios que allegados y conocidos hagan respecto a ese nuevo ser que ha venido al mundo. Es de enorme interés la vida de los demás plasmada en las sobradamente conocidas redes sociales. Somos, incluyámonos todos, espectadores de vidas ajenas y desde la comodidad de nuestros hogares podemos llegar hasta otros sin que ellos sientan que estamos usurpando su intimidad.

Tenemos más información de la que deberíamos, contamos mucho pero comunicamos poco.

Vivimos alejados de la charla común, del contacto visual, porque es mucho más cómodo y fácil contar cosas sin tener que mediar con nuestro interlocutor.

Amigos en las redes sociales. Mensajes que acribillan a través de los teléfonos móviles. El poder de lo inmediato pone de manifiesto que al evolucionar perdemos calidad humana.

Puede resultar contradictorio, pero a mi parecer, describimos aspectos íntimos, relatando con exhaustividad los pormenores de nuestras historias y sin embargo la riqueza del diálogo brilla por su ausencia.

Quienes me conocen saben que soy una fiel defensora de los placeres sencillos, de lo fundamental sin ornamentos, por ello, y sabiendo que casi todo en su justa medida tiene un fin positivo, no me siento tentada a subir al tren de lo instantáneo, de aquello que de manera apabullante irrumpe en nuestras vidas sin dar opción al verdadero sentido de la cercanía, excluyendo esa relación del tú a tú, a la mirada de complicidad, a la charla amigable en un entorno afín.

Hay quienes hacen un mal uso de las nuevas formas de comunicación y acaban teniendo una vida online, una vida virtual en la que todo es impalpable, coloreado de un tono agradable para que desde fuera puedan observar lo maravillosas que son sus vidas. Desvelando un terreno que antes únicamente era accesible a los más próximos y que ahora parece abrirse la veda para dar cabida a todo el que así lo desee.

Es cierto que la multitud crea muchos solitarios. Solitarios en un mundo sobrado de gente.

En nuestro afán por evolucionar estamos descartando bases firmes en las que se fundamentan las relaciones humanas: Compartir emociones, sentimientos, gestos, roces. Todos estos matices se pierden cuando dejamos de ser cercanos y trastocamos lo que debería permanecer inalterable. Cuando circundamos nuestro terreno pensando que abriendo una puerta todos podrán entrar sin concebir que lo más sensato es derribar barreras para así permitir que quienes quieren acercarse no tengan ningún obstáculo.

En este mundo lleno de contradicciones cada vez estamos más cercanamente alejados.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Íntimo - Tan cerca, tan lejos