Mundo real

Aunque todo ocurrió en sueños, nada le pareció tan real como aquella experiencia onírica.

28 DE ABRIL DE 2017 · 06:20

Foto: Unsplash.,
Foto: Unsplash.

Se despertó con la sensación de que aquella noche había tomado una decisión trascendente. Bien, bien, no podía afirmar en qué consistió porque estaba dormido, pero se levantó siendo una persona diferente.

Aunque todo ocurrió en sueños, nada le pareció tan real como aquella experiencia onírica.

Fue al baño como cada mañana en su reconocida casa. Al principio le sorprendió oír voces en alguna de las piezas. Descubrió que su casa estaba llena gente, una señora más o menos de su edad y varios jóvenes.

Quiso actuar con normalidad aunque se moría por preguntarles ¿qué hacen ustedes aquí y quiénes son? Esta gente le llamaba marido y padre pero él disimuló sin darse por aludido.

Antes recordaba haber visto seres humanos, pero parecía que ahora habían cobrado relieve, como en 3D. ¿Acaso habría tenido anteriormente algún problema de visión ahora resuelto?

Como de costumbre fue a la panadería y los ruidos de la calle le sorprendieron, casi le asustaban. Oía muy bien, demasiado bien. ¿Acaso habría tenido anteriormente algún problema de oído ahora resuelto?

También como de costumbre fue al mercado y esos seres humanos, antes de 2D, habían cobrado relieve pero también relevancia, parecían más importantes que el bistec de ternera de la carnicería o que el besugo de la pescadería.

Mandaban por encima de todo lo que les rodeaba, aunque él se viera pequeñito y vulnerable ante esas figuras casi divinas.

Sentado en el sofá como de costumbre, después de la comida, se sorprendió de lo cambiada que estaba la programación televisiva. Los besos de los actores parecían reales, los asesinatos peliculeros todavía más, el hombre 3D había invadido su planeta y se había adueñado de su televisor.

Viendo el documental Tierra de la BBC preguntó a la señora que estaba a su lado “¿qué planeta es ese?”.

Llegó la noche y la hora de acostarse. La señora que estaba a su lado vio que no se dormía.

—¿Te cuesta dormir?— le preguntó ella.

—No. Es que no quiero dormir.

—¿Por qué?

—Temo perder el mundo que hoy he descubierto y que mañana no vuelva.

—Tranquilo, buen hombre, este mundo ya no lo perderás. Bienvenido al mundo Real.

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