Entrevista al poeta Máximo García: “El Nazareno vino a despertar las conciencias, a hacernos libres”

Alencart se congratula por la poesía del teólogo protestante y reproduce una entrevista y el pórtico que ha escrito sobre el primer poemario de García Ruiz.

13 DE ABRIL DE 2017 · 01:00

Máximo García Ruiz en la Plaza Mayor de Salamanca . / Foto: Jacqueline Alencar,
Máximo García Ruiz en la Plaza Mayor de Salamanca . / Foto: Jacqueline Alencar

Me congratulo por la hermandad que me religa, gracias al Amado galileo, al madrileño Máximo García Ruiz. Y siento contento porque sacara a la luz un manojo de poemas que guardó por demasiado tiempo. En las iglesias evangélicas de España hay, lo digo con total conocimiento, muchos más poetas de los que se piensa.

Y es que la equivocada comprensión de lo que es y significa la Poesía (que nutre gran parte de la Biblia, desde el Dios creador hasta el Verbo hecho carne, pasando por excelsos profetas mayores y menores, reyes de amatorios versos o el sufriente Job), generó que durante décadas buen número de escribas ‘escondieran’ sus textos de los demás hermanos. Posiblemente temieran, con sólido fundamento, algún desdén o incomprensión, como lo que le sucedió a un pastor en tierras americanas, cuando al anunciar a su congregación que había publicado unos poemas, recibió una respuesta entre fría y peyorativa: “Ah, el pastor ahora se dedica a la bohemia”.

Pues un pastor presbiteriano,  Luis Cruz-Villalobos, poeta y psicólogo chileno, acaba de publicar bajo su sello editorial, Hebel, el primer poemario de Máximo García Ruiz.

Desde esta Salamanca mía estamos difundiéndolo. Por ello reproduzco el pórtico del mismo y esta entrevista que le hiciera el periodista Miguel Rituerto, publicada días atrás en ‘Crear en Salamanca’.

 

 

Portada de 'Entre la luz y las tinieblas'.

 

 

“LA POESÍA ES UNA FORMA DIFERENTE DE CONTEMPLAR LA VIDA, UNA MIRADA NUEVA, DIFERENTE”

Miguel Rituerto entrevista al poeta y teólogo madrileño Máximo García Ruiz

 

- Lo primero que llama la atención de su libro es la atractiva portada y la cuidada edición del mismo. ¿Supongo que habrá sentido emoción al ver sus poemas allí albergados?

Conservo una emoción aun sin digerir del todo. La primera de todo resultó de ver mis poemas en formato de libro, danzando por el espacio, sin saber cuál será su recorrido. Hasta ahora eran algo íntimo, personal. Ahora son de dominio público. Y sobre la portada, y el resto del arte aportado por Miguel Elías, un pintor tan eximio, o la fotografía de Jacqueline Alencar, me siento abrumado por su belleza y dedicación.

 

- También me ha sorprendido que alguien como usted, con una obra ensayística tan amplia y respetada, recién tras su jubilación haya decido a dar a conocer sus poemas, treinta años después de haberlos escrito. ¿Qué le motivó a guardarlos antes y qué a exponerlos ahora?

El pudor. Yo soy muy pudoroso con mis intimidades, y la poesía siempre deja escapar sentimientos, frustraciones, amores, desencantos… Aparte de eso, yo he leído a poetas excelsos, como León Felipe, Neruda, Hernández, Darío, Tagore, etc., y poner mis versos en negro sobre blanco como ellos hicieron, casi me parecía una herejía. En realidad nunca se me ocurrió. Ha sido la amistad con Alfredo Pérez Alencart lo que me movió a dárselos a leer, y él es el responsable de haberme animado a emprender la publicación. Si hay algún mérito, es de él; los deméritos son míos.

 

- ¿Supongo que es consciente de lo valioso que significa que su libro tenga un pórtico de Alfredo Pérez Alencart, un poeta de prestigio?

Se trata de un honor inmerecido por mi parte. Efectivamente, Alfredo es un ilustre poeta con prestigio internacional. Que se haya ofrecido a abrir con sus generosas palabras las puertas para que vuelen mis poemas y facilitar los medios, ha sido un gesto que aprecio en toda su valía. Y mucho más porque es reincidente. Recientemente ha hecho idéntica aportación a mi último libro de ensayo: Redescubrir la Palabra. Cómo leer la Biblia, aparecido bajo el sello de la editorial catalana Clie.

 

 

Máximo García con Jacqueline Alencar, directora de 'Sembradoras'. / Foto:  José da Costa

- Teólogo, pastor, doctor por la Pontificia de Salamanca, profesor en facultades protestantes… Coméntenos algo del poeta que lleva dentro.

La poesía se siente en el hondón del alma y se expresa de muy diferentes maneras. Este es un descubrimiento tardío, porque siempre identifique la poesía con la capacidad de someterse a un método, a la métrica que marcan los cánones de la literatura: verso-estrofa-poesía. Yo no me he ocupado tanto del oficio. Trato de arropar los sentimientos, el análisis de la realidad, las emociones, con una cierta musicalidad. Con la poesía no me preocupa la reflexión teológica sino la reacción de la persona ante el texto que lee, o ante los hechos que ocurren, o ante los sentimientos que brotan. Creo que es una forma diferente de contemplar la vida, una mirada nueva, diferente.

 

- He tenido acceso al PDF del libro y he constatado que son poemas que trazan su peregrinaje por la vida carnal y espiritual. ¿Cuánto le marcó ser el hijo de un perdedor de la guerra incivil española?

Seguramente más de lo que yo pueda valorar. Cómo naces, dónde naces y cómo te desarrollas, marcan definitivamente, trazan un camino. Concurrieron otros hechos tal vez más definitivos, aunque luego está el esfuerzo personal por modificar el destino. Siempre tenemos la oportunidad de cambiar nuestro destino. No es sano ser deterministas, aunque no cabe duda de que el origen y las circunstancias de nuestro nacimiento, influyen notablemente en nuestro destino.

Pero hay algo más. Muchos de estos poemas son fruto de la observación; una mirada al alma ajena, fruto de la experiencia pastoral. Una porción de ellos reflejan vivencias ajenas.

 

- ¿Qué más se encontrará el lector que se acerque a la pantalla y busque leer sus cuarenta poemas?

Retazos de una vida, simplemente retazos, por una parte. Pero tal vez encuentre reflejadas algunas de sus emociones, de sus propias vivencias, de sus inquietudes, de sus dudas y de sus certezas.

 

- ¿Máximo García Ruiz se siente un genuino seguidor del Verbo hecho carne? Se lo pregunto porque he leído en la Red algunos ataques virulentos hacia su persona, hechos por personas que se autodefinen como cristianos.

En manera alguna me siento un seguidor genuino de Jesús. Seguidor sí, pero imperfecto. Procurando siempre ser honesto  para con Dios. He tenido ataques y alabanzas fijándose especialmente en mi pensamiento teológico que invita a la reflexión y al diálogo. El problema de algunos sectores del cristianismo es que no quieren pensar; prefieren que se lo den todo pensado, pero que las directrices recibidas se correspondan con su postura preconcebida. En teología y en política a eso se llama fundamentalismo. Lástima que así sea, porque el Nazareno vino a despertar las conciencias, a hacernos libres, a desarrollar la dignidad humana, mientras que las posturas fundamentalistas denigran y rebajan la condición humana.

 

- Es previsible una amplia difusión de su obra, pues tengo conocimiento que se difundirá desde ‘Crear en Salamanca’, una revista literaria digital muy visitada por escritores y amantes de la cultura de muchos países de lengua española y portuguesa. Entiendo que es voluntad de Hebel Ediciones, de Santiago de Chile, editar libros de poesía al alcance de todos y de forma gratuita. ¿Le parece acertada la idea de publicarlo tanto en papel como, fundamentalmente, dejarlo para descarga libre?

Uno escribe en primer lugar para uno mismo, pero una vez puestos en negro sobre blanco sus pensamientos y sentimientos, quiere que vuelen con libertad, que estén al alcance de todos. La generosa plataforma que brinda “Crear en Salamanca” es, ciertamente, un lugar inmejorable para difundir estas obras. Y la labor que realiza Hebel Ediciones es realmente encomiable. Me parece una idea y un sistema  fabuloso. ¡Y gratuito! Es la mayor expresión del cristianismo desprendido. De Gracia recibisteis, dad de Gracia. Para mí es un honor participar de este proyecto y espero que sea de bendición para muchos lectores.

 

 

Máximo García Ruiz y A. P. Alencart, charlando por una calle salmantina. / Foto: J. Alencar

 

MÁXIMO GARCÍA RUIZ, POETA

(Pórtico)

 

I.

Por las Escrituras de los profetas, nos recuerda Pablo de Tarso, se manifiesta –ya revelado– el misterio que estuvo oculto desde tiempos eternos. Se trata del Pacífico, del Poeta llamado El Cristo, el mismo Mesías de quien hablaba al primer Isaías, profeta y poeta grande desde veintiocho siglos atrás. Por ende, desde mi Reina-Valera, pongo en verso lo que siempre debiera mostrarse tal como en el original:

 

El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz;

los que moraban en tierra de sombra de muerte,

luz resplandeció sobre ellos.

 

 

II.

Tiempos oscuros los que implantó el dictador Francisco Franco, descargando su impiedad sobre los vencidos y sus retoños. Uno de ellos es Máximo García Ruiz, teólogo que leo sin bostezos: lo suyo plasmado sobre el papel es antídoto contra panfletos de cuasi ignaros autoerigidos como (pésimos) Torquemadas del XXI, tan fanáticos que no dudarían en volver a condenar al Verbo que habitó entre nosotros, de forma semejante a cuando los fariseos y sacerdotes principales ordenaron dar muerte a Lázaro, para que así no quedase huella de la obra del Amado galileo en su resurrección.

 

 

III.

Otra es la resurrección y otra la revelación que me avengo a presentar. Se trata de treinta y ocho poemas que el pastor Máximo García Ruiz escribió y guardó para sí durante seis lustros. Por ahí estaban, en una carpeta meticulosamente arrinconada muy al fondo de un armario, posiblemente esperando el sosiego que le ha brindado su jubilación.

O la necesidad, pues tras una treintena de obras de ensayo histórico y teológico escritas a lo largo de sus cuarenta años de magisterio, los textos poéticos que, aunque pergeñados en calendarios de antaño, estaban pugnando por ser los últimos de la Parábola, los que aportaran luz definitiva sobre el tránsito existencial del pastor y poeta.

Y es que, si atendemos al aserto de Cicerón, todos los ejemplos yacerían en las tinieblas si la luz de las letras no se les acercara.

 

 

IV.

Así surge Entre la luz y las tinieblas, pequeña arca que contiene textos anclados entre la vida del poeta y la Palabra del Creador, entre el hambre de las entrañas y el hambre espiritual, entre las dudas de aquellos años duros y la entrega confiada a Jesús, como confiesa el autor:

 

(…)

A Ti,

Herido con el dardo de la muerte,

Incapaz de entender tu inmensidad,

Humillado, vencido y fracasado,

No sabiendo ya a que puerta llamar,

Acudo confiado como un niño,

Arrastrando dudas y preguntas,

Y confiando tan solo en tu bondad.

 

Vida y muerte: ir desde el nacimiento hasta la segura muerte carnal, pasando por testimonios de amistad, de relecturas bíblicas o de solidaridad (con quienes emigraron de España en la década del sesenta)… Y si la angustia primaba en el adolescente y hombre en búsqueda y formación, otra Luz irradió la existencia de quien, en su madurez, expone la travesía realizada.

Entonces bien claro lo tenía Isaías: “Mas no habrá siempre oscuridad…”. Ahora es Máximo García Ruiz quien se manifiesta, dirigiendo los ojos al cielo:

… Deja que su luz te inunde

E impulse dentro de ti

Sentimientos de conquista

Que te ayuden a subir.

 

 

V.

Que el Verbo siga iluminando tu confianza, Máximo, amigo y hermano.

 

 

Febrero y en Tejares (2017)

 

Alfredo Pérez Alencart

Universidad de Salamanca

 

 

5 Stuart Park, A. P. Alencart y M. García, en el encuentro de Adece, Madrid, 2015. Foto: Héctor Rivas

 

ENLACE PARA DESCARGA LIBRE DEL POEMARIO

http://www.crearensalamanca.com/wp-content/uploads/2017/04/entre-la-luz-y-las-tinieblas-mgr-ok.pdf

 

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