Una anémona que contradice a Darwin

Uno de los más recientes desafíos es el que supone la pequeña anémona de mar estrellada (Nematostella vectensis) que mide unos seis centímetros de longitud.

09 DE MARZO DE 2017 · 17:00

Foto de archivo: Antonio Cruz,
Foto de archivo: Antonio Cruz

Cuando alguien le preguntó, a mediados del pasado siglo, al famoso genetista y biólogo evolutivo británico, J. B. S. Haldane, acerca de qué evidencia desmentiría la evolución darwinista, el científico respondió: “un conejo fósil en el Precámbrico”.

Desde luego, sabía muy bien lo que decía ya que los conejos, como la mayoría de los mamíferos, no aparecen en el registro fósil -según la cronología evolucionista- hasta el Eoceno (hace unos 55 millones de años), mientras que el Precámbrico abarcaría desde los inicios de la vida, hace 4600 m. a. hasta principios del Cámbrico (hace 590 m. a.). De manera que encontrar un conejo fosilizado en estratos tan antiguos sería una grave contradicción para la teoría evolutiva. Haldane estaba convencido de que tal hallazgo era sumamente improbable y, por tanto, la teoría estaba bien blindada. De hecho, el darwinismo ha sobrevivido a pesar de las muchas contradicciones que muestran las rocas.

Sin embargo, los desafíos no sólo pueden proceder del mundo de los fósiles, también la moderna genómica plantea retos difíciles de solventar. Uno de los más recientes es el que supone la pequeña anémona de mar estrellada (Nematostella vectensis) que mide unos seis centímetros de longitud. Resulta que el análisis de su genoma ha mostrado un notable grado de similitud con los vertebrados. Se ha descubierto que los genes implicados en la formación de la cabeza de los animales vertebrados superiores están también presentes en esta anémona.[1] 

Es decir, en un invertebrado cnidario que carece de cabeza. Además, se ha comprobado que dichos genes no existen en las moscas de la fruta ni en los nematodos, lo cual contradice la extendida creencia de que los organismos se vuelven cada vez más complejos a medida que evolucionan. Por el contrario, este hallazgo sugiere que el genoma de los animales considerados primitivos y ancestrales era en realidad bastante complejo y que el ADN de insectos como las moscas y los gusanos debió perder parte de dicha complejidad a medida que evolucionaban. 

En otras palabras, esta anémona del género Nematostella es el equivalente genómico del famoso conejo precámbrico de Haldane. Un animalito acuático que sigue vivo todavía hoy, cuyo ADN poseía ya, a finales de la era precámbrica, toda la complejidad de las especies que vendrían supuestamente cientos de millones de años después. ¿Qué sentido tiene esto? La idea de previsión es completamente contradictoria con la teoría de la evolución que se fundamenta sobre el azar de las mutaciones. Esta teoría supone que los organismos complejos surgieron de los simples, pero esta anémona con su complejidad temprana, indica todo lo contrario. ¿Se replanteará el evolucionismo sus convicciones o hará como siempre, resistirse a la prueba de la falsación?

Tomé esta imagen (arriba) de otro cnidario diferente, Parazoanthus axinellae, que recubre las paredes sombrías de las cuevas submarinas de las costas mediterráneas.

[1] Putnam, N. H. et al., 2007, Sea Anemone Genome Reveals Ancestral Eumetazoan Gene Repertoire and Genomic Organization, Science,  06 Jul 2007 Vol. 317, Issue 5834, pp. 86-94. 

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