La España evangélica recordó ‘los pilares de la fe’ de J.M. Martínez

Un culto en memoria de un gran siervo de Dios, cuya nota dominante ha sido de gratitud al Señor, a quien se debe toda la gloria, en esta vida y en la eternidad.

BARCELONA · 23 DE FEBRERO DE 2017 · 22:00

Un momento del memorial en la Iglesia de Calle Verdi,iglesia evangélica, verdi barcelona
Un momento del memorial en la Iglesia de Calle Verdi

El pasado sábado 18 de febrero, a las 18.00h., tuvo lugar en la Iglesia Evangélica Bautista de Gracia, sita en la calle Verdi de Barcelona, un culto memorial y de acción de gracias por la vida de José María Martínez, pastor de la iglesia entre 1948 y 1979, que pasó a la presencia del Señor el 19 de junio de 2016. 

En la portada del programa editado para la ocasión figura una fotografía de José María Martínez en plenitud de fuerzas, tomada mientras se dirigía desde el púlpito de la iglesia a una congregación que escuchaba absorta sus palabras, en un templo abarrotado, fruto de la iniciativa y supervisión del propio Sr. Martínez en los años ciertamente difíciles de la época franquista.

En el interior del programa, se ve otra imagen del Sr. Martínez, que irradia la serenidad y pulcritud que le caracterizaban, encabezada por el texto bíblico que motivó este acto de conmemoración: «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe» (Hebreos 13:7). Debajo de la fotografía se lee una cita del propio José María Martínez, que define su ministerio pastoral: «Quien asume el mensaje central de la Escritura asienta su fe sobre la Roca de los siglos. Sus convicciones no serán conmovidas. La Palabra de Dios es la Roca de mi fe».

 

La España evangélica recordó ‘los pilares de la fe’ de J.M. Martínez

 

UN HOMENAJE HERMOSO E IMPACTANTE

El acto de homenaje, hermoso e impactante de principio a fin, contó con la magnífica participación musical de David Andreu, miembro de la iglesia, cuyo preludio pianístico creó una atmósfera de recogimiento propia de la ocasión. El culto se cerró con un postludio que brindó a la congregación unos momentos de reflexión tras dos horas y media de intensa emoción. Durante el acto, su poderosa maestría organística dio alas al espíritu de gratitud que en todo momento embargó a la congregación.

Presidió el culto Francisco Mira, anciano de la iglesia, que citó palabras que el propio Sr. Martínez había pronunciado en memoria de otro destacado siervo del Señor, Juan Solé Herrera, invitando a «agradecer el don y al Dador». Tras dar la bienvenida a las más de cuatrocientas personas que asistieron al acto venidas de Barcelona, Catalunya y distintas partes de España, se cantó el maravilloso Alma, bendice al Señor, rey potente de gloria, que los miembros veteranos de la iglesia recuerdan como ‘el himno del exilio’ ya que se aprendió en tiempos del cierre de su local en 1958, y fue el primer himno que se cantó cuando la iglesia se reabrió.

Seguidamente, Higinio Cortés, también anciano de la iglesia, dirigió una oración de profunda gratitud al Señor.

A continuación, Pablo Martínez, hijo de don José María, leyó una mínima selección de los cientos de testimonios recibidos de particulares e hizo una mención más detallada de los mensajes de distintos organismos evangélicos así como del Ministerio de Justicia y de la Generalitat.

Daniel Giralt Miracle, miembro del Consejo de Ancianos de la iglesia, dirigió seguidamente sentidas palabras de recuerdo de José María Martínez, a quien definió como maestro, consejero y fiel expositor. Con la voz quebrada por la emoción recordó los «tiempos difíciles y tiempos de bendición», de la época de Pasatge Noguès, y los 31 años de pastorado del Sr. Martínez en Verdi, del que destacó su capacidad de hermenéutica y exégesis, en un «castellano de Valladolid» (aunque era navarro de nacimiento). Por último, recordó a José María Martínez como un «constructor de almas y de templos», que además «se vestía siempre de manera exquisita».

Tomó la palabra Elisabet Martínez Vila, hija mayor del homenajeado, cuyo testimonio aportó momentos muy bellos de recuerdos de su niñez en el seno del hogar. Mencionó la figura indispensable de su madre, doña Julia Vila, cuya discreta presencia y eficaz labor tanto contribuyó a la estabilidad de la familia y al ministerio de su marido. Dijo que su padre se interesaba por sus juegos, por sus estudios, por sus problemas e ilusiones. Recordó cómo una noche de 1960 la policía entró en la casa a la 1 de la madrugada y secuestró toda la edición de un libro que marcaría un hito en la historia evangélica en España, Tu vida cristiana. La previsora intervención de doña Julia impidió, sin embargo, que los agentes pudiesen interrogar a su marido.

 

ROCA DE LA ETERNIDAD

La congregación se puso en pie para cantar el hermoso himno Roca de la eternidad. Quien redacta estas líneas no recuerda haber escuchado en muchos años cantar estos himnos con la emoción y fervor, poderío y convicción, con que se hizo en este culto de conmemoración. Transmitían un concepto que tanto le habría agradado al Sr. Martínez: Toda la gratitud a Dios. Toda la gloria a Cristo.

Se sucedieron palabras de reconocimiento que necesariamente resumiré de manera muy concisa. Francisco Mira leyó, en primer lugar, una breve carta remitida por Juan Antonio Monroy, en la que atestiguó su admiración por quien fue amigo, maestro, y admirado escritor: «Los grandes hombres no mueren, sus obras siguen».

José de Segovia repasó obras esenciales de José Maria Martínez, destacando su exquisito castellano y su capacidad de adaptar su material al contexto español. Dijo que la mejor manera de recordar al Sr. Martínez era leyendo, y dando a leer, sus libros, entre los que destacó Job. La fe en conflicto, y Tu vida cristiana, un texto nunca superado y más relevante hoy que nunca. Recordó el «proyecto visionario de Ediciones Evangélicas Europeas» creado junto con José Grau.

A continuación Manuel Rodríguez, discípulo primero, más tarde pastor adjunto y finalmente  pastor titular de la iglesia durante 10 años, destacó sobre todo su faceta pastoral, sus visitas (breves, pero muy valoradas) y su cariñosa, y siempre discreta, preocupación personal. Recordó conversaciones trascendentales para su vida cuando era joven, en campamentos de verano, y durante paseos por el campo, en los que nació su deseo de bautizarse y consagrarse al servicio del Señor.

A continuación Yolanda Sintes, «columna de la iglesia durante más de 50 años», elevó una oración de gratitud al Señor llena de emoción.

Dos nuevas intervenciones cerraron los testimonios de reconocimiento. Stuart Park habló de tres cualidades esenciales del Sr. Martínez: su profundo conocimiento de la Palabra; el esmero y la pulcritud de sus palabras, tanto dichas como escritas; y la ausencia de toda ostentación. José María Martínez no buscó su propia gloria, ni se predicó a sí mismo.

Por último («por orden de edad», se explicó) tomó la palabra Pablo Wickham, quien recordó al amigo y colaborador en distintas labores literarias. Destacó su claridad y precisión en el empleo de las palabras, su discernimiento ante asuntos complejos, y la templanza de quien «nunca exageró, ni se alteró». No faltó el recuerdo a Ernesto Trenchard «mi mentor» –dijo– co-autor junto con el Sr. Martínez de Escogidos en Cristo, un libro fundamental.

Cerró el apartado de testimonios quien fue pastor de Verdi durante 13 años, David Burt, quien dio gracias por la vida de José María Martínez, y pidió la bendición del Señor sobre la exposición de la Palabra a cargo de Pablo Martínez Vila.

Antes del mensaje se cantó un célebre himno, retocado en su versión catalana por el propio José María Martínez, Sublim fou la Gràcia del Senyor. Quien redacta estas líneas disfruta enormemente de los himnos cantados en catalán, si bien Pablo explicó que el desarrollo del culto era mayormente en castellano ya que el culto se estaba grabando para su divulgación en el resto de España y América Latina.

 

‘LOS PILARES DE LA FE’

 

Un momento de la intervención de Pablo Marttínez

Difícilmente se puede hacer justicia a un mensaje rico, expuesto con la precisión que recuerda la de su padre, en el que Pablo habló de los cinco pilares de la fe que habían sostenido la vida de José María Martínez: pilares divinos, sin olvidar un pilar humano que fue su esposa Julia. El mensaje puede considerarse como una continuación, o segunda parte, del que había predicado el día de la despedida de su padre, basado en el Salmo 73:23-26, texto que figuraba impreso en la contraportada del programa.

Pablo desarrolló los ‘cinco pilares de la fe’ a partir de citas directas de los escritos de su padre, y de la estrecha convivencia con él durante su larga vida. Se pueden resumir así:

1 Dios guiando: el tejido misterioso de la providencia 2 Cristo cautivando: prendido y prendado de Cristo 3 El Espíritu Santo llamando: vocación y ministerio. 4 La Palabra de Dios fortaleciendo: la Biblia, Roca de mi fe. 5- El Cristo vencedor acompañando: la suprema esperanza ante la muerte

Con estas emotivas palabras se cerró el acto, no sin antes anunciar un obsequio para todos los asistentes, un ejemplar del libro Cristo el incomparable en una  edición especial preparada por la familia expresamente para este culto Memorial.

En resumen: un culto memorable en honor de un gran siervo de Dios, cuya nota dominante ha sido, y será, de gratitud al Señor, a quien se debe toda la gloria, en esta vida y en la eternidad.

Próximamente más información en http://www.memorial-jmm.org

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