La lluvia: de Jerusalén al Mar Muerto

Solamente una pequeña parte de la lluvia de Jerusalén, resbala por la pendiente opuesta hacia el este y llega al Mar Muerto.

16 DE FEBRERO DE 2017 · 20:40

Foto: Antonio Cruz.,
Foto: Antonio Cruz.

Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía (Dt. 11:4).

Las resecas tierras de Judea ven la lluvia muy de tarde en tarde. Las nubes cargadas de agua llegan a Tierra Santa en la estación lluviosa (de diciembre a febrero) procedentes del Mediterráneo.

 

Foto: Antonio Cruz.

En la región montañosa central, donde se ubica Jerusalén, pueden recogerse de 500 a 800 milímetros de agua por metro cuadrado al año. Sin embargo, en el Mar Muerto (situado unos 400 metros por debajo del nivel del mar) sólo de 150 a 200 milímetros por metro cuadrado.

Y al sur del Mar Muerto y en el valle de Arabá esta cantidad disminuye sorprendentemente hasta unos 30 milímetros por metro cuadrado y año. ¿A qué se debe semejante desproporción en un país tan pequeño?

 

Foto: Antonio Cruz.

Casi toda el agua de lluvia que cae en la región montañosa central vuelve por escorrentía al Mediterráneo. Solamente una pequeña parte de la lluvia de Jerusalén, resbala por la pendiente opuesta hacia el este y llega al Mar Muerto, erosionando el desierto de Judea y generando torrentes y aluviones con gran poder erosivo, como el de la imagen. El ambiente seco y cálido de estas regiones fue el que permitió la buena conservación de los rollos del Mar Muerto encontrados en diferentes cuevas.

A pesar de todo, el Mar Muerto se evapora a gran velocidad y continúa disminuyendo su nivel. Esto genera hundimientos en la costa y socavones que pueden verse a gran distancia. Sin embargo, todavía es posible observar sus azuladas agua recortadas por los blancos costrones de sales. Y, por supuesto, bañarse en ellas.

 

Foto: Antonio Cruz.

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