Textos sobre Juan A. Mackay

Veremos textos que comentan acerca del contenido del libro 'El otro Cristo español', de Juan A. Mackay, que muy mucho he estado citando.

12 DE FEBRERO DE 2017 · 11:20

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Quiero hacer un paréntesis para difundir distintos textos que comentan acerca del contenido del libro El otro Cristo español, de Juan A. Mackay, que muy mucho he estado citando. El libro, El otro Cristo español, editado en 1932, interpreta la realidad espiritual y cultural de las naciones ibéricas e iberoamericanas.

Cito un fragmento que pienso es esencial: "el Cristo español que vino a América es el Cristo de la muerte, el crucificado impotente que sólo puede producir lástima. El otro Cristo, el Cristo vivo de los místicos, de los reformistas españoles, fue sofocado en España y no llegó a América. Quedan allá testigos, y los hay también aquí. Pero la realidad religiosa latinoamericana está signada por el Cristo de la muerte, el Cristo 'que ha puesto a los hombres de acuerdo con la vida, que les ha dicho que la acepten tal como es, y las cosas, como son, y la verdad tal cual parece ser'. El otro, 'el que hace que los hombres no estén satisfechos... y que les dice que por medio de él la vida será transformada y el mundo será vencido... ese Cristo quería venir, pero se lo estorbaron... Mas hoy, de nuevo, se escuchan voces de primavera que anuncian su llegada".

Empezaré por el Prefacio que el autor escribió para la primera edición en inglés de este magnífico y retador libro.

 

PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN EN INGLÉS

Juan A. Mackay (México D.F., 14 de abril de 1932, primer aniversario de la República Española). 

"Aunque el tema principal de este libro es Hispanoamé rica, quien quiera entender la historia y problemas espiri tuales de los países hispanoamericanos debe primeramente volver sus pensamientos a la tierra ibérica en que nacie ron sus conquistadores. El apreciar debidamente la pere grinación espiritual de este continente, depende de que se conozcan las fuerzas psíquicas que, emanando de Es paña y Portugal, han forjado la vida y la historia todas de los países que lo componen desde los tiempos de la Conquista hasta hoy.

La caída de la Monarquía Española, y la subsecuente transformación de un país al cual corresponde el honor de haber dado a la historia el primer gran Estado moderno, han despertado un nuevo interés en España y lo español. La Revolución de abril de 1931, aun cuando fortalecía los vínculos espirituales que unen a la madre patria penin sular con sus antiguas colonias de América, otorgó a Es paña un título genuino a formar parte del nuevo mundo hispánico, del cual puede decirse, sin exageración ni male volencia, que es 'un rosario de cráteres en actividad'. Parte de esta actividad volcánica brota de condiciones sociológicas heredadas que la hacen inevitable; otra parte, sin embargo, y que va en aumento, es expresión de ese conflicto de ideas que tan trágicamente divide la opinión moderna con respecto a la forma que debe asumir un verdadero orden social. En el mundo del mañana, que se encuentra más allá de la polvareda y estrépito de la actual crisis de la sociedad, los países que forman el grupo hispánico de naciones ocuparán, por razones múltiples, un lugar único en la arena internacional. Su situación del momento recuerda la antigua visión del Profeta de Anathoth, cuando vio en el desierto de Judea florecer un al mendro y muy cerca de él un caldero hirviente. Es evidente que se acerca una nueva primavera, pero ¿quién se aven turaría a predecir si las brisas primaverales de Dios trae rán primero, al orear las pampas y las sierras, el aroma de los almendros en flor o la espuma del caldero en que se engendran las tempestades?

Este libro se limita a tratar de un sólo aspecto de la vida y pensamiento de los países a que está dedicado, a saber, el aspecto religioso; pero se esfuerza por tratarlo de la manera más completa posible. Su propósito es ofrecer una introducción general al estudio del problema del mun do hispánico que todos admiten que es su problema capital. No obstante, no se trata en este libro, por referencia directa, de todo el mundo hispánico. En nuestro cuadro no entran diez naciones hijas de España que se encuentran al norte del Istmo de Panamá. Sin embargo, el excluirlas no altera en esencia el carácter representativo del estudio emprendido en estas páginas, en virtud de que dichas naciones reproducen en general los mismos rasgos y ten dencias espirituales de sus hermanas las naciones del sur. Por otra parte, el incluirlas nos obligaría a tratar de Mé xico, y debido a las luchas religiosas que han venido te niendo lugar en este país, y que dan origen a numerosos rasgos originales, algunos de los cuales jamás se darán quizá en la mayoría de los países hispánicos, sólo puede tratarse adecuadamente de México dedicándole un estudio especial.

Se observará, además, que concedemos más atención a España y las tierras sudamericanas por ella colonizadas, que a Portugal y su gran vástago, la moderna República del Brasil. La razón por la cual tratamos del alma ibérica como fundamentalmente española, es que en los tiempos de oro de la historia peninsular, Portugal no era más que una 'variante' de España, tan espiritualmente afín al país mayor como hoy lo son Cataluña y el País Vasco. En cuanto a ese país, tan extraordinario territorial y espiri tualmente, que es el Brasil, el autor espera que alguien que esté completamente compenetrado de su espíritu, vida y literatura, dará expresión en un futuro no lejano a las cuestiones religiosas con que dicho país se enfrenta, en una forma para la cual quien esto escribe no se considera capaz, debido a la limitación que le impone el hecho de haber estado relacionado casi exclusivamente con las re públicas de habla española del continente.

Lo que aquí ofrecemos al lector es un primer intento de tratar en conjunto del problema religioso de esas na ciones: Las voces interpretativas a que el autor presta atención en estas páginas son casi por completo pertene cientes a figuras representativas de sus respectivos países, y no pocas de ellas gozan de reputación internacional en el mundo de habla española. Una de ellas, Miguel de Unamuno, figura entre las escasas voces proféticas de nuestros días, y el número de sus lectores angloparlantes aumenta cada día merced a las traducciones de sus libros al inglés; pero la mayoría de los otros autores que citamos aquí son todavía poco conocidos para el mundo anglo sajón.

El concepto que el título de este libro encierra, hace surgir desde luego la cuestión de si no hay también otro Cristo británicoamericano que espera ser redescubierto. Pues si España recibió en el siglo XVI una visión religiosa que no quiso o no se le permitió seguir, la religión británicoamericana ha mostrado, en tiempos recientes, la ten dencia a perder la visión espiritual que el siglo XVI legó al cristianismo evangélico. Un cierto número de figuras románticas que llevan cada una el nombre de Cristo y en que se encarnan los ideales particulares de sus varios grupos de admiradores, han suplantado al Cristo verda dero. En realidad tanto el mundo anglosajón como el mundo hispánico están abrumados por una necesidad común: 'conocer' a Cristo, 'conocerlo' para la vida y el pensamiento, "conocerlo" en Dios y a Dios en Él. Pablo de Tarso, el más; grande 'Cristóforo' y 'Cristólogo' de la historia, es decir, el supremo portador e intérprete de Cristo en la era cristiana, ocupa el terreno común que hispánicos y anglosajones tenemos que pisar juntos. A llegar a ese punto nos ayudarán, tanto a unos como a otros, una gran sucesión de guías que va desde Unamuno, Barth, Kierkegaard y Juan Wesley, pasando por Fray Luis de León, Martín Lutero y San Agustín, el obispo de Hipona. La salvación de unos y otros depende de que  reconozcamos el hecho de que el cristianismo es por completo algo diferente de lo que comúnmente usurpa ese nombre".

 

PRÓLOGO A LA NUEVA EDICIÓN DE "EL OTRO CRISTO ESPAÑOL" (1989)

Comentario de John H. Sinclair (diciembre de 1988)

"... Cristo vino a América. Desde Belén y el Calvario, pasó por África y España en su largo viaje al Occidente hasta las pampas y cordilleras. ¿Pero fue realmente Él quien vino, o fue otra figura religiosa que portaba el mismo nombre y alguna de sus marcas? Pienso a veces que el Cristo, de paso a Occidente, fue encarcelado en España, mientras que otro que tomó su nombre se embarcó con los cruzados españoles hacia el Nuevo Mundo, un Cristo que no nació en Belén sino en Noráfrica. Este Cristo se naturalizó en las colonias ibéri cas de América, mientras el Hijo y Señor de María ha sido poco más que un extraño y peregrino en estas tierras desde los tiempos de Colón hasta el presente...".

En el centenario del nacimiento de Juan A. Mackay y año de la nueva edición de El Otro Cristo Español, cabe preguntar: ¿Cómo se explica el amor de Mackay, escocés de nacimiento, a la cultura española e iberoamericana? ¿Cómo logró pro fundizar en la historia espiritual hispana?

En El Otro Cristo Español Mackay presenta la rica tradición española 'del otro Cristo', el de los místicos españoles, el Cristo de los Evangelios y de Santa Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, y Fray Luis de León. 'Este otro Cristo quería venir a Sudamérica, pero se lo estorbaron' (p. 141). Mackay traza la llegada del 'Cristo Español' a la América del Sur y su aparición como 'un Cristo criollo, un Cristo a quien se conoce en vida como un niño y en la muerte como cadáver...' (p. 121). A este Cristo le han faltado 'los dos rasgos constituyentes de la religión cristiana: la experiencia espiri tual interna y la expresión ética interna...' (p. 139).

J. B. Trend, profesor de español en la Universidad de Cambridge escribió de este libro: 'Es la mejor obra moderna sobre la historia espiritual de España'. José Ortega y Gassett agregó que 'Mackay establece hitos y traza relaciones que otros escritores apenas discernieron'. El historiador brasi leño Antonio Gouvea Mendoça comenta en este año que El Otro Cristo Español 'representa, todavía hoy, el más pro fundo y penetrante análisis de la espiritualidad iberoame ricana'.

Para valorar esta obra en perspectiva, hay que saber algo de la formación del autor, su larga y fecunda vida, y en particular del contexto histórico en que escribió.

 

1.- El autor: su formación y obra

John Alexander Mackay nació el 17 de mayo de 1889 en Inverness, Escocia. Sus padres eran miembros activos de la Iglesia Presbiteriana Libre, una pequeña denominación di sidente dentro de la familia reformada escocesa. La disci plina de la pequeña congregación era estricta, y aun los deportes les parecían pecado. La familia guardaba fiel mente el culto familiar y asistía a la iglesia dos o tres veces los domingos; también participaba en reuniones de predica ción y comunión al aire libre en las montañas durante el verano. Fue allí donde Juan A. Mackay adolescente tuvo una experiencia espiritual que dio a su vida una dirección definida. Allí sintió el llamamiento al servicio cristiano. Siendo octogenario, Mackay describió esa experiencia de la manera siguiente: "Dios me asió y se hizo real en mi vida... Aprendí que el Creador del Universo no es un ser para el más allá, sino una realidad actual aquí en el camino de la vida".

La Academia Real de Inverness y la Universidad de Aberdeen imprimieron en Mackay una preparación excelente; se graduó en 1913 con varios premios y obtuvo una beca para seguir estudios de posgrado. Durante los años en Aberdeen asistió a una congregación bautista porque no había iglesia de su denominación allí. Conoció a su futura esposa, Jane Logan Wells, y recibió la inspiración para ser misionero en América Latina. En 1910 Mackay escuchó a Robert E. Speer en Aberdeen, y leyó su obra South American Problems, en que Speer relataba su viaje de seis meses en 1909 por el conti nente.

Después de graduarse del Seminario Teológico de Princeton en 1915 (obtuvo otra beca de estudios) y después de un viaje de ocho semanas a América del Sur, al que le envió la Junta de Misiones de la Iglesia Escocesa Libre, fue a Madrid al Centro de Estudios Históricos. Allí Mackay se sumergió durante ocho meses en la cultura e historia españolas. Conoció al famoso filósofo Miguel de Unamuno; Mackay decía de la influencia profunda de aquél sobre su vida: 'Unamuno me llevó a comprender la plena dimensión de lo que significa ser hispano y lo que es la cultura hispana'. Entonces no fue por casualidad que Mackay escribió su tesis doctoral en Lima (1919) sobre el ilustre pensador español. Mackay llegó a hablar un español impecable, leía toda clase de literatura española y se identificaba personalmente con los anhelos de los españoles. Pero Mackay siempre mantuvo una perspectiva crítica de la cultura española como también de la anglosajona. En el prefacio de El Otro Cristo Español menciona 'un Cristo británicoamericano' que encarnaba los ideales peculiares de esta cultura.

Mackay afirmaba que el mundo anglosajón, y no menos el mundo hispánico, necesitaba "conocer a Cristo" en todo lo que significa aquel encuentro con Lo Divino.

Mackay contrajo matrimonio en 1916, y él y su esposa fueron comisionados por la Iglesia Escocesa Libre para ser misioneros y educadores en Perú. Fundaron allí, en 1917, el Colegio Anglo-Peruano (hoy día Colegio San Andrés). Mackay fue prominente en círculos literarios y académicos en Lima, y fue invitado por los organizadores a la Conferencia de Obra Cristiana en Montevideo para presidir en 1925 una importante comisión.

En 1926 el misionero escocés aceptó ser secretario de la Asociación Cristiana de Jóvenes Sudamericana, con sede en Montevideo y más tarde en la Ciudad de México, hasta el año de 1932. Viajaba por el continente y pronunciaba confe rencias en las universidades bajo los auspicios de la ACJ. Fue uno de los oradores de la Conferencia Misionera Mundial de Jerusalén en 1928. Escribió sus dos primeros libros en español en este período y preparó el material detallado para The Other Spanish Christ. Eran años de intensa actividad, inquietud y reflexión sobre las realidades espirituales del continente. Los cuadernos, apuntes, anécdotas, borradores y tratados de Mackay escritos entre los años 1926 y 1932, revelan la profunda investigación realizada antes de escribir lo que se considera hoy su libro monumental.

En 1932 la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos llamó a Mackay para ser secretario de la obra misionera en Amé rica Latina y África con sede en Nueva York. Posteriormente, en 1936, pasó a ser presidente del Seminario Teoló gico Presbiteriano de Princeton donde llegó a ser una figura mundialmente conocida. Durante los 23 años de su presi dencia, la institución llegó a ser una de las instituciones más influyentes en el mundo cristiano. Mackay también fue pre sidente de la Alianza de Iglesias Reformadas (Presbiteria nas) Mundial y del Concilio Misionero Mundial. Fue miem bro de los Comités Provisional y Central del Consejo Mun dial de Iglesias y miembro de la Junta de Misiones Extranje ras de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos. Durante su período de Moderador de la Asamblea General escribió la famosa "Carta a los Presbiterianos" como una respuesta a la crisis nacional provocada por el senador anticomunista McCarthy en 1953.

Mackay obtuvo doce títulos de doctor ad honoris de institu ciones en Estados Unidos, Europa, Asia, Escocia y Canadá. Dictó conferencias en veinte seminarios y universidades. En los primeros años después de su jubilación en 1959 se man tuvo muy activo como conferencista, escritor y consultor. Residía junto con su esposa en Chevy Chase, Maryland, y era profesor adjunto de "El Pensamiento Hispano" en The American University. A la "segunda jubilación" en 1969, Mac kay y su esposa se trasladaron a la comunidad de jubilados cerca de Highstown, New Jersey. El doctor Mackay murió el 9 de junio de 1983, mientras las Asambleas Generales de las dos grandes familias presbiterianas celebraron la reunión histórica en Atlanta. La señora Jane Wells de Mackay, ciega e inválida pero lúcida hasta sus últimos días, murió sobrepa sando los cien años de edad en 1987. Los cuatro hijos Isabel, Elena, Ruth y Duncan viven en Estados Unidos. Las tres hijas son esposas de ministros presbiterianos y Duncan es anciano gobernante en The National Presbyterian Church en Washington D.C.

 

2.- El contexto histórico de 'El otro Cristo español'

La obra ha de valorarse dentro del momento histórico en que fue escrita. Fue un período de toma de conciencia del protestantismo latinoamericano y el surgimiento de esa nueva identidad de ser cristiano evangélico latinoamericano. Esta conciencia empezó a palparse después del Congreso de Obra Cristiana en Panamá (1916), cuando represen tantes de diecisiete países latinoamericanos se reunieron por primera vez.

La nueva generación de líderes evangélicos del período 1916-1932 y las misiones protestantes en América Latina se preguntaban: '¿Por qué una obra protestante misionera en América Latina?'. Mackay también se preguntaba: '¿Por qué estoy yo sirviendo como misionero aquí?'. El clero romano co menzaba a preocuparse por el crecimiento del protestan tismo. Los evangélicos eran perseguidos en muchos países. Durante los seis años de trabajo con la Asociación Cristiana de Jóvenes, Mackay sintió una doble inquietud: la de los jóvenes católicos rebeldes que anhelaban una renovación es piritual dentro del catolicismo, y la inquietud de los jóvenes protestantes en busca de una orientación que no les enaje nara sus raíces culturales. Mackay respondió a estas inquie tudes con una afirmación clara de que sí hay una misión para el cristianismo evangélico en América Latina. La cru zada que James Thomson empezó en 1816 al llegar a Bue nos Aires continuaba siendo una misión legítima y urgente. The Other Spanish Christ significó para el mundo anglosajón una afirmación resonante de las misiones evangélicas en el continente americano. Lástima que la traducción al español tardara veinte años para presentar y difundir el reto en el mundo hispano.

 

3.- La contribución de 'El otro Cristo español' a la literatura religiosa latinoamericana

El libro se divide en tres partes: el relato de la llegada del catolicismo romano a Sudamérica y su curso a lo largo de cuatro siglos; una respuesta a la pregunta de por qué hubo una distorsión de la fe cristiana; y finalmente las corrientes espirituales contemporáneas del continente. La obra fue sui generis en su época. No había nada comparable en español o en portugués que abarcara un campo tan amplio, si bien una generación de escritores trataba el mismo tema desde varias perspectivas: Alberto Rembao, escritor mexicano, en Dis curso a la Nación Evangélica (1949); y escritos de Gonzalo Báez-Camargo, B. Foster Stockwell, Sante Uberto Barbieri, Jorge Howard y W. Stanley Rycroft. El escritor quien captó el tema de Mackay en forma magis tral fue W. Stanley Rycroft, un colega en la obra misionera de Perú. Los dos libros de Rycroft, Sobre este fundamento (1941) y Religión y Fe en América Latina (1961) merecen un lugar importante en la literatura cristiana evangélica del continente.

Después de la generación de escritores de los cuarenta y los cincuenta vienen los autores conocidos por la comunidad protestante de América Latina en el día de hoy: José Miguez Bonino, Rubem Alves, Mortimer Arias, Orlando Costas, Emilio Castro, Julio de Santa Ana, Justo L. González y Richard Shaull. Se ve en el trasfondo de estos escritores un análisis de la historia espiritual de América Latina que re fleja el pensamiento de Juan A. Mackay.

En resumen, El Otro Cristo Español fue factor clave en la legitimación cultural y religiosa de la presencia del cristia nismo evangélico en América Latina. Mackay solía referirse a la condición espiritual de América Latina como "un de sierto espiritual". Esta obra deja para la comunidad evangé lica latinoamericana una herencia espiritual y un desafío de presentar, junto con los cristianos del resto del mundo, el mensaje sencillo de 'conocer a Cristo' ante todo".

 

A MANERA DE PRÓLOGO (De la primera edición en español)

G. Báez-Camargo

"Sorprendió en una ocasión a su auditorio el autor de este libro, declarando que en sus venas no corre una sola gota de sangre anglosajona. Y luego explicó que su origen escocés lo identifica, en realidad, con los celtas, los celtí beros y los íberos, por lo cual, si de raza se trata, cree encontrarse más próximo a nosotros los iberoamericanos, que a los sajones y a los anglos del Reino Unido.

Fuere como fuere, no ha sido para el autor cuestión de raza el haberse interesado desde muy joven en la vida y problemas de España, Portugal y los pueblos americanos que de aquéllos descienden. No es exagerado decir que quizá con la sola excepción de Waldo Frank, no hay otro pensador de habla inglesa que haya estudiado y compren dido más a fondo los problemas espirituales del mundo de habla española y portuguesa.

Y aun esto de llamarle pensador "de habla inglesa" sólo puede referirse a su habla de origen. Pues Juan A. Mackay ha llegado a poseer el castellano con tal maestría, que difícilmente podría decidirse cuál de los dos idiomas maneja con más naturalidad, propiedad y elegancia. Sus conferencias, tanto en castellano como en inglés, además de la profundidad y claridad de sus pensamientos, son toda una cátedra del buen decir.

Sus estudios en Madrid y Lima, y su larga permanen cia en países iberoamericanos, especialmente en Perú y México, le han permitido una auscultación sagaz y a la vez llena de humana simpatía, de la vida y cultura de nuestros pueblos, que ha procurado interpretar a sus pú blicos de Gran Bretaña y los Estados Unidos. El presente libro es considerado como un clásico en lengua inglesa sobre la historia y panorama espirituales de España y la América Española.

El tema no podía ser más fascinador. Con la más alta apreciación de sus valores genuinamente cristianos, Mackay sondea la riquísima tradición religiosa española e iberoamericana, y va discerniendo las huellas luminosas —más aún, el cálido palpitar de vida y presencia— de un Cristo que las convenciones, los ritos y los juegos de la política, han mantenido soterrado: el Cristo de los Evangelios, en el que creyeron y al que amaron entraña blemente los grandes místicos del Siglo de Oro y los grandes santos laicos de nuestros días —como Unamuno y don Francisco Giner—; el 'Otro Cristo Español'.

En el pensamiento de Mackay, la gran renovación religiosa que España e Iberoamérica esperan y urgente mente necesitan, consistiría, esencialmente, en rescatar de su sepulcro de tierra a este 'Otro Cristo' que es el Cristo verdadero y al que en sus mejores y más iluminados momentos de intuición espiritual, el alma hispánica se abrazó, abrasándose en Él su más íntima entraña. Eco, este de la voz de Mackay, de la de su gran maestro Una muno, que en su prefacio a la 'Vida de Don Quijote y Sancho', convocaba a una cruzada espiritual para ir a rescatar a Cristo de su moderno sepulcro.

Interesante es, en la proyección del pensamiento del autor, el papel esencial que el protestantismo desempe ñaría en esta gran renovación ibérica e iberoamericana: sería, en última instancia, no el trasplante de una forma exótica de religiosidad, sino contacto suscitador, golpe de azada para despejar de escombros y extrañas vegetaciones el camino que conduce a los pies del Cristo de los Evangelios, que siendo Cristo universal es también, y por ello mismo, Cristo español. Así se plantarían las semillas y se abonaría el terreno para una propia, íntima y vasta reformación religiosa, acorde con la índole del alma hispá nica, cuyo hecho fundamental sería el redescubrimiento del 'otro Cristo español', el Cristo que habiendo sido carne de nuestra carne, es Vida, Espíritu y Verdad.

Lo cierto es que esa reformación -que ha de ser un renovar de vida- ya tarda mucho. Cuando el autor escri bió este libro, España acababa de levantarse de su parálisis de siglos y echaba a andar por nuevas rutas espiri tuales. Entonces parecía inminente la gran renovación. Y en América, los pueblos parecían prontos a sacudirse el estupor secular que las inquietudes de nuestra vida in dependiente no acababan de desterrar. Al aparecer la presente edición castellana, la reacción que se asentó en España, y que un complejo de circunstancias históricas recientes ha contribuido a suscitar en América también, parece alejar cada día más el horizonte en que "Dios amanecerá" -que decíase en el Quijote- para Ibero américa y las naciones que le dieron vida.

A la luz -o mejor dicho, a la sombra- de esta situa ción, el entusiasmo y esperanzas del autor podrían parecer demasiado optimistas. Pero hay, sin embargo, en su mensaje, un optimismo esencial que permanece en medio de todos los cambios, por adversos que parezcan. Es el optimismo que se funda en la fe. La fe en el Cristo universal y español, que no ha muerto nunca sin resurrección. El Cristo que, no importa cuán pesada sea la losa que cubre su tumba, la tumba que han querido sellar sobre él los escribas, fariseos y pretorianos de todos los tiempos, no puede morir para siempre y acaba por levantarse de entre los muertos, a la gloria de Dios y para vida de los hombres.

Algún día -¿próximo? ¿remoto?- Cristo resucitará también para los pueblos de tronco ibérico e indio. Y entonces nada ni nadie podrá volverlo a su sepulcro de siglos. Correrá por las vértebras de nuestra América el sagrado estremecimiento de los primeros tiempos del cris tianismo, cuando el mensaje transformador era: '¡Cristo vive! ¡Cristo ha resucitado!'. El cristo de tierra, el cristo muerto, el cristo fetiche, dejará todo el sitio al Cristo Vivo, al Señor de la muerte y de la vida, al Cristo español, americano y universal, al verdadero y único Cristo.

Hacia el punto del horizonte por donde habrá de es plender esa nueva mañana de la Resurrección, señalan, como índices proféticos, las páginas de este libro".

 

PRESENTACIÓN DE LA EDICIÓN ESPECIAL DE CELEBRACIÓN DE LAS BODAS DE DIAMANTE DEL COLEGIO SAN ANDRÉS (antes Anglo Peruano). Por Pedro Arana Quiroz, Presidente del Consejo Directivo del Colegio San Andrés. Lima, noviembre de 1991

"Esta edición de Aniversario, lo es por partida doble. Nuestro Colegio San Andrés (antes Anglo-Peruano) contribuye a la conmemoración de los 500 años de la Colonización y Evangelización de América con la obra cumbre de su fundador. El Otro Cristo Español constituye una interpretación histórico-teológica desde la vertiente Reformada o Protestante de ese evento, como de los puntos culminantes de la vida cultural y espiritual de América Latina hasta el año 1924.

Con motivo de la fecha que se avecina volvemos a planteamos la pregunta: ¿Fue evangelizado nuestro Sub-Continente? Las respuestas son múltiples en nuestros días. Sin embargo, con la perspectiva que da la distancia, en este casi medio siglo, la tesis del insigne teólogo escocés, Juan A. Mackay, adquiere relieves de portentosa perspicacia espiritual.

El maestro Mackay nos hablaba y habla, del Otro Cristo Español, no el de los conquistadores, sino el otro; el de Santa Teresa, de Fray Luis de Granada, Fray Luis de León, de Bartolomé de las Casas, ese Cristo también vino a nuestra América morena, por los frailes que por gracia le conocieron, amaron y proclamaron. Debemos decir entonces que América Latina no fue evangelizada, sino comenzó a ser evangelizada.

Decíamos por partida doble, porque nuestro Colegio San Andrés cumple 75 años de existencia al servicio de la familia y juventud peruanas el 13 de junio de 1992. Con esta edición los Ex-alumnos de la Promoción 65 "Alexander Renwick" testimonian  su gratitud y su esperanza a su Alma Mater. Testimonio al cual nos unimos todos los ex-alumnos.

Gratitud por lo que el Colegio ha significado en la vida personal de cada uno de ellos, como de cada uno de los ex-alumnos en general. Significado que tiene que ver con la formación moral y espiritual que han recibido; y que ha sido la motivación para vivir sus vidas con un sentido de misión, en las tareas que les han sido encomendadas. Gratitud porque en el Colegio comenzaron a percibir la importancia y vigencia del Cristo histórico y cósmico, como aquel que uniendo el poder a su gracia, humaniza nuestra existencia y hace de nuestras vidas agencias de servicio a nuestra sociedad.

Es también testimonio de esperanza, porque en esta forma se coopera con la construcción del nuevo Colegio San Andrés. Todos los fondos que genere la venta del libro serán destinados a esta obra. Pero más allá del importante logro material, está el logro espiritual y moral. La esperanza que Lima y el Perú seguirán recibiendo la contribución académica, artística, atlética, ecológica y religiosa del Colegio San Andrés.

Hemos incluido en esta edición el ensayo del Dr. Samuel Escobar Aguirre, ex-profesor del plantel, titulado 'El Legado Misionero de Juan A. Mackay', pues con él tendremos una semblanza más nítida del alcance mundial de la vida benéfica de nuestro fundador, a quien así rendimos nuestro tributo de gratitud y aprecio, sabiendo que este será el primer ejemplar de la Biblioteca del Nuevo Colegio San Andrés que será llamada 'Juan A. Mackay'.

Nuestro Colegio es testigo del choque creador de tres culturas: la española, la peruana y la escocesa. Los sanandresinos, con justo orgullo podemos decir que somos parte de esa identidad ecuménica tan cara para el fundador del plantel, donde los pueblos se reconcilian y hermanan; y ofrecen lo mejor de sus frutos para beneficiar al mundo. Esperanza posible cuando tomemos en serio al Otro Cristo Español, que no es otro que el de nuestras Asambleas diarias: "El hombre eterno, que nos hace hombres nuevos".

 

UN FRAGMENTO DEL PREFACIO ESCRITO POR MÍGUEZ BONINO (en la biografía de Juan Mackay, elaborada por J.H. Sinclair)

"... Por esto hay que insistir en que la verdadera lectura contem poránea de Mackay hay que centrarla en El otro Cristo español (y en todo caso, en That Other America). ¿Quién es Cristo en América Latina? conocemos bien su tesis: el Cristo español que vino a América es el Cristo de la muerte, el crucificado impotente que sólo puede producir lástima. El otro Cristo, el Cristo vivo de los místicos, de los reformistas españoles, fue sofocado en España y no llegó a América. Quedan allá testigos, y los hay también aquí. Pero la realidad religiosa latinoamericana está signada por el Cristo de la muerte, el Cristo 'que ha puesto a los hombres de acuerdo con la vida, que les ha dicho que la acepten tal como es, y las cosas, como son, y la verdad tal cual parece ser'. El otro, 'el que hace que los hombres no estén satisfechos... y que les dice que por medio de él la vida será transformada y el mundo será vencido... ese Cristo quería venir, pero se lo estorbaron... Mas hoy, de nuevo, se escuchan voces de primavera que anuncian su llegada'.

Es fácil imaginar una apologética protestante tras esta tesis: el Cristo protestante vivo. Me parece que hay aquí en Mackay una tensión no totalmente resuelta. Su visión del catolicismo es sin duda fundamentalmente negativa (aunque rescata, individual mente, numerosas personas e intentos). Los capítulos finales de ambos libros indudablemente ven al protestantismo como una fuerza religiosa positiva. Pero hay otro Mackay profundamente ecuménico para quien la cuestión no es catolicismo/protestantis mo sino el falso Cristo de la muerte/ el verdadero Cristo de la vida librando combate en el catolicismo y en el protestantismo. Y es tan ecuménico que no vacila en rodear al segundo, el Cristo de la vida, de católicos de antes y de ahora y, lo que es más significativo, de semi-herejes, rebeldes e intelectuales agnósticos (sin preten der bautizarlos) y de rescatar en el protestantismo al naciente movimiento pentecostal, a grupos y organizaciones para-eclesiásticas, a los nuevos movimientos ecuménicos entre los jóvenes.

Pero tal vez es más interesante aun su visión de esa comunidad futura del Cristo de la vida en América Latina. No se cansa de fustigar a los misioneros que quieren reproducir en estas tierras calcos de sus iglesias de origen y que 'han fundado una pequeña Gran Bretaña o unos pequeños Estados Unidos'. Es más, se atreve a pensar que 'no hay razón por la cual el descubrimiento de Cristo en la América Latina no haya de crear una expresión institucional propia'. El sueño de Mackay no es la universaliza ción del protestantismo sino la encarnación de Cristo en América Latina. Sin duda piensa que el protestantismo aporta para ello una visión bíblica de un Cristo cuyo significado no se agota en el pesebre y la cruz y una dimensión ética inspirada en ese Cristo que supera un cristianismo formal y supersticioso. La presencia del protestantismo es concebida, en lo que creemos la línea más profunda y auténtica en Mackay, no como un reclamo sino como un servicio.

Pero esta interpretación no absuelve todos los problemas. Por lo menos, no los nuestros al momento en que los latinoamerica nos -católicos, protestantes y de otros credos o de ninguno- a los quinientos años de esta ambigua historia política, social, econó mica, cultural y religiosa tenemos que dar cuenta de quiénes somos y qué queremos.

Si aceptamos como tema fundamental el que, a mi ver con razón, plantea Mackay, a saber quién es Jesucristo hoy en Amé rica Latina o cómo se encarna hoy Jesucristo en la historia y en el pueblo latinoamericano, podemos entrar en un diálogo con aquel padre y hermano en la fe en torno a varios temas...".

 

COMENTARIO DE JOSÉ ORTEGA Y GASSET

En España, el libro de Mackay tuvo un comentario muy favorable de parte de José Ortega y Gasset:

"El otro Cristo español hace un estudio profundo e informado de la realidad espiritual de Indoamérica. Sus observaciones, críticas y evaluaciones de Rodó, Ricardo rojas, Bunge, Francisco Bilbao, Manuel González Prada, Lerdo de Tejada, Hostos, Lastarria, Sarmiento, Haya de la Torre son sencillamente indispensables para comprender la América. Con el sentido de precisión, tan especial de la raza anglosajona, Mackay establece hitos y traza relaciones que otros escritores apenas discernieron". (en el 'Heraldo de Antioquia', Medellín-Colombia, 1936)

Comenta Sinclair que la condenación vino solamente del sector católico romano. Pero la mayor parte de los comentarios fueron positivos. Mackay llegó a ser el vocero más prominente del cristianismo evangélico latinoamericano.

 

Continuaremos hablando de Mackay.

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