Mar (de Galilea) y monte (de bienaventuranzas)

En lo alto de la colina llena de árboles y flores, de lomas verdes, con la alfombra abajo del mar de Galilea, se ve a lo lejos -al otro lado- la sierra seca desértica de la región de Gadara.

06 DE FEBRERO DE 2017 · 17:00

En medio del Mar de Galilea,Israel, Mar Galilea
En medio del Mar de Galilea

Seguimos nuestro recorrido a través de Israel, y en este capítulo salimos de Cafernaúm en una barca por el mar de Galilea (en realidad un enorme lago). No se oye ningún ruido, salvo el de los propios navegantes.

Es un momento especial ya que, más allá de que la fe es ver lo que es invisible a los ojos, uno está seguro de que en estas mismas aguas, con este mismo paisaje y entorno, navegó y viajó Jesús con sus discípulos en las diversas escenas que relatan los Evangelios.

Es la misma sensación de cuando uno vuelve a su hogar lejano, tras un largo periodo de ausencia. Muchas cosas han cambiado, pero el aire se impregna de recuerdos.

Por otro lado, nada más natural y sencillo en el paisaje. Quizás esta mezcla es lo más especial: lo normal teñido de sobrenatural. Dios no eligió para hacerse hombre un lugar de una belleza fuera de lo común, ni el centro de la vida y el poder de su tiempo o del actual. Y sin embargo, su vida, su mensaje, y la tierra que el pisó, siguen siendo a día de hoy el eje sobre el que se mueve la historia de nuestro planeta (y del universo entero, si nos vamos a la esfera de lo trascendente).

Nuestro grupo era bastante bullicioso y alegre en todo momento, y eso pese a sufrir la “manu militari” de nuestro guía, que para aprovechar las horas de sol (anochecía a las 4 o 5 de la tarde) nos levantaba con toda lógica cada día con “toque de queda” telefónico a las 05.00 de la mañana hora de Madrid (06.00 de Israel). Debo decir que todos fuimos obedientes, ojerosos e inicialmente catatónicos, pero obedientes.

 

En la barca, una parte del grupo

Creo que sin duda fue este tiempo en el mar de Galilea (y en la visita a la zona del Gólgota) donde se hizo un momento amplio de silencio respetuoso espontáneo, de reflexión personal. Y en medio de ella, una buena meditación de Antonio Baena (Córdoba).

 

Y en el otro lado de la barca, con Antonio Baena (en pie) compartiendo la Palabra

Ya al otro lado visitamos la orilla donde llamó Jesús a algunos de sus discípulos, en la que solía enseñar y predicar. Algunas zonas forman un perfecto anfiteatro natural, donde uno se imagina al Maestro de Galilea en la barca, o en la pradera donde se cree que realizó la multiplicación de los panes y los peces. De hecho, el sonido es de una transparencia nítida a gran distancia.

Y en esta zona llegamos al monte que tradicionalmente se considera que fue donde Jesús enseñó a sus discípulos las bienaventuranzas.

 

Asun, en la cima del Monte de las bienaventuranzas

En lo alto de la colina llena de árboles y flores, de lomas verdes, con la alfombra abajo del mar de Galilea, se ve a lo lejos -al otro lado- la sierra seca desértica de la región de Gadara. Parece que uno ve la simbología de toda su vida desde su origen hasta el horizonte donde todo acaba. Y en el aire comienzan a sonar las palabras: “bienaventurados…”.

Y sí, uno piensa que en este mundo, que a ratos anuncia flores y primavera y otros abisma desiertos, faenando en el mar de la vida, llegaremos un día donde ahora la vista sólo alcanza a vislumbrar. Pero el corazón nos dice que una vez traspasado ese trámite ineludible, escucharemos en aquella tierra nueva de la Jerusalén celestial las mismas palabras de sus labios “bienaventurados…”.

Esta vez la meditación bíblica estuvo a cargo de Asun Quintana (Madrid). Al día siguiente nos esperaba Jerusalén.

Y ya para terminar, mi poema:

Bienaventurados

Nada especial a la luz de los ojos.

Un mar que es un lago,

dos orillas en un abrazo

de vergel y desierto, verde y oro

bajo la sábana azul del cielo.

Pero si miras con el corazón,

si lees con el alma el Evangelio

podrás ver el eco de una voz

y oir el fogonazo de lo eterno:

“Bienaventurados”

en medio de lo sencillo,

de lo terrible, de lo injusto,

del temor, de la nada,

de la tormenta, del sinsentido,

del inseguro

futuro.

¡Bienaventurado, sí, si estás

allí, subido en Su barca!

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Mirad@zul - Mar (de Galilea) y monte (de bienaventuranzas)