La caída después del orgullo

El orgullo puede subyacer, hasta salir con sutileza, además de una fuerza brutal, en cualquier tipo de persona.

29 DE ENERO DE 2017 · 11:20

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“El orgullo engendra al tirano. El orgullo, cuando inútilmente ha llegado a acumular imprudencias y excesos, remontándose sobre el más alto pináculo, se precipita en un abismo de males del que no hay posibilidad de salir”

              Sócrates

Vivimos tiempos, en los cuales muchas palabras, conceptos, ideas… Se han trastocado por completo. Creo que algo muy grande en este sentido, es el tema del orgullo.

Muchas veces, disfrazado de la más profunda humildad ¡Algo tremendo! Y otras, sin el más mínimo pudor; el orgullo se cuela por nuestros poros y llega a lo más íntimo de nuestro ser.

En ocasiones leo algún Curriculum que me asusta. Nos encanta lucir las más brillantes luces de Neón, y si podemos abultarlo un poquito, mejor que mejor.

Normalmente, la persona más “alta” se muestra como la más sencilla.

Hay algo que recuerdo muchas veces, por la cantidad de ocasiones que se lo escuché repetir a mi padre, quién fue alumno de un brillante alumno de Marañón. Y por esas cosas de la vida, lo conoció; y por causas que no importan ahora, guardaba celosamente en su consulta, una carta escrita a pluma, dedicada por el Dr. Marañón.

Todos conocemos de sobra quien fue este gran hombre; en palabras de D. Ramón Menéndez Pidal “Su huella fue imborrable”. Por la expresa voluntad de esta impresionante persona, en su esquela simplemente se definía:

GREGORIO MARAÑÓN, MÉDICO.

Y es que así suele suceder, esto me emociona demasiado por mil motivos. Pero el orgullo puede subyacer, hasta salir con sutileza, además de una fuerza brutal, en cualquier tipo de persona.

Todos recordamos de quien partió el primer orgullo, del Querubín más hermoso que habitaba en el cielo, era especial, su belleza era extrema, y era el encargado de la alabanza en los lugares celestiales. Pero no le bastó con todo aquello. No sé de que modo, pero muy adentro de si mismo, comenzó a gestarse una envidia y unos celos, que le hicieron querer llegar a ser como el Creador. Estamos hablando de Lucifer, el Querubín más bello. Y aquello concluyó con la caída, siendo expulsados del cielo él, con -según una interpretación bíblica- un tercio de todos los ángeles. Ángeles caídos. Y la consecuencia de todo aquel horror, llega hasta nuestros días, y durará hasta uno de los acontecimientos más espeluznantes, descrito en el libro del  Apocalipsis.

Llevo mucho tiempo pensando en estos temas, en la inevitable caída que trae consigo el orgullo, y no me sale del pensamiento alguien a quien conocemos muy bien. Me estoy refiriendo al rey de Babilonia, Nabucodonosor II.

Este gran rey, era muy poderoso, llevó a su Imperio a las cotas más altas en todos los sentidos, y convirtió a Babilonia en una belleza espectacular con sus templos y los inolvidables “Jardines colgantes de Babilonia” ¡Una de las siete maravillas del mundo!

Hombre atractivo, poderoso, inteligente, gran estratega… Y me quedo corta. Pero a la par, hombre tremendamente soberbio, orgulloso, altivo… Llegó a construir una gran estatua de oro que representaba su persona, estatua que todos tenían que adorar; algo a lo que se negaron algunos jóvenes judíos en el exilio, bajo pena de ser metidos en un horno ardiente. Así fue, pero ni toda la grandeza de Nabucodonosor pudo con el Rey de reyes, que salvó a los suyos.

Me impresiona la vida de Daniel, no todos se ponen de acuerdo, pero parece ser que fue llevado cautivo a Babilonia con unos 18 años; el nombre que le fue puesto allí fue Beltsasar. Daniel y sus tres amigos fueron llevados con propósito, eran de linaje real, muy bien formados en todas las artes y serían muy útiles en la gran Babilonia.

Siempre me maravilló la historia relatada en el primer Capítulo de Daniel, había que tener mucho arrojo para decirle que no a las órdenes dadas por el rey. Pero Dios estuvo muy por encima y honró aquella obediencia. Aquellos cuatro muchachos resultaron ser diez veces más grandes en todo, que todos los demás y es que…. “Dios honra a los que le honran”

Se cree que cuando el profeta Daniel tenía unos 53 años, ocurrió el episodio del tremendo sueño de Nabucodonosor y el árbol. Estamos hablando de muchos años en los que aquel gran siervo del Altísimo, cautivo en la corte de Babilonia, pero sin olvidar ni sus raíces ni a su Dios, creció en absolutamente todo. ¡Esto me encanta!

El rey tuvo un sueño muy raro que le despertó bruscamente, lo recordaba, pero no lo entendía; así que fueron convocados todos los magos caldeos, los agoreros y adivinos…. Nada de nada ¡Era imposible descifrar aquel terrible enigma!

Cuando llegó Daniel ante el rey, supongo que ya peinaba una que otra cana, y todos sabían “su vida y milagros” Sobre todo los milagros que había obrado su Dios en su propia vida.

Nabucodonosor comenzó a contar el terrible sueño, se trataba de un árbol precioso y enorme que tocaba el cielo, con un follaje espectacular, bajó cuya sombra se refugiaban las criaturas más bellas, y en cuyas ramas anidaban los más preciosos pájaros.  Un día, descendió una gran voz desde el cielo que decía, ¡… Cortad el árbol, derribadlo! Pero dejad en la tierra las raíces del árbol, y cubridlas con hierro y bronce. Aquí fue cuando Nabucodonosor se despertó súbitamente lleno de temor. Me da que el subconsciente, también lo tenía “inteligente”

Daniel se tomó su tiempo, como una hora. Imagino la expectación, el ambiente que se “masticaba” y los murmullos del silencio.

Creo que Daniel no tardó mucho en descifrar todo aquel sueño profético, pero tenía sus razones para no decirlo al momento.

¡Oh rey! Comenzó a decir Daniel, ese árbol eres tú, pero tu soberbia y altivez han llegado hasta el cielo, y Dios no te lo va a permitir. En un tiempo, serás despojado de todo y estarás siete tiempos viviendo sin razón, y como un animal salvaje.

Me estoy imaginando la cara del rey, demudada y aterrorizada. ¡Conocéis bien la historia! Pero hay algo que me encanta, y es la osadía de Daniel, fue así desde el principio; aunque Jehová de los Ejércitos lo respaldó vez tras vez.

Daniel se atrevió a aconsejar a Nabucodonosor, y a decirle que cambiara sus caminos; aunque este no obedeció aquel consejo.

Al cabo de un año,  Estaba el rey paseándose por aquellos maravillosos jardines de palacio y con todo el orgullo el mundo dijo complacido:

“¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?”

Fue decir esas palabras y cumplirse todo lo profetizado. Aquello tuvo que ser un espanto, a pesar de que Nabucodonosor ni se enteraba, había perdido la razón por completo y vivía como una bestia salvaje.

Cuando terminó el tiempo predicho, todo sucedió como se había soñado e interpretado. Las raíces de aquel árbol florecieron de nuevo.

Muchos hablan de una conversión de Nabucodonosor, yo no estoy demasiado segura de eso. Pero si es cierto que dijo…

“…. Y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno y su reino por todas las edades…”

Y volviendo hasta nuestros días, donde todo esto se repite a gran escala, pero de forma muy diferente, me gustaría considerar algunas cosas.

Presumía de su atractivo físico, ¿Cómo terminó?. Vivimos tiempos en los que la belleza y la juventud y todos sus cánones parecen invencibles ¡Cuidado! Dios puede terminar con eso en un instante, un accidente, una enfermedad….

Presumía de el status del rey más poderoso que vivía en el más bello palacio. ¿Y nosotros? ¡Cuidado! En un abrir y cerrar de ojos nos podemos quedar sin trabajo, sin casa, sin una posición social determinada, venirnos un revés económico a lo grande…..

Presumía, entre otras cosas, de su gran formación e inteligencia. Siempre me acuerdo de mi madre cuando nos quejábamos de tener que estudiar. Siempre nos repetía lo mismo ¡Ni se os ocurra dejar de estudiar o terminar vuestras carreras y toda la formación posible! Puede pasaros cualquier cosa, eso nadie os lo podrá arrebatar. Cuando pienso en mi papá, que se fue con el Señor atravesando la tristeza de un Alzheimer; o en mi querido amigo Fran que atravesó una ELA  durante más de 20 años, pienso que absolutamente todo nos puede ser arrebatado….. ¡Cuidado!

El orgullo es lo más tremendo a los ojos de Dios, y suele ser el preludio de una caída. A mayor orgullo, mayor altura en la caída.

¡Qué el Señor nos perdone por nuestras muchas faltas! Por, sin darnos ni cuenta, pretender robarle la Gloria al único que se la merece, al Rey de Reyes y Señor de señores que se hizo el más humilde de todos los hombres, y dio su vida en una Cruz para poder salvarnos, aquel que dijo:

“…APRENDED DE MI, QUE SOY MANSO Y HUMILE DE CORAZÓN; Y HALLARÉIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS” Mt 11: 29

Os invito a escuchar una deliciosa canción de René González, ¿DE QUÉ ME VALE? Nada vale de absolutamente nada, si detrás del telón de mi vida, dentro de ella, no está mi Señor, y cuando tengo que salir adelante, la Gloria que brilla, no es únicamente la Suya.

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