Supuesta condición de la buena oveja

No hay amor en este concepto y consentir es menospreciar la obra del Señor.

27 DE ENERO DE 2017 · 11:09

,

Con la comida no se juega. De la oveja, como del cerdo, se aprovechan hasta los andares. Para más decir, algunos responsables abusan de ellas convencidos de que deben estar dispuestas a la sumisión total, entregarse por entero sin rechistar y estar lo mismo para un asao que para un guisao.

Más que formada en la fe, la sumisa oveja eclesial está aleccionada para entregarse al matarife con los ojos cerrados, persuadida de que el Señor la llama a tal estado. La han confundido, le han modificado el comportamiento natural y le han nublado la vista. Le han explicado mal el argumento de como debe ser su vida de entrega a Cristo y no a los hombres. 

El jefe la cocina, poco a poco, a fuego lento, aunque también los hay que desde el principio cortan por lo sano y las atemorizan con llamas instantáneas. El animal nunca sospecha, a saber, que va a ser usado para provecho de otros, ¡ no hay nada más noble que el corazón de una oveja sumisa!

Para estos manipuladores del verdadero mensaje, una oveja que se precie no debe pensar, mucho menos hacer preguntas sobre la vida de sus pastores y sí recibir instrucciones sobre el destino de la suya propia, permitir que le coloquen los hilos propios de las marionetas y dejarse gobernar. 

Una buena oveja ha de dar lana y leche en todo tiempo. Suele pasar que el amo del redil, para sacarle más beneficio, la trasquile incluso en invierno y de ahí quede aventurada a la muerte prematura. Puede ocurrir que la exprima una vez más tras ordeñarla y la oveja no suelte gota, no porque no quiera puesto que ha sido amaestrada en el servilismo, sino porque no tiene nada más que dar. Ciertos dueños maltratan pues, más que acoger bajo su protección, acogen para ganancia propia. Miran el monto con el que lucrarse, no tienen interés en conocerlas.

No hay amor en este concepto y consentir es menospreciar la obra del Señor.

Lo dicho, de la oveja sumisa se procura aprovechar todo, hasta los sesitos, después de lavarlos bien, por supuesto.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Supuesta condición de la buena oveja