Los peligros de la novedosa ‘duda creadora’

En esta serie sobre los mártires reformadores que precedieron a Martín Lutero, también estamos aprendiendo que ‘apologética’ está lejos de ser solo una asignatura de nivel universitario.

08 DE ENERO DE 2017 · 12:05

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Ciertos eruditos cristianos enseñan que para leer mejor la Biblia deberíamos aplicar el método que denominan ‘duda creadora’ 01. Dudar es positivo dicen, pues prepara y capacita todos nuestros sentidos para poner en tela de juicio los valores que hemos recibido de nuestros mayores, entre otros: ‘palabra’, ‘revelación’, ‘verdad’, ‘doctrina’ y ‘conocimiento’.

Tienen en común esos eruditos la reputación de ser indiscutidos maestros en las casas de altos estudios teológicos de no pocas denominaciones históricas.

En ellas cientos de estudiantes obtienen sus diplomas aprobando con tesis en las que, como es lógico suponer, no ponen en duda aquello que les enseñaron. Salen de esos centros habilitados para trabajar como pastores o maestros en cualquiera de las numerosas iglesias esparcidas por el orbe. Lo sepan o no, esos graduados llevan mochilas con las semillas que causarán división, vayan donde vayan.

La división referida no es nueva. Ya a los de la iglesia en Corinto el Apóstol Pablo tuvo que escribir: “Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.” 02

La receta de Pablo es diferente. Lo podemos comprobar leyendo los comentarios de los que se atreven a contradecir a ciertos eruditos. Enseguida se forman los grupos de los que están a favor de uno u otro. En lugar de ir a la Biblia y profundizar en ella hasta saber quién está errado y quién no resulta más cómodo tomar partido por Apolos, Cefas, Pablo o aún por Cristo. Esto es lo que hacían los cristianos en Berea 03 pues, allá y entonces, no había facultades de teología.

En esta serie sobre los mártires reformadores que precedieron a Martín Lutero, también estamos aprendiendo que ‘apologética’ 04 está lejos de ser solo una asignatura de nivel universitario. Esos mártires, defendían el Evangelio al dar su vida por el Verbo encarnado. Fueron tan apologetas como lo habían sido los apóstoles que les enseñaron a amar, practicar y defender el Evangelio de Jesucristo. Así enseñaba Pablo a su hijo espiritual Timoteo:

"Te encargo delante de Dios y del Señor Jesucristo, quien juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que aun teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios malos deseos, y apartarán de la verdad sus oídos y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio." 05

Por si las Escrituras no fuesen suficientes al respecto, esto de resistir enérgicamente a los falsos maestros, y de apartarnos de ellos para no ser condenados, leamos a continuación lo que el mártir Ireneo 06 practicaba y por lo cual fue resistido, perseguido y asesinado por los agnósticos infiltrados en la iglesia. El historiador J. C. Varetto 07 nos lo narra de manera lúcida y sencilla:

 

Ireneo

El siglo segundo no ha producido un cristiano más eminente que Ireneo. Su actividad misionera, su celo por la causa de la verdad, su talento de escritor, sus admirables dotes pastorales y su martirio, le han hecho pasar a la posteridad rodeado de una aureola luminosa.

Nació en Asia Menor y tuvo el privilegio de ser discípulo de Policarpo, de cuyo martirio en Esmirna ya nos hemos ocupado 08.

Toda su vida recordó Ireneo con gran satisfacción que había aprendido la doctrina cristiana de los labios de aquellos que estuvieron en contacto inmediato con los apóstoles. Escribiendo a Florino, quien se había desencaminado de la enseñanza que aprendiera en Esmirna, al mismo tiempo que él, le dice:

"Estas doctrinas (las de Florino) no te las enseñaron los ancianos que nos precedieron, y que estuvieron en trato con los apóstoles; porque siendo aún muchacho yo te vi en compañía de Policarpo, en Asia Menor, porque tengo presente en mi memoria lo que pasaba entonces, mejor que lo que pasa hoy.

Lo que hemos oído en la niñez crece juntamente con el alma y se identifica con ella; a tal punto que puedo describir el sitio donde el bienaventurado Policarpo se sentaba y hablaba; sus entradas y sus salidas; sus modales y su fisonomía; sus discursos que dirigía a la congregación; cómo hablaba de sus relaciones con San Juan y con los otros que vieron al Señor, sus milagros y sus enseñanzas.

Cómo había recibido todo de los que fueron testigos oculares de su vida, lo narraba de acuerdo con la Escritura.

Estas cosas, por la virtud de la gracia de Dios, me impartió a mí, y yo las escuchaba con ansiedad, y las escribí, no sobre papel, sino en mi corazón; y por la gracia de Dios, las recuerdo constantemente con memoria fresca y despierta. Y puedo testificar delante de Dios, que si el bienaventurado presbítero apostólico hubiese oído tales cosas, hubiera gritado, se hubiera tapado los oídos, y, conforme a su costumbre, hubiera dicho: « ¡Oh, mi Dios! ¡A qué tiempos me has traído, para tener que sufrir esto!», huyendo del lugar, donde sentado o en pie, hubiese oído tales palabras". 09

Policarpo transmitió a Ireneo, su espíritu, su carácter, y sus costumbres.

 

Los peligros de la novedosa ‘duda creadora’

Siendo aún joven se estableció en Lyon, donde pronto aparece actuando en calidad de anciano de la iglesia, la cual mostraba para con él gran aprecio y admiración.

Durante la persecución que asoló a las iglesias de Lyon y Viena, parece que se hallaba ausente, pero regresó pronto, y la iglesia le eligió para ocupar el puesto que había dejado Potín, quien como hemos visto sufrió el martirio a edad muy avanzada.

Teniendo que pastorear a esa iglesia y a los grupos de cristianos que había cerca de Lyon, pudo revelarse como un hábil y juicioso conductor del rebaño, haciendo frente a la lucha externa de la persecución, que aún continuaba, y a los conflictos internos producidos por las doctrinas extrañas.

El Oriente, que había mandado excelentes obreros cristianos a Europa a sembrar la buena simiente del evangelio, también mandó enemigos que sembrasen la peligrosa cizaña. La doctrina seguía sintiendo los duros ataques de la herejía. El gnosticismo había ganado mucho terreno. Sus fantásticas especulaciones respondían muy bien al orgullo humano.

Ireneo recordaba lo que había oído a Policarpo, y éste a Juan, acerca de estas peligrosas tendencias. Los gnósticos procuraban hacer del cristianismo una cuestión científica más bien que religiosa. Querían que la sabiduría reemplazase a la fe.

Todo esto sonaba muy bien en los oídos carnales, pero en realidad el gnosticismo no poseía la verdadera ciencia de la cual hacía tanto alarde. Argumentaban sobre el origen del pecado, mientras los cristianos buscaban verse libres del pecado. Confundían el árbol de la ciencia con el árbol de la vida. Pero los cristianos, digámoslo, no se oponían al estudio de estos problemas, sino a hacer consistir la religión en estas enseñanzas estériles, descuidando la ciencia que nos hace sabios para la salvación.

Ocurría entonces lo que ocurre ahora muchas veces con personas mareadas por una ciencia falsa o superficial, que demuestran la más culpable negligencia en lo que afecta a los problemas prácticos de la vida espiritual.

Los montanistas10 también, dentro de lo mucho de bueno que enseñaban, habían caído en errores y excesos un tanto peligrosos, llevando la espiritualidad a un terreno movedizo. Ireneo, a quien Pressensé llama "un ardiente apóstol de la unidad eclesiástica", aspiraba a que todos los que invocaban el nombre de Cristo formasen un solo redil.

Hombre esencialmente moderado, procuraba conciliar las tendencias más opuestas. No se puede decir que lo haya logrado, pero no deja de merecer un sincero aplauso por sus buenos deseos a este respecto. Por amor al orden fue demasiado lejos en sus concesiones a la jerarquía, que ya empezaba a quererse implantar en el cristianismo 11.

En el año 180 escribió su famoso libro titulado Contra las Herejías. Escribe con la habilidad de un griego y piensa con la profundidad de un romano. Presenta a los propagandistas de ideas erróneas cubiertos con la careta de la ortodoxia, entrando en las casas de los cristianos, usando todos los medios astutos para hacerlos mover de la simplicidad que es en Cristo, apelando al orgullo humano, hablando de ciencia y de grandezas aparentes.

Este libro refleja el alma de Ireneo. Fue escrito en un estilo simple, pero varonil, y no con el objeto de alcanzar los aplausos de los labios, sino con el de presentar la verdad cristiana en la forma por él interpretada. Su libro está libre de aquel espíritu de desprecio que suele verse con mucha frecuencia en los libros de controversia.

Creía en la sinceridad de sus adversarios, y si inevitablemente dice algo amargo, lo compara a las medicinas de este gusto, que son desagradables al tomarlas, pero buenas para curar las enfermedades.

"Nosotros los amamos —decía— más de lo que ellos se aman a sí mismos. El amor que les tenemos es sincero, y sería un bien para ellos responder a este amor... Por lo tanto, mientras multiplicamos nuestros esfuerzos para lograr que se conviertan, no cesamos de extenderles una mano amigable".

En esos tiempos los cristianos no temían la discusión, y en lugar de apelar, como más tarde, a la violencia y a las excomuniones, argumentaban bíblicamente y con serenidad para ganar las almas de los que se hallaban extraviados y fuera de la verdadera doctrina.

Según algunos historiadores, Ireneo sufrió el martirio en el año 197, pero la antigüedad cristiana no ha dejado ningún detalle sobre las circunstancias y pormenores de su muerte.

 

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En nuestra próxima, DM, veremos lo que Tertuliano aportó a la iglesia antes de Constantino.


 

Notas

Ilustraciones: el actor francés Jean Louis Trintignant personificando a Hamlet. En oposición al teatro clásico centrado en los acontecimientos más que en los personajes, la obra de Shakespeare nos presenta a un joven atribulado por sus dudas existenciales acerca de la venganza, la muerte y el amor, y con una clara crisis psicológica que capta totalmente la atención del espectador, por encima de la trama. No en balde cualquier actor sueña con interpretar a semejante personaje tan complejo. Foto: http://f.tqn.com/y/libros/1/W/Z/J/-/-/GettyImages-575395737.jpg

Escultura de Ireneo:

https://apologia21.com/2015/03/07/el-canon-biblico-en-el-nuevo-testamento-tradicion-y-escritura/san-ireneo-de-lyon-2/

01. Pero, dudar no es sinónimo de cuestionar. Implantar la duda es fomentar la deducción; ir de lo general a lo particular, como enseñaba Descartes. El Evangelio enseña que dudar es contrario a creer: Mateo 14:31; 21:21; 28:17; Marcos 11:23; Romanos 14:23; “el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra” Santiago 1:6; Judas 1:22. Estudiar la Biblia implica observar cada cosa que leemos en su contexto más amplio, para recién entonces sacar conclusiones generales a ser aplicadas en la vida cotidiana (método inductivo).

02. 1ª Corintios 1:11-13.

03. Hechos 17:10-12.

04. Apologética. Es la rama de la teología que enseña a defender racional e históricamente las verdades de la fe cristiana.

05. 2ª Timoteo 4: 1-5 (RVC)

06. Ireneo de Lyon (130 -¿?), nació en Esmirna (Turquía); fue obispo de la iglesia cristiana en Lyon desde 189. Considerado como el más importante adversario del gnosticismo del siglo II, murió ejecutado por los romanistas. Su nombre significa ‘amigo de la paz’.

07. ‘La Marcha del Cristianismo’ (páginas 75-79).

08. http://protestantedigital.com/magacin/40963/El_martirio_de_sus_fieles_identifica_a_la_iglesia_de_Dios

09. ‘Contra las Herejías’. En cinco volúmenes Irineo denuncia las enseñanzas que sembraban dudas en las filas de cristianos sobre la base de los principios del gnosticismo. Este complejo sistema sincretista de creencias provenientes de Grecia, Persia, Egipto, Siria, Asia Menor, etc., tenía influencias platónicas. Por su complejidad, cantidad de sectas gnósticas y la diversidad de sus creencias, es muy difícil de entender o de sintetizar. Se les llama "gnósticos" por la "gnosis" (conocimiento), ya que afirmaban tener conocimientos secretos obtenidos de los apóstoles y no revelados sino a su elite, los iluminados capaces de entender esas cosas. Muchos grupos gnósticos se tenían por cristianos, por lo que causaban una enorme confusión. Es por eso que la Iglesia tuvo que confrontar los errores del gnosticismo y diferenciarlos del cristianismo auténtico. Desde sus orígenes, las creencias gnósticas fueron rechazadas por los cristianos por ser una peligrosa falsificación del Evangelio. Entre los numerosos escritores cristianos de los primeros siglos que combatieron el gnosticismo, además de Irineo, están Justino, Hipólito y Agustín. Actualmente existe un rebrote de gnosticismo; ejemplo de ello es el éxito de libros y películas como ‘El Código Da Vinci’ que buscan eliminar las doctrinas cristianas suplantándolas con creencias paganas. El secular festejo de la Navidad es otro claro ejemplo.

10. Montanismo. El origen de este movimiento se debe a Montano (muerto en 175), quien había sido sacerdote pagano en Frigia hasta su conversión alrededor del año 155. Algún tiempo después, Montano comenzó a profetizar, diciendo que había sido poseído por el Espíritu Santo para proferir advertencias proféticas. Es común hoy en iglesias carismáticas escuchar frases como ‘declaro en el Espíritu’, ‘el Espíritu me dijo’, ‘declara y se cumplirá’, aun citando la Biblia.

11. Es lo que ocurre con el movimiento ecumenista promovido por el Vaticano para poner a todos los grupos cristianos bajo el sistema Papal.


 


 

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