Nuestras piedrecitas blancas

Como pueblo protestante, al iniciar este 2017 tenemos el reto de considerar quiénes somos, cuál es nuestro mensaje, cuál es nuestra misión, y, desde ahí, extendernos hacia delante.

02 DE ENERO DE 2017 · 15:53

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Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús (Fil 3.13-14).

Francisco Mira, secretario general de los GBU, nos mandó en estos días un whatsapp con este texto al resto del comité ejecutivo. Os Guinness nos contó hace años que los griegos tenían la costumbre de guardar una vasija en la que al terminar cada día iban poniendo una piedrecita, blanca si el día había sido bueno, y negra si había sido malo; cuando alguien moría, sus amigos rompían la vasija y las contaban para saber cómo había sido su vida; es posible que Apocalipsis 2.17 tenga alguna relación con esta costumbre.

¿Cómo han sido tus piedrecitas del 2016? Cada año trae sus piedrecitas negras, sus propias frustraciones, sus objetivos no alcanzados; es bueno reconocer con Pablo “yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado”  -aunque él se esté refiriendo a un objetivo global-, pero es igualmente bueno liberarse de la dependencia del sentimiento de frustración, no permitir que eso limite nuestra andadura en este 2017.

Pablo propone “olvidar lo que queda atrás”, y la palabra usada tiene un sentido de “dejar atrás la preocupación por algo”. Los objetivos frustrados pueden convertirse en un freno de mano que nos atasque, haciéndonos volver continuamente la mirada atrás para lamer las heridas. Ese sentimiento hay que dejarlo atrás, para “extenderse a lo que está delante”: ¿qué objetivos tiene el Señor para nosotros en este 2017?

La palabra “extenderse” incluye un sentido de esfuerzo por partir de lo que somos para estirarlo hacia adelante, en progresión, alcanzando nuevas metas. Como pueblo protestante, al iniciar este 2017 tenemos el reto de considerar quiénes somos, cuál es nuestro mensaje, cuál es nuestra misión, y, desde ahí, extendernos hacia delante. No podemos conformarnos con discursos para consumo interno; 2017 debe ser la oportunidad de construir un nuevo discurso ambicioso, poderoso, transformador de nuestro entorno.

Tenemos que reconocer nuestra historia, y en ella nuestra identidad. En 1517 el mundo recibió el impacto de un nuevo impulso, una nueva forma de entender al ser humano, una nueva vida, unos nuevos objetivos a conquistar. En 2017 tenemos que volver a ofrecerle a Europa lo mismo. Nuestra sociedad ha perdido impulso; tenemos el reto de volver a abrirle la Palabra y hacerlo desde una visión renovada y contextualizada. Olvidemos la carga de nuestros objetivos frustrados, olvidemos lo que pudo ser y no fue, olvidemos lo que queda atrás, y extendámonos desde lo que somos para conquistar nuevas áreas de influencia y llenarlas de nueva vida. Que al terminar 2017 nuestra vasija esté llena de piedrecitas blancas.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ollada galega - Nuestras piedrecitas blancas