El berebere

Enfundado en una chilaba, cabeza envuelta con turbante, Rachid nos guiaba por las calles de Esauira unos metros por delante, camino del puerto.

04 DE NOVIEMBRE DE 2016 · 06:00

Dromedarios para turistas. / Zoidberg (Flickr, CC),
Dromedarios para turistas. / Zoidberg (Flickr, CC)

Enfundado en una chilaba, cabeza envuelta con turbante, Rachid nos guiaba por las calles de Esauira unos metros por delante, camino del puerto.

Su porte era el de los bereberes, presentes en el norte de África desde hace unos seis mil años. Antes cristianos, ahora musulmanes.

Andar pausado, porte contenido, sin girarse para nada, cabeza erguida, braceado lento, pasos estirados, mirada al horizonte, como aguantando la respiración, se movía al ritmo del justo paso de los paquidermos.

Mientras le seguíamos consideré que desde sus doce años ya caminaba así, guiando a los turistas ensillados en dromedarios por el desierto de Merzouga, camino de la haimas.

Tan absorto quedé en estas consideraciones que pensé: Tal como le veo, así le verían los cuadrúpedos que conducía en su adolescencia. Y ahora, ¿quién me dice que nosotros mismos no somos para él unos dromedarios?

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Cuentos - El berebere