¿Cuándo hemos dejado de beber de su fuente?

Cuando vivimos con demasiada prisa, no pasamos el tiempo necesario a los pies del Maestro, simplemente vivimos de mensajes y sermones enlatados

09 DE OCTUBRE DE 2016 · 06:10

Vivimos demasiado deprisa  / Foto: Unsplah,
Vivimos demasiado deprisa / Foto: Unsplah

“Los sermones deberían estar cargados de la Biblia. Nuestras propias palabras son meras bolitas de papel, comparadas con el disparo del rifle de la Palabra de Dios” Charles Spurgeon

“Mientras más conozcas a Cristo, menos estarás satisfecho con vistas superficiales de Él”  Charles Spurgeon

“…. Todas mis fuentes están en ti.” Salmo 87. 7.

Todavía permanecen en mi mente, las repetitivas palabras de mi abuela cuando me iba a casar: “No olvides nunca tener en casa huevos, patatas, aceite de oliva, un poco de vino y algo de pan… Al menos tendrás para una buena tortilla de patatas y una cena que te saque de un apuro, si aparece alguien por sorpresa”

Ese buen consejo permanece en mi mente hasta el día de hoy y… Ni sabéis de los apuros de los que me ha librado. Si, además había por ahí un poquito de jamón serrano o unos buenos choricitos…

¡Claro! Mi abuela no sabía lo que era pedir una pizza por teléfono acompañada por alguna bebida o los “Opencor” abiertos 18 horas todos los días del año, los maravillosos ultra congeladores y millones de cosas mas modernas a nuestro alcance. Pero sigo pensando que la mágica receta de mi abuela, sigue siendo la mejor del mundo ¡Definitivamente, la mejor!

Vivimos tiempos demasiado convulsos y llenos de stress, tenemos todo tipo de tecnologías a nuestro alcance y, entono el “mea culpa” Soy de las que llevo el móvil pegado a mi, me puedo “morir” si me fallan los WhatsApp, si me falla el Messenger y demás familia.

¡Por supuestísimo que todo es necesario y bueno en su justa medida! Pero creo sinceramente, que hemos perdido un tanto el norte en todos los sentidos.

Los móviles o celulares, INTERNET, y todo tipo de artilugios maravillosos son un bendición, pero que si no los manejamos con cuidado, pueden convertirse en una auténtica maldición.

¿Os suena la imagen del esposo tomándose un café a toda prisa, mientras lee su devocional en el móvil? ¿y la de la esposa con una mano en el volante del coche y retocándose la raya del ojo y el rouge labial mientras está el semáforo en rojo?... Lo siento, yo soy de esasssss

 Hay momentos de mi vida en los que voy tan acelerada, que ni me doy cuenta, entro en algún comercio y me preguntan si estoy bien, que respiro muy fatigada. Ya he perdido la cuenta de cuantas cosas he confesado; pero, siempre parece que voy a “perder el tren” y eso, ni es bueno, ni sano, ni nada de nada. Creo que si digo que es pecado, muchos se me echarían encima; pero creo que no voy muy desencaminada.

Sé demasiado bien el mundo en el que vivo, sus lacerantes exigencias y todo lo que conlleva. Pero va a ser que en este momento quiero bajarme de ese tren y considerar unas cuantas cosas.

Si hablo del “Altar familiar” ¿Cuántos pueden levantar la mano?

Y…. ¿Si hablo de leer con mucha calma en la soledad de cada mañana, nuestro devocional con calma, tener un tiempo imprescindible para encontrarnos con Dios cada día, escucharle desde Su Palabra hablarnos al corazón en nuestra necesidad, hablarle en oración, derramarnos delante de Su presencia, dejar que las espinas de nuestra “zarza” ardan por completo?

Alguien dijo en una ocasión: “Hoy tengo tanto que hacer, que tengo que hacer tiempo para hablar con Dios”

Cuando vivimos con demasiada prisa, no pasamos el tiempo necesario a los pies del Maestro, simplemente vivimos de mensajes y sermones enlatados, eclipsamos la bendita voz del Espíritu divino y, podemos vivir por un tiempo en nuestros talentos, dones o recursos. Al final, eso se termina notando, nuestro ministerio, o cualquier trabajo para el Señor, carecerá de poder y, simplemente olerá a rancio, ¡A rancio!

¿Recordáis aquella preciosa comida en Betania? ¡Ah! Si estuviera mi abuela, seguro que les solucionaba la papeleta bastante rápido, pero la pobre y denostada por muchos de Marta, tuvo que ponerse manos a la obra Y ya no estamos hablando de huevos, aceite de oliva y patatas. Había mucha gente a la mesa, había que matar animales, aderezarlos y un sin fin de trabajo. La pobre de Marta veía como su hermana María estaba regalada, disfrutando a los pies del Señor y bebiendo cada una de Sus palabras y… La puedo entender…. ¡Pero Señor! ¿Es qué no ves todo lo que tengo encima? Y mi hermana, ¡Hala! Tranquilita a Tus pies disfrutando de ti y de tus enseñanzas…. Tenía un poquito de razón, ¿No es cierto? Pero la respuesta de Jesús es contundente.

“Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” Lucas 10; 41 y 42.

Sé demasiado bien lo que cuesta en el día de hoy tener quietud y tiempo para hacer lo que hizo María, ¡Lo conozco a la perfección! Pero cuando me creo de nuevo que tengo más que superado aquello de….”Cuando el diablo no nos puede parar nos acelera” Me doy cuenta de que es algo que tengo que reaprender una y otra vez, porque se me olvida con muchísima facilidad.

Quiero terminar con un texto delicioso del libro de Cantares, en su capítulo 2…..

“PALOMA MÍA QUE ESTÁS EN LOS AGUJEROS DE LA PEÑA, EN LO ESCONDIDO DE ESCARPADOS PARAJES. MUÉSTRAME TU ROSTRO, HAZME OÍR TU VOZ; PORQUE DULCE ES LA VOZ TUYA, Y HERMOSO TU ASPECTO”

¡Señor de mi vida! Preciosa paloma que estás en escarpados parajes, no permitas nunca que deje de buscarte, de derramarme ante tus plantas con anhelo y adoración… No podría dar nada que Tú no me dieras antes, no podría decir nada que no viniera de haberte visto el Rostro y haber escuchado Tu voz… No permitas jamás que busque en otra fuente que no sea la tuya. En medio de este mundo convulso y complicado, Te necesito mi Padre ¡Dame Tú, para poder dar yo!

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