‘No pido a Dios riqueza sino fuerzas para ganar mi pan’

Entre las declaraciones de fe de atletas en los JJOO de Brasil, rescatamos esta historia de un “antihéroe” que saca su familia adelante en una lucha diaria mayor que cualquier prueba deportiva.

La Prensa Gráfica · EL SALVADOR · 15 DE AGOSTO DE 2016 · 10:00

Carlos Romero, arreglando una bicicleta / La Prensa Gráfica,Carlos Romero, antihéroe
Carlos Romero, arreglando una bicicleta / La Prensa Gráfica

Carlos Romero sufre enanismo. Su estatura es de 1.30 metros, con brazos y piernas muy cortos.

Por años ha sido blanco de burlas por dicha condición. “Yo me siento feliz como Dios me tiene a mí. Yo camino por las calles y la gente todos los días me grita cosas. Antes me enojaba bastante por lo que decían”, declara don Carlos.

Es el único soporte económico de su hogar, con mujer y dos hijos. En agosto, Carlos Romero se dedica junto a su familia a la siembra de maíz, aprovechando las lluvias. El resto del año viaja cada día a la ciudad de San Miguel desde el cantón El Havillal en bus.

En la esquina del rastro municipal de San Miguel, sobre la 8.ª avenida sur y 3.ª calle oriente, Carlos Romero, de 35 años de edad, se dedica a la reparación de bicicletas al aire libre.

Sin ninguna puerta que abrir ni un techo que le defienda del sol y la lluvia, coloca sus herramientas para esperar a quien ha tenido problemas con su medio de transporte de dos ruedas.

El oficio lo aprendió cuando tenía 13 años. Un tío poseía un taller, en el cual se vio obligado a estar. “Como yo era más pequeño que mis compañeros, ellos me andaban chineando y me revolcaban en el suelo; mi tío me regañaba porque llegaba sucio”, narra Carlos.

A raíz de esa situación decidió dejar atrás sus estudios, en el primer grado, para emprender lo que ahora es: un mecánico de bicicletas.

 

UN EJEMPLO

No obstante, también existen personas que ven en él un alma de guerrero y luchador, que no tiene límite ni barrera. “Este hombre es un gran ejemplo a seguir, se revienta trabajando desde las 8 hasta las 5 de la tarde”, valora uno de sus clientes.

A pesar de su condición mantiene los deseos de salir adelante en la vida. Y por eso recientemente se ha propuesto solicitar en la alcaldía un permiso para hacer “una champita”, para resguardarse de la época lluviosa y laborar tranquilamente.

Asimismo, comenta que uno de sus sueños es ver triunfar a sus dos hijos, ya que ambos estudian aún en el nivel básico y dependen de su esfuerzo. “Yo no le pido a Dios riquezas, sino fuerzas para ganarme el pan de cada día, porque si uno tiene riquezas se olvida de él”, asegura.

Carlos explica que su labor se ha visto menguada por el incremento de la circulación de las motocicletas en la ciudad de San Miguel, porque sus clientes han emigrado a las dos ruedas pero con motor. Por lo tanto, no se quiere quedar atrás y pretende aprender mecánica para motos.

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