En tierras de penumbras

Tierras de oscuridad a veces, de situaciones que no podemos explicar; hasta hacernos creer que sólo existe lo que vemos, que el sol no aparecerá más, y que Dios se ha ido muy lejos.

27 DE SEPTIEMBRE DE 2012 · 22:00

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El calor, el sentimiento y la espiritualidad son partes esenciales de nuestra vida. No podemos vivir sin ellos. Por mucho que algunos lo intenten, nuestra vida sería imposible sin el sol, el amor y sin Dios. Algo parecido nos recuerda la famosa banda sonora de la película "Tierras de penumbra", compuesta por George Fenton. Un estilo de música evocadora perfectamente hecha al servicio de una obra en la que la búsqueda de respuestas al problema del mal en el hombre, es parte integrante de la trama fundamental. Y esa trama (desgraciadamente) siempre sigue vigente. Nuestra vida es como "tierras de penumbra", dice el actor principal que encarna al famoso escritor C.S. Lewis. Y en esas tierras de penumbra debemos movernos. Tierras de desconocimiento, de oscuridad a veces, de situaciones que no podemos explicar; tierras impregnadas de olvido que nos rodean hasta hacernos creer que sólo existe lo que vemos, que el sol no aparecerá más, que el amor es sólo una invención humana, y que Dios se ha ido muy lejos. En esos momentos, recordamos lo que CS Lewis escribió: "El dolor es el megáfono de Dios para que los hombres lleguen a oírle", o como alguien ha dicho, "Dios nos hace estar acostados por la enfermedad, para que de vez en cuando aprendamos a mirar hacia arriba". El valor de la enfermedad o el dolor es inmenso, aunque nosotros parecemos despreciar a ambos en una sociedad en la que sólo el éxito y el placer parecen tener millones de amigos. No nos gusta aprender el papel que el dolor puede llegar a tener en nuestra vida, y mucho menos aceptamos la necesidad de mirar hacia arriba cuando las cosas van mal. Es como si decidiéramos pasar por los momentos de dificultades llenos de cansancio y desánimo. Y no debería ser así. No sólo cuando nosotros no entendemos lo que está pasando, sino también cuando otros necesitan nuestra ayuda. "Ojalá fueran mis ojos como un manantial, como un torrente de lágrimas para llorar día y noche por los muertos de mi pueblo" (*) Ese sí que es un buen deseo, porque siempre habrá personas inmersas en el dolor que necesitarán nuestro consuelo. Y a veces mucho más que eso. (*) Jeremías 9:1

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