Razones para difundir la Biblia

Intervención del director del programa Buenas Noticias, de TVE, tras recibir en Salamanca el Premio Jorge Borrow de Difusión Bíblica.

SALAMANCA · 27 DE JUNIO DE 2016 · 14:47

José Pablo Sánchez recibiendo el cuadro Icthus del pintor Miguel Elías. /MGala,
José Pablo Sánchez recibiendo el cuadro Icthus del pintor Miguel Elías. /MGala

Hay muchas razones por las que estoy convencido de que difundir la Biblia, darla a conocer y promover su lectura, es la mejor tarea que puedo hacer con mi vida.

La primera razón tiene que ver con mi herencia. Nací en Úbeda, provincia de Jaén. Mi padre, Roque Sánchez, era el pastor de la Iglesia Evangélica de Úbeda. Allí me crié, entre el mar de olivos que tiñe de un verde oscuro perenne los cerros que descienden hasta el valle del Guadalquivir. Mi padre estaba enamorado de la Biblia. Nació en un hogar católico nominal que cumplía con las tradiciones típicas de la época y la cultura, pero sin un convencimiento real de la fe cristiana. Sin embargo, en su juventud, mi padre comenzó a sentir una gran curiosidad por leer la Biblia. Se acercó a la Iglesia de San Isidoro que estaba en frente de su casa y le pidió una Biblia al cura. Este le dijo: "Roque no te compliques la vida, la Biblia es un libro complejo que sólo te va a confundir". No le ayudó mucho esta respuesta de modo que siguió buscando hasta que por fin, un amigo le consiguió una Biblia. Comenzó a leerla y rápidamente descubrió algunas aparentes contradicciones entre el texto bíblico y lo que él veía en la iglesia, de modo que fue de nuevo a hablar con el cura, esta vez, con su Biblia en la mano. "Señor cura ¿Cómo es que en los diez mandamientos  dice que no hagamos imágenes y esta iglesia está llena de imágenes?" le preguntó. La respuesta de cura fue contundente: "Ya te dije yo que no leyeras la Biblia, que te iba a liar, deja de leerla." Quedó muy decepcionado y nunca más volvió a preguntar, pero siguió leyendo la Biblia y fue cautivado por el mensaje de Jesucristo. Entendió que Jesús vino para salvarnos de nuestra condenación, comenzó a sentir la presencia de Dios en su vida y a mantener  una relación personal con El. Un día, hablando con un amigo, le compartió lo que había descubierto en la Biblia y el amigo le dijo: "Roque, hablas igual que los protestantes." Mi padre se sorprendió porque no conocía a ningún protestante, ni siquiera sabía que había una iglesia protestante desde principios de siglo en Úbeda. Pero su amigo insistió: "Roque, debes de ir a la iglesia protestante y conocerles".  Así lo hizo y descubrió que efectivamente su amigo llevaba razón, su forma de entender la Biblia, la salvación y la iglesia era similar a lo que allí encontró. Pocos meses después se bautizó y comenzó a estudiar teología, hasta que llegó a ser reconocido como pastor.  Mi padre estaba enamorado de la Biblia y de Israel (bueno, también de mi madre) y ese amor supo transmitírmelo a mí. Es su legado, al que debo mucho de lo que he sido y lo que soy hoy.

Ese legado ha ido desarrollándose conforme he profundizado en mi relación personal con Dios por medio del conocimiento de su Palabra. Es en esa dimensión interior del alma donde he encontrado otra de las razones para difundir la Biblia, su valor regenerativo. El apóstol San Pablo, cuando describe esta cualidad de la Biblia, dice que es  "inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,  a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra". (2Ti 3:16-17)  Se habla mucho hoy de regeneración democrática y conforme aumenta la basura de la corrupción que contamina hasta el último rincón de la sociedad española, más alto se oyen las voces de aquellos que reclaman la regeneración. Sinceramente, dudo mucho de que algún día haya regeneración democrática en la sociedad si no nace de la regeneración personal, porque la sociedad está compuesta de individuos que necesitan ser enseñados, redargüidos, corregidos, perfeccionados y preparados para hacer el bien. Pero ¿qué herramientas son capaces de provocar esos cambios? ¿Cuáles son los recursos que han demostrado su habilidad para provocar regeneración personal? Sin lugar a dudas, a lo largo de la historia, personas de muy diversa condición social, raza y cultura han experimentado el poder de la regeneración personal al acercarse a la Biblia como Palabra de Dios. Desde el corrupto Zaqueo que repartió sus bienes entre los pobres, hasta el poeta Bob Dylan cuando dijo: "Ángel precioso bajo el sol, quién me iba a decir que serías tú, el que me enseñaría que estaba ciego, que estaba perdido". Hay una multitud enorme de testigos que han confirmado el poder regenerativo de la Biblia. 

 

Público asistente al acto. / MGala

Antes de comenzar a dirigir el programa de TVE Tiempo de Creer, hoy Buenas Noticias TV, pasé muchas horas meditando sobre cuál sería mi rol como director y qué formato le daría al espacio. Una de mis conclusiones fue que debería esforzarme para fortalecer la idea de que la Iglesia Evangélica es "el pueblo del libro".  Después del triunfo de La Revolución Gloriosa en 1868 el General Prim se reunión con el pastor evangélico Juan Bautista Cabrera exiliado en Gibraltar, y le dijo "Ya pueden ir por España con la Biblia bajo el brazo". Esa figura, alimentó mi deseo de que cada domingo en la televisión pública se abriera la Biblia y se leyera. Me alegra pensar que hasta el día de hoy, Buenas Noticias TV, es el único programa en la televisión secular española de alcance nacional, en el que se abre y se lee la Biblia cada semana. Consolidar la imagen del "pueblo del libro" creo que es todavía un objetivo necesario ante la multitud de estereotipos de la propaganda anti-protestante que siguen infectando la mentalidad popular española.  Pero sobre todo, porque es la verdad. Ser evangélico es ser amante del libro de los libros, estudioso de su belleza literaria y coherente con sus valores. Esta es otra de las razones por las que he dedicado mi vida a difundir la Biblia, sus valores morales

El autor de la carta a los Hebreos dice: "la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.  Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. (Heb.4:12-13). Uno de los instintos más debilitados del ser humano en nuestra cultura hoy es la conciencia. Vivimos en un proceso constante de cauterización de la conciencia por la seducción de alma con valores contrarios al shalom bíblico. Precisamente los medios de comunicación juegan un papel clave en este proceso de deshumanización y oscuridad moral. Por lo tanto, se hace urgente que haya voces proféticas que despierten la conciencia y arrojen luz a la esfera pública para provocar cambios que frenen este deterioro. Estoy convencido de que esa luz nace en la Palabra de Dios y que la locura de la predicación sigue siendo hoy la mejor alternativa para construir un mundo mejor. Mientras vivimos complacientes e inconscientes a la degradación moral de nuestro entorno, contribuimos con nuestro silencio a mantenerlo, pero cuando levantamos la Palabra de Dios como antorcha y proclamamos su valores como faro en la oscuridad, denunciamos las tinieblas y nos convertimos en agentes de cambio.  

Recientemente entrevisté en el programa de televisión al escritor y académico de la lengua Antonio Muñoz Molina. Ha sido una de las entrevistas que más me han impactado en los veinte años que llevo al frente del programa. Busqué la entrevista a raíz del artículo que Muñoz Molina escribió en el diario El País bajo el título "La obra maestra escondida" dedicado a la Biblia del Oso. No fue fácil conseguir la entrevista y de hecho no respondió a nuestros primeros correos. Entonces les escribí como el hijo del pastor protestante de Úbeda y le pregunté si alguna vez había visto la Iglesia Evangélica de la carretera del Trillo. Para mi sorpresa me respondió inmediatamente y me dijo que  en su juventud había visitado dicha iglesia y había mantenido una charla agradable con el pastor, que probablemente fue mi padre. Además aceptó la entrevista en su casa. Cuando fuimos a grabar la entrevista tenía una Biblia Reina-Valera de 1960 en la mesa del salón y me la enseñó como su Biblia, la que leía con frecuencia. Sinceramente he visto a pocas personas emocionarse hablando de la Biblia como a Molina. Lo sorprendente es que se confiese no creyente. En uno de sus comentarios dijo: "a la hora de leer la Biblia, uno puede no tener una fe religiosa concreta, pues yo creo que se puede distinguir muchas veces entre la afiliación religiosa y una sensibilidad hacia lo sagrado. La noción de que hay cosas fundamentales de la experiencia que están ahí, y que no están en otros sitios." El valor cultural de la Biblia es otras de las razones que me motivan a difundirla. Más allá del propio contenido literario con obras magníficas como el libro de Job, que bucea en las profundidades del dolor y la enfermedad; o Eclesiastés que proclama la futilidad de la vida y la búsqueda de sentido, la Biblia como libro, ha sido el mayor agente de alfabetización que ha conocido occidente.  Me atrevería a afirmar que lo sigue siendo. La propia construcción del castellano como lengua tiene una deuda impagada aún con Casiodoro de Reina, su primer traductor desde las lenguas originales, como afirma Muñoz Molina. En este sentido, tengo que confesar mi aprecio por la versión Reina-Valera, porque al difundirla, siento que estoy vindicando la importantísima aportación cultural de los protestantes de la Reforma española.  

 

Recepción en el Ayuntamiento de Salamanca. / MGala

Cuenta la biografía de Jorge Borrow que pasaba cerca del pueblo madrileño de Cobeña, montado en un burro con sus alforjas cargadas de Nuevos Testamentos. Una joven campesina le preguntó: “Tío, ¿que lleva usted en el borrico? ¿es jabón?" Jorge Borrow le respondió:  “Sí, jabón para  lavar las almas”. Ese jabón lo sigue necesitando España. Quiera Dios que se levanten muchos Borrows, Julianillos, Casiodoros, Ciprianos, Constantinos, y Cabreras, que continúen el trabajo, la misión de sembrar nuestra tierra con la semilla de vida, esperanza, salud y progreso que es la Biblia, Palabra de Dios. 

Estoy seguro que este premio lo merecen compañeros de ministerio que están haciendo mucho más que yo por la difusión de la Biblia. Pero agradezco a la Asociación Jorge Borrow este reconocimiento, que acepto en nombre del maravilloso equipo de colaboradores que Dios ha traído a mi lado, tanto en Decisión como en Canal de Vida. También en su nombre os doy las gracias. Con ellos lo comparto para que nos sirva de aliento para seguir en la brecha, a favor de la tierra, haciendo vallado, construyendo puentes, buscando siempre la gloria de Dios. Muchas gracias. 

 

(*) Texto leído durante el VII Encuentro Cristiano de Literatura y entrega del Premio Jorge Borrow de Divulgación Bíblica, celebrado en el Colegio Mayor Fonseca de la Universidad de Salamanca, el14 de mayo de 2016

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