Cuando un gran maestro se va

Jose María Martínez refleja su convicción evangélica de respeto a la autoridad de la Biblia y de una Cristología plena.

21 DE JUNIO DE 2016 · 15:00

,veleta, brújula

Acabo de recibir la noticia de la partida de Don José María Martínez a la casa del Padre, y he elevado mi corazón en una oración de gratitud a Dios por la vida de este pastor evangélico ejemplar.

He recordado emocionado la primera vez que vi su nombre en un ejemplar de su libro Tu vida cristiana que me prestó Ruth Siemens en Lima, Perú, allá por 1960.

Me dijo esta amiga y consejera: “Este libro evangélico te gustará porque está pensado y escrito en castellano, no es traducido.” Y efectivamente lo leí con gusto por la claridad con que exponía respuestas a algunos de mis interrogantes respecto a la fe evangélica.

Tuve el placer de conocer personalmente al pastor Martínez cuando fue a dar un mensaje en el primer campamento de GBU, en 1969.

Al paso de los años fui siguiendo con interés y gratitud el desarrollo de su docencia teológica y pastoral.

En mis años más recientes como profesor en la Facultad Protestante de Teología UEBE en Alcobendas, he usado y recomendado a mis alumnos de manera especial sus libros Hermenéutica bíblica (1984) y Fundamentos teológicos de la fe cristiana (2001)

Ambos son manuales concebidos y escritos como herramientas pedagógicas. Uno ve que el autor trabajó sistemáticamente en ellos, que sin duda son fruto de su labor docente en la tarea pastoral y en varias instituciones evangélicas, y de su investigación en fuentes variadas.

En ambos libros el autor refleja su convicción evangélica de respeto a la autoridad de la Biblia y de una Cristología plena que reconoce la obra reveladora, y salvífica de Jesús en la cruz y su vida como modelo.

Por otra parte, en mi ministerio en España me encuentro acudiendo vez tras vez al libro La España evangélica ayer y hoy (1994). Creo que es una obra de madurez, en la cual a la riqueza de datos históricos se une la reflexión de quien ama a ese pueblo evangélico del cual se ocupa. Bien lo dice su subtítulo “Esbozo de una historia para una reflexión.”

Una nota particular de su estilo me ha llamado la atención. En relación con los temas que va tratando, Martínez expone su perspectiva evangélica, pero también presta atención a autores que han hecho contribuciones a la hermenéutica o la teología, aunque en algunos aspectos no esté de acuerdo con ellos.

Evita cuidadosamente la simplificación injusta y apresurada. Así se ocupa, por ejemplo, del pensamiento de Karl Barth en el capítulo V de su Hermenéutica bíblica.

Cito a continuación un párrafo de su prólogo a Fundamentos teológicos de la fe, en el cual comparte la experiencia de su recorrido teológico.

“Como autor formado teológicamente bajo influencias conservadoras sentí la necesidad de revisar a fondo mis convicciones contrastándolas con las concepciones de teólogos menos conservadores, neortodoxos o manifiestamente liberales. Amplias lecturas y una gran dosis de reflexión personal han venido a confirmar lo fundamental de mis creencias anteriores pero matizándolas en algunos puntos. A medida que he ido escribiendo, mi fe se ha consolidado y mi espiritualidad se ha enriquecido. En algunos momentos no he podido menos que interrumpir la escritura y hacer una pausa para alabar a Dios…”

Este tipo de docencia como conducción hacia la madurez nos hace mucha falta hoy en el mundo evangélico, aquí en España y en la América hispana.

El Señor ha bendecido a las iglesias evangélicas en España y el mundo de habla hispana con el ministerio pastoral, el liderazgo institucional y los libros y escritos de su fiel siervo José María Martínez.

A Dios sea la gloria por ello.

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