Venganza personal pudo causar la matanza de 11 evangélicos en Puebla

La fiscalía asegura que una de las mujeres fallecidas había denunciado por violación a uno de los agresores, que fue a la cárcel y luego liberado.

El Mundo, El País · MÉXICO D.F. · 12 DE JUNIO DE 2016 · 14:00

Vecinos cargan el cuerpo de una de las víctimas / Saúl Muñoz, AFP,víctima Coxcaltlán, San José Mirador
Vecinos cargan el cuerpo de una de las víctimas / Saúl Muñoz, AFP

Los municipios de la Sierra Negra de Puebla y todo México, siguen impactados la salvaje matanza de 11 miembros de una misma familia, de fe evangélica, en el poblado de San José Mirador, una pequeña aldea enclavada en los límites entre Puebla y Oaxaca.

La tragedia cobra tintes aún más siniestros tras saberse que los asesinos se ensañaron con una de las víctimas, a la que intentaron decapitar con machetazos en el cuello antes de su muerte.

Según las primeras investigaciones los asesinos llegaron a pie la noche del jueves al viernes y terminaron a balazos con cinco mujeres, cuatro hombres y dos niños de una misma familia.

Aunque inicialmente el alcalde del municipio apuntó la idea de una matanza por motivos religiosos, ya que la comunidad, evangélica local sufre el enfrentamiento de otra población vecina de mayoría católica, esta hipótesis ha perdido fuerza con el paso de las horas; aunque aún la investigación está abierta.

Según la fiscalía de Puebla uno de los agresores habría violado hace años a una de las mujeres asesinadas que tuvo un hijo como resultado de la agresión, por lo que la línea principal de investigación es "la de conflictos personales".

Apoya esta hipótesis que los atacantes se cebaron con uno de los hombres al que intentaron decapitar, supuestamente la pareja actual de esa mujer, dijo un funcionario que habló bajo condición de anonimato en Tehuacán, donde se llevan a cabo las autopsias.

Por el momento han sido identificados dos de los asesinos que habrían huido al vecino estado de Oaxaca.

La fiscalía cuenta con el testimonio de cinco testigos protegidos para reconstruir los hechos. Entre estos testigos están dos niñas, una de ellas de 4 años de edad, que escapó del lugar con una herida de bala y caminó casi una hora por una vereda hasta que logró pedir ayuda en la localidad El Potrero.

Tras la masacre la prensa local publicó fotografías de miembros de la comunidad bajando a hombros por las montañas los once cadáveres envueltos en cobijas a través de sinuosos caminos y veredas en medio del espectacular paisaje de la zona.

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