‘Hasta que él vuelva’ y ‘Carne del cielo’
He aquí un breve comentario de dos libros publicados por Alfredo Pérez Alencart ('Hasta que él vuelva') y el mismo junto con Luis Cruz-Villalobos ('Carne del Cielo').
17 DE MARZO DE 2016 · 15:25
Si mi memoria continúa siendo fiel al cerebro, fue el 14 de septiembre de 2014 cuanto comenté para Protestante Digital los dos últimos libros de Alfredo Pérez Alencart.
Aquí lo tenemos de nuevo. Alencart cobra de la Universidad de Salamanca, donde enseña Derecho del Trabajo. Pero ¿cuántas horas dedica a la enseñanza? Porque las que emplea a escribir versos deben ser muchas. Quienes pensamos y vivimos en español a este y al otro lado de los mares, debemos gratitud a Alencart por el torrente de versos que nos entrega constantemente para nuestro deleite intelectual. Ya va por unos veinte libros, traducidos casi todos a veinticinco idiomas, reconocidos con numerosos premios aquí y en la América hispana, entre ellos el Premio Jorge Guillén de Poesía.
Los que profesamos la fe del cristianismo primitivo, ¿estamos enterados que uno de nuestros hermanos, residente en Salamanca, está reconocido como figura internacional de la poesía? ¿Le expresamos nuestro afecto? ¿Lo felicitamos alguna vez? ¿Oramos por su ministerio en las letras y en la Iglesia? ¡Ingratos, somos unos ingratos! ¡Y envidiosos, somos unos envidiosos!
Dejo en paz al hombre y me ocupo de sus libros, destacando el aspecto religioso, bíblico y espiritual de los poemas.
El titulado “Ichtus”, dedicado a Plutarco Bonilla, dice así:
Tuyo el corazón
que portamos sin disfraz
y sin fracturas de la fe.
Evangelio en ristre,
razón de ser
sobre las brasas
de la resurrección.
Tuya la sangre
de nuestro vino y tuya
la Vida que absorbe
nuestras muertes
Tuya la Cruz vacía
y el estatuto nuevo
moldeándonos el futuro
junto a la zarza
ardiente.
Y cuando el naufragio
o la tormenta,
tuya también es nuestra
tabla de salvación.
“Carne del Cielo” es una antología poética compuesta por Alencart y Cruz –Villalobos, residente en Chile. Los cuarenta y siete autores que en ella figuran escriben sobre la Navidad. El canario Pedro Tarquis fija sus ojos en las estrellas:
Miré las estrellas,
lejanas como ánades
que vuelan
en un ancla de luz.
¿Mensajes
de un Dios que vela
o rescoldos solos
del fuego común
que torna al polvo
y la ceniza?
Y he aquí una estrella
entre animales.
Un rebaño de ángeles.
Una familia pobre
con un tesoro de mirra.
Un coro de hombres.
Y en medio Tú.
Sólo Tú, Jesús,
Porque todo lleva
a Ti,
al principio y al fin
de las estrellas
Cielos nuevos
Y tierra nueva.
De las últimas producciones poéticas de Alencart ha hecho mella en las fibras más sensibles de mi corazón el largo poema dedicado a su esposa, Jacqueline Alencar, y publicado en la revista Nagri.
Me ha sido difícil decidir qué estrofas presentar a los lectores como muestras del poema, porque el conjunto de los versos forman una mina de oro. Aquí ofrezco estas nueve líneas.
Yo te beso,
mujer madurada bajo el roce íntimo
de mis días vertiginosos.
Te beso
porque cabes en mis brazos
y giras tu curva esplendorosa
para que te respire
como a la esposa del amor
que está junto a mí.
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