Daesh: ‘Alá es grande’

Dios sufrió la muerte en la persona de Jesús para traer vida no sólo a los indefensos, sino también a los que se creen algo con una granada en el cinto; también por ellos murió, por los pecadores de Daesh.

16 DE NOVIEMBRE DE 2015 · 08:54

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“¡Alá es grande!”, gritaron los asesinos de Daesh al iniciar su ritual satánico de muerte en la sala Bataclan. Su Alá es grande para matar niños, para degollar jóvenes, para violar mujeres, para humillar a los indefensos, para expoliar y poner en fuga a los grupos minoritarios. Y el Alá que Daesh ha creado ni siquiera es capaz de hacer tales heroicidades por si mismo; es débil e impotente: precisa necesariamente utilizar a crueles descerebrados, inútiles que no son nadie sin un kalashnikov en las manos. Su Alá jamás pudo imponer su juicio sin recurrir a sus mercenarios verdugos; es pequeño, humanamente pequeño y débil.

El Alá de Daesh es incapaz de construir nada; sólo sabe destruir, odiar, matar, humillar. Dios se humilló a Si mismo, hasta hacerse hombre1.

El Alá de Daesh trae muerte a los mercados, a las plazas, a la población indefensa. Dios sufrió la muerte en la persona de Jesús para traer vida no sólo a los indefensos, sino también a los que se creen algo con una granada en el cinto; también por ellos murió, por los pecadores de Daesh.

El Alá de Daesh deja huérfanos y viudas. Pero “aunque mi padre y mi madre me dejasen, con todo Dios me recogerá”2.

El Alá de Daesh no se preocupa de tener una relación personal con sus creyentes y sus seguidores imponen por la fuerza falsas conversiones de quienes no creen como ellos. Dios un día juzgará a todos, sin excepción, pero entretanto no impone conversiones: está a la puerta y llama; si alguno oye Su voz y abre la puerta, entrará a él, y cenará con él3.

Dios nos hizo a Su imagen, pero los seres humanos caímos; mantenemos la grandeza de Su semejanza, pero portamos la miseria de nuestra caída. El Alá de Daesh fue hecho a imagen de los seres humanos caídos y es portador de toda la miseria del pecado humano: odia, persigue, humilla, mata.

El Alá de Daesh es pequeño, humanamente pequeño, débil e incapaz, y necesita fanáticos que le defiendan. Dios es todopoderoso y para serlo no necesita que ningún hombre le defienda.

Dios, en la persona de Su Hijo, Jesús, venció a la muerte y resucitó. El impotente Alá de Daesh está definitivamente muerto.

Nos podrán perseguir en nombre del Alá de Daesh, nos podrán matar en su nombre; así es, nos podrán atribular en todo, mas no nos dejarán definitivamente angustiados; nos pondrán en apuros, mas no estaremos desesperados; nos podrán perseguir, mas no quedaremos definitivamente desamparados; seremos derribados, pero jamás destruidos4; porque nosotros, aunque somos vulnerables, aunque somos vasos de barro, llevamos dentro el precioso tesoro de la vida que Jesús nos dio para siempre, y nada, nada de lo que nos hagan escapará a la soberanía de Dios, que decide lo que permite y lo que no permite. Dios es grande.

 

1 Fil 2.7-8

2 Sal 27.10

3 Apo 3.20

4 2Co 4:8-9

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