¡Invencibles!

Tenemos que seguir renovando nuestro compromiso, decidir si queremos luchar, o simplemente ser espectadores.

30 DE OCTUBRE DE 2015 · 15:52

«Passarella world cup» de El Gráfico - El Gráfico n° 3064. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons - ,
«Passarella world cup» de El Gráfico - El Gráfico n° 3064. Disponible bajo la licencia Dominio público vía Wikimedia Commons -

Daniel Passarella fue campeón del mundo con Argentina como jugador y ejerció como seleccionador en el mundial de 1998. Durante ese campeonato, en una rueda de prensa y cansado de que le llovieran las críticas en los periódicos de su propia nación, dijo: «Los invictos, son los periodistas porque ellos nunca pierden».

El que nunca se arriesga jamás pierde. Quien no participa no puede ser derrotado. El espectador es el triste campeón de miles de batallas virtuales.

Puedes vivir así si quieres, o puedes comprometerte. Puedes disfrutar de tus ilusiones sin que jamás nada te haga daño, o puedes participar en la lucha, aún con el riesgo de que te cueste la vida. Esa es una de las decisiones más importantes que tomamos en nuestra relación con Dios: «El Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu» (2 Corintios 3:17-18).

Cuando nos comprometemos a vivir la vida al lado de Dios, la derrota final no existe.

Pueden hacernos caer (¡seguro que lo harán!), pero la victoria final está de nuestra parte.

La frase clave es «de gloria en gloria»: algunas veces podemos dar la impresión de que nos están derrotando, pero no es cierto.

Las pequeñas derrotas pueden ayudarnos y fortalecernos. No debemos caer, ¡jamás podemos conformarnos!, pero sabemos que si un día fallamos, el Espíritu de Dios sigue trabajando en nosotros y no permitirá que nos quedemos vencidos. Estamos reflejando la gloria de Dios, no podemos vivir de cualquier manera. ¡No podemos volver atrás!

Tenemos que seguir renovando nuestro compromiso, decidir si queremos luchar, o simplemente ser espectadores. Hace poco estaba viendo un programa documental en el que un criador de tiburones explicaba cómo había conseguido tener en la pecera de su casa tiburones de tamaño pequeño. Este hombre decía que si colocas un tiburón durante los primeros meses de su vida en un espacio reducido, nadará de un lugar a otro, y al ver limitados sus movimientos, no crecerá más que unos pocos centímetros. Si liberas el mismo tiburón en el mar, se desarrollará hasta ser tan grande como los demás, y alcanzará a tener varios metros de largo. Así viven muchos creyentes: no quieren arriesgarse y disfrutan dentro de su raquítica pecera porque creen que en ella tienen la seguridad que necesitan. Jamás se arriesgan a vivir en la inmensidad de la gracia de Dios. No quieren saber nada de la libertad y el gozo de una vida sin límites. Creen, pero a su manera. Se comprometen, pero solo un poquito. No permiten que el Espíritu de Dios trabaje en sus vidas ni que los llene por completo. Quieren ser cristianos hasta cierto punto.

Jamás pierden, porque jamás luchan… pero se arrepentirán mil veces de su estilo de vida cuando se den cuenta de lo que en realidad han perdido.

Si me permites un consejo, te diré que merece la pena nadar en la gracia de Dios, comprometerse cien por cien con él. Luchar con el poder de su Espíritu y, a pesar de las caídas, experimentar lo que significa vivir «de gloria en gloria».

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Con otro ritmo - ¡Invencibles!