Versos en las paredes

“Mírense, están tristes...”. Qué cosa más hermosa y beligerante a la vez. Las pintadas ácratas suelen ser incisivas e ingeniosas. Todas tratan del contenido de un corazón.

08 DE OCTUBRE DE 2015 · 21:30

Un grafiti. ,grafiti
Un grafiti.

En The sounds of silence Paul Simon reivindica a los artistas que expresan su pensamiento en las paredes de las estaciones de metro y en los vestíbulos de los edificios, destacándolos como los verdaderos profetas de los tiempos modernos. Las pintadas son un tratado de sociología salpicado en lugares imposibles. Dime qué pintadas hay en tu ciudad y te diré exactamente dónde vives (y no hablamos de geografía). No te diré quien eres porque no lo sé. Puede que ni siquiera tú lo sepas. Por sus pintadas los conoceréis. Y así. Vamos a hablar un poco de grafitis y de pintadas. De poesía en las paredes y de imágenes en los versos.

Un poco de historia: el graffiti tal y como lo concebimos actualmente comenzó a desarrollarse a finales de la década de 1970 en Nueva York y Filadelfia, donde artistas como Taki 183, Julio 204, Cat 161 y Cornbread empezaron a pintar sus nombres en las paredes o en las estaciones del metro de Manhattan. La particular estructura de Nueva York, en la que los barrios más degradados de Harlem se encuentran al lado del glamour del mundo de Broadway, parece haber sido el caldo de cultivo de los primeros artistas del grafiti, reuniendo en un mismo lugar la cultura y las grandes diferencias de clase. Se trataba tanto de una especie de batalla contra los agentes del poder  como de una salida a la pobreza del guetto.

Como bien es sabido, dos de las principales aficiones de los europeos son criticar a los yanquis y copiar sus costumbres (mientras les seguimos criticando). De ahí que pronto las paredes de las ciudades europeas se convirtiesen en encerados para ingeniosos.

 

Versos en las paredes

Hay pintadas que animan una tarde nublada y enterrada en el tedio y que además te pintan una sonrisa en la cara antes de irte para casa. Como aquella que ponía “De puta madre la poesía”. La grosería aquí juega un papel relevante. Otras son simples gracietas: “Lo bueno, si breve, se acaba antes”.

Algunas son reivindicativas: “No puedo ser la mujer de tu vida porque tengo que ser la  mujer de la mía”. Otras minimalistas: “Prohibido volver atrás” y otras auténticos haikus: “Se rompió la cadena que ataba el reloj a las horas”. Muchas militan en la utopía o vocean desde allí su innegociable esperanza: “Seamos realistas, pidamos lo imposible” o “La música nos salvará”. Y están las que se sitúan justo enfrente: “Reniego de los humanos, solicito un pasaporte de pájaro”.

Muchas de ellas aparecen firmadas, aunque sea por una A dentro de un círculo, como aquella que rezaba: “Mírense, están tristes...”. Qué cosa más hermosa y beligerante a la vez. Las pintadas ácratas suelen ser incisivas e ingeniosas. Todas tratan del contenido de un corazón. A fin de cuentas “Las paredes hablan lo que la gente se kalla”. Muchas veces nos callamos amenazas: “Si no nos dejáis soñar no os dejaremos dormir” y otras explicitamos nuestra rabia, como en la de aquel banco: “Lleváis grumos de sangre en las corbatas”. En todo caso, las ideas fluyen, siguen un camino, retroceden: “La cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección”.

La pintada es un intento de atrapar el tiempo, de fijar el instante haciendo perdurar el pensamiento.

Hay un género de pintadas que consiste en rectificar la intención de una pintada anterior, o al menos corregir el mensaje. Como escribir “Battiato” debajo de un “Viva Franco”. O la archifamosa: “Muerte al cerdo de Carrrillo”  que fue arreglada con esta: “Cuidado, Santiago, quieren matar a tu cerdo”.

 

Versos en las paredes

En la provincia de Pontevedra y en otros lugares de Galicia, han quedado pintadas del tipo “Jesús vive” o “Cristo vive” en el hormigón de algún puente peatonal de la autopista del Atlántico. Configuran el rastro de la fiebre evangelizadora que recorrió el país en los ochenta.

Durante la II Guerra Mundial, los nazis utilizaron las pintadas en las paredes como parte de su maquinaria propagandística para provocar el odio hacia los judíos y disidentes. Sin embargo, el graffiti también fue importante para los movimientos de resistencia como método para hacer pública su oposición. Un ejemplo de ello fue La Rosa Blanca, un grupo de estudiantes alemanes que a partir de 1942 manifestó su rechazo a Hitler y a su régimen a través de panfletos y pintadas, hasta que sus miembros fueron detenidos en 1943.

En las revueltas estudiantiles de las décadas de 1960 y 1970, los manifestantes expresaron sus puntos de vista mediante pósters y pancartas. Los estudiantes franceses recurrieron con frecuencia a la técnica del pochoir (término francés para designar el graffiti realizado con plantilla), precursora del actual movimiento del stencil (graffiti con plantilla).

 

LAS PRIMERAS PINTADAS

Tras un asesinato cometido en Londres el 30 de septiembre de 1888 y atribuido a Jack el Destripador, la policía encontró un trozo del delantal de la víctima ensangrentado en la calle. En una pared, la policía vio un graffiti escrito con sangre que decía: «The Juwes are the men that will not be blamed for nothing». Se interpretó de varias maneras, dándose por sentado que la palabra Juwes era una versión incorrecta de Jews (judíos), con lo que una traducción podría ser ‘Los judíos no son los hombres que serán culpados sin motivo’.

Temiendo que la inscripción pudiese aumentar el antisemitismo de gran parte de la población, el comisario de la policía metropolitana Charles Warren la hizo borrar antes de que amaneciese. Varios agentes discreparon de esta orden, pues creían que el graffiti podría ser una pista en la investigación de los crímenes. De modo que desconocemos quien hizo la primera pintada de cierta relevancia, pero sí quien ordenó borrarla.

Cuando las tropas norteamericanas entraron en Túnez en la primavera de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial, Campaña en África del Norte, vieron por primera vez el grafiti: Kilroy Was Here ("Kilroy estuvo aquí"). Tanto en sus avances por Italia como por Francia y finalmente Alemania volvieron a encontrar una y otra vez este grafiti. Nunca se supo nada sobre el autor, se cree que pertenecía a una unidad de Ohio. Después de la guerra, el nombre «Kilroy» se hizo sinónimo de grafito, y llegó a aparecer incluso sobre las cubiertas de los cuadernos de estudiantes. Casi siempre «Kilroy was here» muestra una cabeza y unas manos que se asoman sobre el borde de una valla. Esta figura es conocida como Chad en otros países.

En los años 50, después de la muerte de Charlie Bird Parker, el gran músico de jazz, la proclama «Bird Lives» (‘Bird vive’) se pintó en los muros de muchos clubes de jazz en los Estados Unidos, en particular en Nueva York; pero fue efímero, y seguramente no tuvo el impacto que había tenido Kilroy. A mediados de los sesenta alguien pintó “Clapton is God” en una pared del metro de Islington (Londres). Pronto el grafiti fue copiado por toda la ciudad. Corrían tiempos convulsos y se fabricaban deidades con el guitarrista que estuviese más a mano. “Mano lenta” (el mote de Eric Clapton) se quedó perplejo (una reacción muy suya).

 

ACCIÓN POÉTICA

“Cambiaremos el mundo a versos”. Esta declaración puede leerse en el muro de una casa en Mexico, en Bigotá, en una barrio guatemalteco, o chileno, o argentino... existen mensajes similares en fondo y forma por toda Sudamérica, en EEUU, Angola, Italia o en lugares de Madrid o Cádiz.

 

Versos en las paredes

La semana pasada recibí en el móvil una fotografía de alguien posando delante de uno en Calahorra (La Rioja). Se trata de las acciones de un movimiento que, con el nombre de Acción Poética, comenzó un poeta mejicano en la ciudad de Monterrey a mediados de los 90. La idea original de Armando Analís Pulido era transformar el mundo a través de la poesía. El poeta señala que el tránsito de las pintas de los muros urbanos a los muros digitales de Facebook ocurrió de modo espontáneo. Él publicó imágenes en la red social mucho tiempo después de haber comenzado su acción callejera y, cuando lo hizo, otros grupos en otros lugares, ya habían empezado a hacerlo.

En su recorrido digital, la iniciativa de Pulido recibió el impulso del argentino Fernando Ríos Kissner, con quien elaboró un reglamento para ordenar el incipiente movimiento y crear una red de trabajo. Hoy en día la iniciativa resumida en “difusión mural de poesía” hace que Acción Poética esté presente en más de 70 ciudades mejicanas, en 23 paíse de Sudamérica, en más de medio millar de cuentas de facebook y que cuente con casi siete millones de seguidores.

Se exponen a la luz frases con esperanza. Su contenido, tratamiento y emplazamiento son aprobados por la comunidad en donde son exhibidos: los textos se refieren a estados anímicos intensos como el amor y el deseo de solucionar problemas sociales eternos, como la libertad y el derecho al trabajo y el esparcimiento. Provienen de  versos originales o de autores consagrados y de letras de canciones. El lenguaje verbal utilizado es más o menos refinado y los muros donde se plasman estas cristalizaciones verbales son cedidos voluntariamente por sus dueños.

Se trata de una iniciativa mundial de educación colectiva o de inducción a la poesía. Un movimiento insólito, llevado a cabo principalmente por jóvenes, en un contexto global marcado por tendencias que exaltan el egoísmo y el consumismo bajo una asfixiante presencia de la publicidad.

Puestos a escoger algún pensamiento con el que identificarse, que sirviese además como una especie de lema y al mismo tiempo como una oración para cada día, uno escogería aquel escrito con unas gruesas y basta letras azules que parecían gritar su mensaje: “Gracias por quererme con lo bruto que soy”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Preferiría no hacerlo - Versos en las paredes