El comunicador cristiano, surfista de Dios

Cabalgando entre los intransigentes de la Gracia y el juicio de los tolerantes, siguiendo las pisadas del Jesús que anduvo en la mar

06 DE OCTUBRE DE 2015 · 18:00

,atardecer playa, surf

Nos movemos entre dos corrientes que contienen sin duda aspectos muy positivos, pero a la vez enormes peligros.

Algo normal para un pueblo, el cristiano bíblico, que está en el “ya pero todavía no” y vive rodeado de la Gracia absoluta en un mundo de pecadores de naturaleza depravada incapaz de ver, sentir y entender esa Gracia. Que experimenta al Jesús plenamente humano y a la vez Dios encarnado. Que se rige y camina ante la soberanía de un Dios que gobierna el universo según el puro afecto de su voluntad y a la vez se enfrenta al libre albedrío del ser humano.

Y las dos corrientes son necesarias. Y las dos, como las dos Españas de Antonio Machado, han de partirnos el corazón.

En la “corriente radical” hay una verdad. Es un peligro enorme olvidamos de lo básico, de aquello que nos recuerda el Credo niceno: Dios creador, Jesús nacido de una mujer virgen, y la resurrección del que fue verdadero Dios y verdadero hombre para ofrecer en su sangre y victoria el perdón que ninguna “vida de buenas obras” podría conseguir. El Jesús que volverá para juzgar a vivos y muertos… Si olvidamos esto vana es nuestra fe, porque esto es sin duda la esencial de Evangelio de propio Jesús.

Pero en esta corriente, es fácil crear una “doctrina perfecta” que se enseña pero no transforma, que defiende la ortodoxia pero convierte la vida en un páramo de normas, que crea una élite de teóricos “cristianos pluscuamperfectos” más cercanos al fariseísmo que a la persona de Jesús.

En la “corriente liberal” todo es relativo y tolerable, excepto que se cuestione esa relatividad. Acusan de inquisidores a quienes no aceptan sus puntos de vista, y los envían a la hoguera en nombre de ese respeto que entienden que se les debe, pero que en ningún caso ellos tienen que aplicar a los "fundamentalistas evangélicos".

Sin embargo, es correcto su impulso de que es preciso revisar las tradiciones bajo el principio de la Reforma protestante, “una iglesia reformada siempre en reforma”. Pero es imprescindible saber hacerlo no sólo cuestionando lo que es cuestionable, sino a la vez afirmando los pilares básicos que nunca deben derribarse.

Moverse de forma correcta entre estas dos corrientes no es fácil por definición. El ejemplo más parecido que se nos ocurre es practicar el surf: la tabla salvadora y base para nuestros pies es la Palabra, el viento el Espíritu que nos guía y empuja al cambio (sin dejar la tabla), y las olas de la vida nos zarandean y llevan a situaciones de des/equilibrio permanente que nos obligan a un esfuerzo extraordinario que al final se llama libertad: caminar sobre las aguas.

Pero en ningún caso dejemos de estar sobre la tabla, ni huyamos de que el viento nos impulse, ni desfallezcamos de cabalgar las montañas líquidas de nuestro tiempo. De esta forma nos libraremos de ser parte de los intransigentes de la Gracia y del coro del juicio de los tolerantes.

Y aquí estamos. Acabamos de cumplir doce años de existencia en Protestante Digital, y seguimos aprendiendo a mantenernos en equilibrio en esta tabla de la comunicación, que se mueve constantemente en mareas, tormentas.

Porque queremos (de nuevo Antonio Machado) no seguir a la imagen de un Cristo estático y muerto clavado en un madero, sino al Jesús resucitado, al que anduvo sobre la mar.

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