Dios y la Biblia para León Felipe y Gabriela Mistral

Alencart ofrece su tercera entrega sobre la importancia de la Poesía para el creyente cristiano. Ahora se centra en difundir los escritos de León Felipe y Gabriela Mistral, de España y Chile, respectivamente.

31 DE AGOSTO DE 2015 · 13:02

Moisés y las tablas de la Ley, de Ernest Descals.,moises ley
Moisés y las tablas de la Ley, de Ernest Descals.

1. Esta forma de vivir, frenética y superficial (pantallas ante los ojos; cascos en los oídos) genera un banal universo de sensaciones que obstaculizan el brotar de la emoción. Por tal motivo, la Poesía resulta más necesaria el día de hoy, pues por ella acontece lo más emotivo del hombre.

 

2. Intensidad más que duración. Así la Poesía, donde no todas las Palabras son lo mismo.

 

3. De principio a fin los textos acopiados en la Biblia, nutriente Arca, irradian Poesía.

 

4. ¿Qué es la Biblia?, se pregunta el notable poeta León Felipe (1884-1968), trasterrado en México. Y se responde:Me gusta remojar la palabra divina, amasarla de nuevo, ablandarla con el vaho de mi aliento, humedecer con mi saliva y con mi sangre el polvo seco de los Libros Sagrados y volver a hacer marchar los versículos quietos y paralíticos con el ritmo de mi corazón. Me gusta desmoronar esas costras que han ido  poniendo en los poemas bíblicos la rutina milenaria y la exégesis ortodoxa de los púlpitos para que las esencias divinas y eternas se muevan otra vez con libertad. Después de todo, digo otra vez que estoy en mi casa. El poeta al volver a la Biblia, no hace más que regresar a su antigua palabra, porque ¿qué es la Biblia más que una Gran Antología Poética hecha por el Viento y donde todo poeta legítimo se encuentra? Comentar aquí, para este poeta, no es más que recordar, refrescar, ablandar, vivificar, poner de pie otra vez el verso suyo antiguo que momificaron los escribas. Cristo vino a defender los derechos de la Poesía contra la intrusión de los escribas, en este pleito terrible que dura todavía, como el de los Sofistas contra la Verdad”.

 

5. León Felipe es un poeta profundamente cristiano, asqueado de la manipulación de los Evangelios por parte de los fariseos de siempre, deseos de las prebendas del poder. Oigámoslo: “El poeta prometeico tiene que morir siempre escarnecido y apedreado. ¡Calumniado... crucificado y maldito! El verdadero poeta es el Verbo... el Hijo. La Poesía era la palabra... Mas cuando los mercaderes y los fariseos del templo la enturbiaron y la corrompieron utilizándola para encomiar sus mercancías y acatar las órdenes injustas del Sumo Sacerdote... Cristo habló en parábolas... La parábola... aún no está corrompida”. Cristo, siempre Cristo en su obra entera: “Cristo es la vida / y la vida, la Cruz”.

 

6. Pero no han faltado (ni faltarán) algunos encopetados que, tratando de desprestigiar su poesía arraigada en la justicia y en el amor de Cristo, lo tilden de blasfemo, tras haber leído, sin profundizar, el título de un poema suyo. Claro que no saben que la aparente blasfemia era sólo un señuelo del poeta para atraer la atención de Dios. Así lo aclara el zamorano-mexicano: “…El salmo y la canción no son ya caminos. Buscaré a Dios por otros derroteros. Y me he puesto a gritar y a blasfemar porque pienso, como Job, que éste es un buen señuelo para cazar a Jehová… Pero ya han empezado a llegar y a amonestarme los sabios impasibles. Ya han hablado el preceptista, el fariseo y el filósofo. Hablarán los que faltan. Cada cual traerá como Elifaz, como Bilda, como Zafar y como el joven Elihú sus buenos argumentos en la mochila. Yo seguiré blasfemando. Y al final, cuando hable Dios desde el torbellino, veremos a quién le da la razón”.

 

7. Más de León Felipe y la Biblia, ahora que estoy terminando una antología sobre este poeta nuestro: “Me he buscado en la Biblia y por todos los rincones he encontrado mis huellas. He seguido esas huellas y he visto que mi éxodo, como el salmo, se había salido del Libro. Luego he comenzado a caminar. A andar, a andar, a andar hasta llegar al acantilado. El Viento me ha arrancado dolorosamente de mi patria como de la matriz y con las viejas raíces húmedas aún y lleno de arcilla española, he cruzado el mar. Y aquí estoy. Ahora soy un vagabundo sin patria, sin decálogo y sin tribu. No tengo una canción que podáis aplaudirme porque mi retórica está hecha de gritos, de blasfemias y de llanto”.

 

8. Hasta ahora la prosa de León Felipe, pero sus versos también están colmados de mensaje cristiano y de referencias directas a Dios. Aquí una mínima muestra de su elevada obra:

Nadie fue ayer,

ni va hoy,

ni irá mañana

hacia Dios

por este mismo camino

que yo voy.

Para cada hombre guarda

un rayo nuevo de luz el sol…

y un camino virgen

Dios.

 

9. Volvamos a la prosa de una inmensa poeta como sigue siendo Gabriel Mistral (Lucila Godoy Alcayaga, 1889-1959), chilena que obtuvo el Premio Nobel de Literatura y quien, en las primeras y últimas páginas de una Biblia Reina-Valera, dejó escrita esta hermosa confesión de fe y de Amor a las Sagradas Escrituras: “Libro mío, libro en cualquier tiempo y en cualquier hora, bueno y amigo para mi corazón, fuerte, poderoso compañero. Tú me has enseñado la fuerte belleza y el sencillo candor, la verdad sencilla y terrible en breves cantos. Mis mejores compañeros no han sido gentes de mi tiempo, han sido los que tú me diste: David, Ruth, Job, Raquel y María. Con los míos éstos son toda mi gente, los que rondan en mi corazón y en mis oraciones; los que me ayudan a amar y a padecer. Aventando los tiempos viniste a mí, y yo anegando las épocas soy con vosotros, soy vuestra como uno de los que labraron, padecieron y vivieron vuestro tiempo y vuestra luz. ¿Cuántas veces me habéis confortado? Tantas como estuve con la cara en la tierra. ¿Cuándo acudí a ti en vano, libro de los hombres, único libro de los hombres? Por David amé el canto, mecedor de la amargura humana. En el «Eclesiastés», halle mi viejo gemido de la vanidad de la vida, y tan mío ha llegado a ser vuestro acento que ya ni sé cuando digo mi queja y cuando repito solamente la de vuestros varones de dolor y arrepentimiento. Nunca me fatigaste, como los poemas de los hombres. Siempre me eres fresco, recién conocido, como la hierba de julio, y tu sinceridad es la única en que no hallo cualquier día pliegue, mancha disimulada de mentira. Tu desnudez asusta a los hipócritas y tu pureza es odiosa a los libertinos, y yo te amo todo, desde el nardo de la parábola hasta el adjetivo crudo de los Números. Los sabios te parten con torpes instrumentos de lógica para negarte; yo me he sentado a amarte para siempre y a apacentar con tus acentos mi corazón por todos los días que me deje mi dueño mirar su luz. Los profesores llenan de cifras y sutilezas tu margen; tarjan y clasifican; y te amo. Me basta con latir a tu sombra, me basta con hacer vivir para gozo de mi corazón tus hombres y tus mujeres. Tu resplandor, sin que me lo mostraran lo miré. Ninguna hora me lo ha apagado; de ninguna sabiduría salí desdeñándote o desconociéndote. La voz que suba sobre el lamento de Job me llevará tras de sí. ¿Cuál será esa voz? El pedagogo que me empañara, la mujer fuerte de los Proverbios, se llevaría mi corazón. ¿Dónde está? El que me hiciera llorar con mayor río de dulzura que las Bienaventuranzas te venciera en mi corazón. Pero yo no lo he visto y estoy en la mitad de mis días. Canción de cuna de los pueblos, eterna nodriza con candor y sabiduría, te necesito para siempre. No me dejes. Siempre seré demasiado niña para que me parezcas ingenua; siempre me bastarás hasta colmar mi vaso hambriento de Dios."

 

10. Jesús esparció sus Palabras y el tiempo quedo abrogado.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El sol de los ciegos - Dios y la Biblia para León Felipe y Gabriela Mistral