El abandono de John Lenon

Cynthia Powell vivió desde los 18 años con John Lennon, aguantó todas sus locuras y le hizo crecer como persona. Todos los que los rodeaban decían que era la única que le entendía de verdad. El se iba con otras muchas mujeres, y ella siempre le esperaba (se comenta que alguna que otra vez llegó a encontrarlo en la cama con Yoko Ono).

26 DE JULIO DE 2007 · 22:00

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Aunque John la abandonó, en una entrevista concedida en el año 1982 Cynthia comentaba que "Algún día en algún lugar, volveremos a estar juntos". Los primeros años, a pesar de estar embarazada, era la esposa secreta de Lennon porque no estaba bien visto en el grupo que se supiese que John estaba casado. Dicen los amigos de ambos que cuando John la dejó empezó a terminar lentamente con su vida. No vivimos en un mundo que crea que la fidelidad es importante. Incluso personas públicas son capaces de afirmar cosas que más tarde no cumplirán sin ningún rubor o vergüenza. Incluso lo que está firmado tiene muy poco valor, porque pocos piensan que la lealtad sea una característica trascendente. Hasta se tiene por "bien visto" cuando alguien es lo suficientemente hábil para engañar a otro. Y normalmente el perjudicado siempre suele ser el mismo: El más débil, el que no puede defenderse. El que ha puesto toda su confianza en la palabra de otro. Lo siento, pero así no vamos a ninguna parte. Muchos de los problemas que tenemos en este mundo parten precisamente de nuestra falta de fidelidad. La seguridad y la confianza crecen en la tranquilidad de la promesa cumplida, y no en palabras agradables sin futuro. Creo que ya es hora de ser diferentes. Ya es hora de aprender a vivir con lealtad, porque a pesar de todo merece la pena ser fiel. Merece la pena mantener la palabra que has dado. Merece la pena volver a la misma sonrisa, a los mismos ojos. Merece la pena volver al mismo rostro que uno ama y al que ha prometido lealtad. Merece la pena volver al mismo amanecer cada día, asumir con todas las de la ley, las promesas que uno ha hecho. Merece la pena que tus amigos puedan confiar en ti, porque has empeñado tu palabra. Merece la pena dormir tranquilo sabiendo que no necesitas revisar tus pensamientos. Merece la pena incluso, ser tenido por tonto, antes de defraudar a alguien. Merece la pena ser fiel. Y para los que no lo creen, no hay problema. Algún día recibirán el castigo propio de la infidelidad: llegará el día en que alguien (de alguna manera, en algún negocio, en alguna relación...) le volverá la espalda y decidirá romper sus promesas. Aquellas promesas en las que tenía puesta toda la confianza. Aunque eso ya será otra historia

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