“El cristianismo explica con coherencia el valor de la naturaleza”

“Aceptar lo que dicen los científicos sobre el cambio climático y entender que otras especies tienen valor para Dios es una amenaza para nuestro estilo de vida tan egoísta”, piensa David Bookless, miembro del cuidado medioambiental NGO A Rocha.

Joel Forster

  · Traducido por Patricia Bares

Evangelical Focus · LONDRES · 02 DE AGOSTO DE 2015 · 16:28

Un león. / Designerpoint,leon
Un león. / Designerpoint

¿Cuál debería ser la forma de pensar cristiana acerca el cuidado de la creación? ¿Han fracasado los creyentes al no tomar medidas contra los problemas medioambientales de nuestro tiempo?

Evangelical Focus habló con David Bookless, miembro de A Rocha, una organización internacional que une investigación científica, educación medioambiental y proyectos de conseración basados en la comunidad a lo largo de los seis continentes. Los proyectos que desarrollan se basan en la idea de que “el evangelio va dirigido tanto al planeta como a la gente”.

Bookless ha escrito varios libros de teología y ecología, animando a los cristianos a que empiecen a actuar de acuerdo con el valor que las Escrituras le dan a la Tierra. “A lo largo de Occidente, los cristianos, incluidos nosotros los evangélicos, hemos caído en el materialismo de nuestras culturas seculares de una forma totalmente no bíblica”, argumenta.

 

Pregunta. Al consultar la web de A Rocha se puede ver que tú, David, eres el director de Teología de esta ONG de cuidado medioambiental. Algunos se preguntarán, ¿qué aporta tu rol? ¿Cómo aplicas la teología en una ONG medioambiental?

 

David Bookless.

 Respuesta. Supongo que eso ante todo dice algo acerca de nuestras prioridades. Para nosotros, la razón por la que nos preocupamos por la Tierra no se debe en gran parte a que amemos la naturaleza, que puede ser; no es solamente porque haya una crisis que nos afecta a todos, que la hay. Nuestra razón principal es que creemos que Jesucristo es señor de toda la creación. La Tierra le pertenece, tal como se dice en el Salmo 24 y Colosenses 1, Cristo es el único por y para el que fueron creadas todas las cosas. Así que para nosotros todo el trabajo de conservación, campañas y educación medioambiental viene de nuestra creencia de que la Tierra es del Señor y que Jesús es señor de toda la creación.

 

P. Entonces, ¿en qué consiste tu trabajo en concreto? ¿Se trata de aportar esta visión a las personas?

R. Sí, ayudo a dar recursos a la familia global de A Rocha. Actualmente trabajamos en 20 países de todo el mundo. Por ello ayudo a proporcionar recursos, escribir blogs, proporciono estudios bíblicos, escribo recursos para iglesias y también ayudo a abordar cuestiones difíciles que surjan dentro de la comunidad A Rocha. Obviamente contamos con un espectro de puntos de vista cristianos de todo el mundo acerca de cómo empezó la creación, la evolución, el creacionismo y toda esa área en conjunto. Así que intentamos mantener el equilibrio, tal como decimos: nuestra prioridad no es cómo Dios lo hizo, sino por qué Dios lo hizo y cómo tendríamos que tratarlo. Después debatimos sobre cuánto podemos trabajar junto a aquellos que no comparten nuestra base cristiana. O de cuánto podemos trabajar junto a conservacionistas seculares u otras religiones. Así intento articular nuestro pensamiento teológico. La otra mitad de mi rol es mirar hacia afuera, intentar trabajar con la comunidad global –en concreto evangélica- a ayudarles a entender lo que la Biblia enseña acerca del cuidado de la creación. Con ello, trabajamos mucho con la Alianza Evangélica Global (World Evangelical Alliance), el Movimiento Lausanne y algunas de las grandes organizaciones misioneras internacionales, intentando ayudarles a que incorporen esa preocupación por la creación en todo lo que están haciendo.

 

P. Rocha nació en Portugal. ¿Cuándo?

R. En 1993. Fueron 2 parejas británicas que fueron a Portugal a trabajar con la iglesia Lusitana. Es una larga historia, escrita en un hermoso libro llamado “Under the bright wings” (que significa “bajo las alas brillantes”). Ellos acabaron fundando un centro de estudios de campo en el Algarve para ayudar a que se protegiera un espacio que era hermoso e importante para la fauna, pero que se veía amenazado por el desarrollo. Así que ahí empezó todo. A Rocha ha estado bajo el liderazgo portugués durante mucho tiempo, pero actualmente trabaja, como he dicho, en alrededor de 20 países de todo el mundo.

 

P. ¿Hasta qué punto puede influenciar el ser humano a favor del ecosistema y contribuir a su sostenibilidad?

R. Bueno, yo creo que podemos. Hay una evidencia muy clara de que estamos afectando negativamente a los ecosistemas. Como consecuencia, eso solo significa que tenemos el poder de darle la vuelta a la situación. Una de las cosas interesantes que descubrí que decían mis amigos seculares es que, aunque ellos tienen la ideología de que el ser humano no es más especial que una lombriz, una mariposa o cualquier otra cosa, solo somos una especie aleatoria que ha evolucionado, desde un punto de vista ateo; aun así reconocen que los humanos tenemos un enorme poder. Tenemos poder para usar nuestro potencial, nuestra inteligencia y nuestras tecnologías, ya sea de forma perjudicial para el resto de la naturaleza o para mejorarla y que viva en armonía con ella. Ahí es donde tenemos que dirigir nuestra energía, en asegurarnos de que vivimos de una forma más sostenible.

 

P. Has dicho que tienes una cosmovisión bíblica, una teología sobre la creación. ¿Puedes poner un ejemplo de cómo entender que todo eso afecta al día a día de un creyente que vive, por ejemplo, en una ciudad?

R. Sí, yo mismo vivo en una ciudad. Para ponerte un ejemplo muy práctico te diré algo relacionado con la comida. En mi caso, intento que hacer la compra sea parte de mi disciplina espiritual. Igual que lo es orar o leer la Biblia. Eso significa que, si estoy paseándome por el supermercado, me imagino que estoy caminando con Jesús a mi lado y me pregunto “¿qué compraría Jesús?”. Hoy en día nos enfrentamos a una cantidad exagerada de opciones, hay cientos de tipos de margarinas y mantequillas diferentes de las que podemos escoger. Sin embargo, hay cuestiones que tener en cuenta, como la forma en que se ha producido algo, cuál ha sido su efecto en otras criaturas o qué efecto tiene sobre mi vecino más pobre. Hay factores que considerar, como el intercambio justo, cómo se ha producido la comida en relación a la huella de carbono que ha dejado, o el tipo de productos químicos y pesticidas que se han utilizado. Intento comprar comida que se produzca de forma que no aumente la huella que la humanidad deja en la naturaleza y que la perjudica, sino que más bien permita que la creación prospere de una forma más íntegra. Esa sería parte de nuestra forma de comprar comida. Para nosotros, como familia, por ejemplo, esto ha comportado que ahora comamos mucha menos carne de lo que estábamos acostumbrados. No nos hemos vuelto completamente vegetarianos, pero comemos menos carne y eso significa que podemos permitirnos comprar una que se produzca de forma ética. De ese modo, comer de una forma que glorifica a Dios y que reconoce el valor de su creación se vuelve parte de nuestra alabanza.

 

P. Antes solía haber muchos evangélicos (la mayoría de los Estados Unidos) que decían que lo que comentado no tiene mucho sentido. Decían que el cambio climático solo es una invención y que la ecología no es importante porque como cristianos deberíamos dominar la Tierra. Cada vez hay menos gente que piensa así, ¿pero por qué hay cristianos que todavía dicen que la ecología no es importante?

R. A veces ha llegado a ser un problema real, y tienes razón, cada vez hay menos. He estado involucrado en este campo durante casi 20 años y he visto que ese tipo de preguntas han ido disminuyendo de forma significativa. Sobre todo en Europa, en los Estados Unidos aún está como un punto de vista minoritario. Creo que para algunos cristianos se remite a un temor a la ciencia, en concreto en lo que respecta al cambio climático. Para algunos cristianos, desde que apareció la teoría de la evolución, ha surgido una batalla entre la Biblia y la ciencia, así como la idea de que la ciencia siempre está intentando minar la verdad de Dios. Por consiguiente, sea cual sea la teoría científica nueva que aparezca, hay muchas reacciones de rechazo y escepticismo entre algunos cristianos. Creo que el cambio climático está dentro de todo eso. Sin embargo, también pienso –y creo que pasa no solo en América sino en todo Occidente- que tristemente, como cristianos (incluidos nosotros, los evangélicos) hemos caído en el materialismo de nuestras culturas seculares de una forma que es profundamente anti bíblica. Jesús ha dicho una gran cantidad de cosas sobre los peligros de la riqueza y el dinero. En los evangelios habla más sobre eso que sobre el pecado y salvación. Y aun así, si aceptamos lo que dicen los científicos sobre el cambio climático, si aceptamos que otras especies tienen valor para Dios, entonces es una amenaza para nuestro estilo de vida egoísta. Creo que a veces los cristianos hemos estado buscando una excusa para rechazar el desafío que es cuidar de la creación y el mensaje medioambiental, porque amenaza profundamente estilos de vida materialistas e idólatras.

 

P. Los ciudadanos de diferentes países donde estáis trabajando puede que digan: “estoy interesado en lo que hacéis, pero no estoy de acuerdo con vuestra fe y vuestra cosmovisión.” ¿Hasta qué punto hacéis pública vuestra fe? ¿Y cómo es vuestra relación con otras ONG seculares?

R. Somos muy claros con nuestra fe. Al mismo tiempo, A Rocha siempre ha acogido a gente que no comparte nuestra fe para que haga de voluntario con nosotros, esté en nuestros centros, etc. Tenemos a mucha gente no cristiana que está involucrada, como por ejemplo estudiantes que vienen a hacer proyectos a algunos de nuestros centros. A menudo vienen como no cristianos, a veces se van como no cristianos, y otras en cambio se convierten. Acogemos a gente de cualquier origen y tenemos muy claro quiénes somos. No presionamos a la gente, sino que les invitamos a que nos pregunten. A un nivel más organizacional, somos (creo) aún la única organización basada en la fe que es miembro total de la IUCN, que es el congreso mundial de conservación. Nos parece bastante interesante. Por supuesto, hay gente que ve la religión como un problema y la respuesta para ellos es una especie de secularismo ateo, pero la mayoría del resto de organizaciones y socios han aceptado el hecho de que se involucren comunidades de la fe en el tema de la conservación. Además, hemos podido organizar encuentros en las conferencias de IUCN y en otras conferencias científicas internacionales sobre la contribución de la fe en la conservación. Con eso vemos que hay una puerta abierta. Para algunos es algo simplemente pragmático. Reconocen que el 80% de la población mundial son miembros de una de las fes más multitudinarias, y si vas a conservar la fauna de todas partes del mundo, necesitas hablar a la gente en un lenguaje que entiendan. Para algunos solo se trata de algo que “es una herramienta útil para la conservación.” En cambio otros están luchando contra problemas más profundos. Es algo muy interesante, muchos del mundo de la conservación saben que aman la naturaleza, saben que las especies son importantes, pero no tienen ninguna filosofía que explique el por qué de forma coherente. Supongo que, desde un punto de vista cristiano, nosotros sí que tenemos. Creemos de forma bastante clara que el valor viene de Dios, que las especies tienen valor, que los ecosistemas tienen valor, simplemente porque Dios los valora. Porque Dios, ya en el principio, dice: “Es bueno, es muy bueno”. Porque Dios, en los tiempos de Noé, insistió que el representante de cada especie entrara en el arca. Y la lista sigue a lo largo de las Escrituras. Tenemos una explicación coherente sobre por qué la naturaleza tiene valor, y eso es algo que creo que cada vez más gente del movimiento medioambiental están buscando. Así somos capaces de formar parte de esos debates a un nivel considerablemente serio.

 

P. Para terminar, dinos una razón por la que las iglesias deberían involucrarse más con iniciativas medioambientales como la tuya.

R. ¿Puedo dar más de una razón? [se ríe]. La primera, porque es bíblico. Porque el primer mandamiento que se nos da en las Escrituras es que seamos buenos administradores, que sojuzguemos (que no significa “dominar”, se refiere a un “liderazgo piadoso”) toda la creación. Gobernar sobre los pájaros, los peces y los océanos. No para nuestro propio bien, sino para la gloria de Dios. Así que es algo profundamente bíblico, podría decirse que es la primera gran comisión de la Biblia. En segundo lugar, creo que cuando los cristianos se toman la Tierra en serio, la gente se toma el evangelio en serio. Esto lo encontramos en nuestro trabajo alrededor del mundo. A estas alturas, donde la crisis medioambiental es uno de los mayores asuntos que concierne a las personas, cuando ven a cristianos hacer algo práctico sobre ello, primero se sorprenden porque no creían que el cristianismo tuviera que ver con eso. Y sin embargo, a menudo se sienten animados y emocionados. Hay una evidencia clara en la actualidad, en muchas partes del mundo, que cuando las iglesias se toman el cuidado de la creación como parte de su ministerio, tiene un resultado evangelístico positivo. La gente acude a esa iglesia, les buscan, porque hay una iglesia que se toma en serio uno de los temas más importantes de nuestro tiempo. Dios es ante todo Creador, y así conecta profundamente con la fe cristiana. Podría dar muchas más, pero esas son 2 razones clave de por qué creo que las iglesias deberían involucrarse.

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