¡Socorro, mi hijo no estudia!

La mayoría de los niños que suspenden no realizan sus tareas escolares porque nadie que él valore de verdad se las reclama.

Francisco Sánchez

18 DE MAYO DE 2015 · 16:03

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¿Cuál es el apoyo que mi hijo necesita? ¿Cuánto tiempo mío debo invertir para ayudarle en sus estudios? Esto depende del nivel en que se encuentre. Cuanto más pequeño es, más apoyo necesita y menos supervisión. Cuanto mayor es, menos apoyo necesita y más supervisión.

En nuestros trabajos ocurre igual. Necesitamos que alguien se siente con nosotros cuando estamos empezando algo nuevo. Cuando ya sabemos lo que hacer sólo necesitamos rendir cuentas de lo que hemos hecho.

Cuando apoyamos y supervisamos a nuestros hijos les estamos dando la seguridad que necesitan. Les estamos preparando para la realidad laboral en la que siempre, aun en el caso de ser autónomos, tendrán que rendir cuentas a alguien. La profesora Carmen Sarabia Cobo, experta en la mente humana, afirma que los niños aprenden mejor cuando se sienten acompañados y apoyados.

Si nunca has participado en los estudios de tus hijos te recomiendo que empieces por sentarte con tu hijo 12 minutos de lunes a viernes. Esto será más efectivo que una hora un día a la semana.

En ese tiempo puedes preguntarle qué deberes tiene, comprobar la agenda escolar, supervisar sus cuadernos de trabajo o mirar el estado de los libros: ¿están pintados, llenos de pegatinas…?; también, verificar el estado del material escolar: ¿dispone de lapiceros, pinturas, borrador…?

A través de los cuadernos comprobarás cómo trabaja en clase. Si ha escrito tres hojas en tres meses no es porque el profesor no haya mandado deberes sino porque el alumno no ha trabajado nada. Esto parece demasiado simple y evidente, lo sé. Pero se da.

La mayoría de los niños que suspenden no realizan sus tareas escolares porque nadie que él valore de verdad se las reclama. Los maestros sabemos que lo que no se evalúa, se pierde. La manera en que un padre evalúa es reclamando. Reclamar no es simplemente ordenarle lo que tiene que hacer. Imagine qué ocurriría si nuestros superiores o nuestros jefes sólo se limitaran a darnos órdenes y nunca revisaran realmente el trabajo que hacemos. Según fuera pasando el tiempo incumpliríamos cada vez más sus órdenes porque en el fondo pensaríamos que no les interesa ni lo que hacemos ni cómo lo hacemos. Los padres que no reclaman una revisión de las tareas que mandan están transmitiendo este mensaje a sus hijos: “me da igual si lo haces bien o mal”.

He observado que algunos padres son muy diestros en dar órdenes pero carecen de la voluntad propia para supervisar, revisar y comprobar el cumplimiento de las mismas órdenes que dan. A todos, en algún momento concreto nos puede pasar. Hay tiempos en los que parece que el trabajo no acaba ni siquiera en casa. Sin embargo, ese no es el estado ideal al que debiéramos aspirar. Nuestra dinámica debería ser trabajar en lo que no es urgente pero sí importante. Aun en este proceso, siempre puede surgirnos algo urgente para hacer (puede ser una petición de una tercera persona). En este caso debemos valorar si es importante o no. Si no lo es, no invirtamos tiempo en ello porque se lo estaremos quitando a lo que sí es importante. Lo peor de todo sucede cuando dedicamos tiempo a lo que no es urgente ni importante.

Lo queramos o no, trasmitimos una manera de funcionar a nuestros hijos. Las tareas diarias son importantes pero no urgentes. Me refiero a que si las van cumpliendo cada día, sin urgencia, el día de la evaluación estarán todas preparadas para ser valoradas como se merecen. Si, por el contrario, no han sido trabajadas cada día, el día anterior a la evaluación tendremos un PROBLEMÓN URGENTE E IMPORTANTE para aprobar.

Entendemos perfectamente que el seguro del coche nos lo cobren una vez al año. Imagina que acabas de pagar el seguro del coche, mil euros en total. A partir de mañana mismo ahorrarás para algo importante que no es urgente: el seguro del próximo año. Tienes todo un año para ahorrar pero comienzas pronto para que “no te pille el toro”. Cuando llega el año siguiente, ya tienes el dinero preparado y listo para pagar el seguro otro año más. Esto significa no urgente pero importante.

Vayamos al grano. Si mi hijo oye una orden lógica y no siente ningún estímulo ni motivación para obedecer, es que está en el modo OFF, es decir, en lo no urgente ni importante. De esta manera, el mandato le entra por un oído y le sale por el otro; llegando incluso a actuar como si nunca hubiera oído nada. De ahí, nuestras reacciones:

-No te he dicho que…”.

-¿Qué? Yo no he oído nada.

-Pues te lo he dicho ya varias veces.

 

No me cansaré de repetir que los estudios básicos son el trabajo actual de nuestros hijos. Ellos no van al colegio porque no tengan nada mejor que hacer. Ni siquiera porque les guste o no. Ellos trabajan estudiando cada día porque son personas únicas con un potencial increíble para desarrollar aptitudes y actitudes que, partiendo del conocimiento teórico y práctico, les servirán el día de mañana para ayudar tanto a su familia como a la comunidad en la que vivan.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Sociedad - ¡Socorro, mi hijo no estudia!