Ama al prójimo (político) como a ti mismo

Dentro de lo variado de posturas legítimas que existen en el pueblo evangélico, no deja de sorprendernos que se produzcan reacciones extremas poco fundamentadas.

17 DE MAYO DE 2015 · 20:00

,voto, urna

Las próximas elecciones autonómicas y municipales se celebrarán en España este domingo 24 de mayo.

Una parte habitual de la agenda democrática, que en esta ocasión ha tenido la novedad de un acercamiento de los candidatos de diferentes partidos a los ciudadanos españoles de fe evangélica.

En diferentes ciudades se han realizado encuentros públicos o privados, en el que se ha realizado un conocimiento “del otro” por ambas partes.

Dentro de lo variado de posturas legítimas y todas ellas dignas que existen en el pueblo evangélico, no deja de sorprendernos que se produzcan reacciones extremas poco fundamentadas.

Por ejemplo, se acusa a los políticos de “buscar el voto”, algo que por una parte es legítimo y parte de su labor en elecciones. Y por otra, ya luego cada cual decidirá en conciencia a quién debe o no dárselo, o denunciar la falsedad en sus promesas.

Pero prejuzgar por este hecho a los políticos es lo mismo que decir que el médico o maestro nos atiende sólo para cobrar un sueldo, o que se evangeliza para aumentar el número de fieles de las iglesias y los diezmos, o que los protestantes sólo queremos a los políticos para utilizarlos y que nos concedan derechos y favores.

Otra cuestión que surge a menudo es anatemizar a un determinado partido político o candidato/a.

Partimos de la base de que todos los partidos políticos democráticos sin excepción (y todas las personas) son imperfectos, yerran, tienen incoherencias, y faltan a la ética del Evangelio de una u otra forma. En menor medida (esperamos, aunque no siempre) los evangélicos y sus líderes también.

También todos ellos, en mayor o menor medida, tienen aspectos y propuestas positivos a considerar y valorar. Unos más que otros, sin duda.

Satanizar partidos y personas, a veces generalizando cuestiones muy concretas (cada cual la que ve más importante) es una actitud que sólo puede llevar a la crispación innecesaria e injusta. Esto no quita el cuestionamiento o la crítica razonada, o el apego a una determinada línea de pensamiento y la lucha por defender lo que consideramos mejor.

Pero es positivo que los políticos (todos los políticos) y el pueblo evangélico se conozcan, ambos con sus virtudes y defectos.

Y para ello hay que partir de la base de un respeto personal, de dejar prejuicios a un lado, de saber ver a las personas detrás de los cargos. Todo ello sin negar ni dejar de decir la verdad, sin venderse a cambio de nada, sin dejar de ver los defectos del otro como vemos los nuestros propios.

En definitiva, amando a nuestro prójimo (político) como a nosotros mismos.

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