El Evangelio en el Alcázar de San Juan

Percy Buffard (1884-1958) es una de las personas que más ha contribuido a la formación de las primeras iglesias no solo de la Mancha, sino de otros muchos lugares.

06 DE MAYO DE 2015 · 08:53

John Kensit,John Kensit
John Kensit

José Moreno Berrocal, como buen conocedor de esta comarca,  nos introduce en la congregación de Alcázar de San Juan que tendría su inicio en los llamados Mítines de Afirmación Evangélica de 1910. Una vez fallecido en 1880 Félix Moreno Astray, pastor y maestro en Camuñas, que se había trasladado en 1874 a vivir en Alcázar de San Juan,  se reanudará la obra en 1929, de la mano de los misioneros residentes allí, los señores Hubbers. Con ellos será de gran ayuda el trabajo inestimable de Hilario Nuño, gran obrero del Evangelio y de los primeros convertidos en Santa Cruz de Mudela. El verdadero revulsivo evangelístico de esta zona vendrá de la ayuda de la Misión Evangélica Española (Spanish Gospel Mission). En 1931 ya contaba con una pequeña iglesia en Alcázar de San Juan, con diez miembros convertidos pero con una asistencia de sesenta personas y ochenta niños en la escuela dominical. Recién proclamada la I República ya tendrían un lugar para los cultos. Fue inaugurado por Mr. J. A. Kensit secretario de  The Protestant Truth Society, y editor de diarios en Londres y provincias,  y que relata así este momento:

“En Alcázar tuve el gozoso privilegio de inaugurar el primer nuevo local de misión desde la proclamación de la República. Se debió a la invitación del Señor Percy Buffard, director de la Misión Evangélica Española. Este nuevo y brillante local... se encontraba repleto la noche de la inauguración. Después de abarrotarse el vestíbulo, el resto de la gente permaneció fuera escuchando a través de las ventanas. El canto era cordial en extremo y un espíritu fervoroso impregnaba a toda la congregación. Era algo tan completamente extraño que muchos mostraban curiosidad y algunos fueron movidos a mostrar inquietud por sus almas. Dos jóvenes se resistían a decir adiós incluso a medianoche”. Que los miembros de la Iglesia de Alcázar de San Juan tenían gran celo por la verdad resulta también evidente por el siguiente comentario que de esa misma ocasión hace la Revista, ‘El Eco de la Verdad’ en su número correspondiente a agosto de 1931: “Para que las muchas personas que asisten deseosas de conocer a Cristo, puedan oír más cómodamente las buenas nuevas de salvación, nuestros hermanos de Alcázar se han visto obligados a ensanchar los muros de su humilde local capilla, y deseosos de que muchas almas más, puedan conocer el mensaje de vida, salen a la calle con gran valentía, repartiendo tratados y porciones de la Sagrada Escritura, hablando del mensaje de vida a toda alma que a su paso encuentran. ¡¡¡ Adelante hermanos¡¡¡”.

Los informes que el cardenal Segura solicita del clero de la diócesis de Toledo en 1928 y en 1933  suponían una investigación de la religión tanto externa como interna de todos sus fieles. Se requería de las parroquias se precisase “si había publicaciones obscenas, impías, protestantes, teosóficas y espiritistas, qué medios se empleaban para evitar esta prensa y fomentar la católica y con qué éxito, cuántas suscripciones habían restado a la mala prensa y cuántas se habían sumado a la buena y, por último, a qué periódicos estaban suscritos los propios curas”. Respecto a la “propaganda” o evangelización protestante, se designaban tres zonas de influencia en la diócesis. Una, dirigida desde Madrid en el triángulo con Toledo y Talavera, hacia las zonas mejor comunicadas. Otra hacia Piedralaves (Ávila) donde existía una capilla protestante y un pastor que también hacia abundantes visitas al Valle del Tiétar, como La Iglesuela, Almendral etc. Y un tercer foco en Valdepeñas (Ciudad Real) donde se había establecido la Misión Evangélica Española que conectaba con Águilas (Murcia) y controlaba la Mancha toledana incluido Ocaña. Camuñas seguiría dependiendo de Madrid. También informará al Secretario de Estado del Vaticano Pietro Gasparra el nuncio en Madrid Federico Tedeschini sobre el estado del protestantismo en España. Su informe aunque minimiza los resultados numéricos a pesar de los esfuerzo y dinero empleado, considera que el fracaso es evidente. Reconoce sin embargo que la evangelización (propaganda) es bastante activa, por lo que aconseja ante “la peste protestante” actuar con contundencia. Entre otras cosas dice:

c) Cuando los Gobernadores de provincias son buenos católicos, y lo son casi siempre, los Obispos encuentran en ellos excelente ayuda; pues constituyen aquellos un gran elemento para molestar a los protestantes y hacerles imposible la vida sin necesidad de infringir las leyes del reino o tolerancia religiosa.

d) Misiones en los pueblos donde haya protestantes, hechas éstas por religiosos o sacerdotes preparados para esta clase de luchas, que sepan ridiculizar el protestantismo y presentar las simpatías de la Santa Sede y su acción bienhechora, la eficacia de los sacramentos y pintar con traza el nefando origen del protestantismo en Inglaterra y Alemania.

e) Procurar que los niños encuentren en nuestras escuelas las ventajas económicas que ofrecen los protestantes. En algunos pueblos como en Loira (Pontevedra, diócesis de Santiago) los niños van a la escuela protestante, porque no hay en el pueblo escuela nacional. Pues bien, aquí procurar abrir una escuela parroquial, por de pronto, y luego hacer que el ayuntamiento cumpla con el deber que le impone el Real Decreto de 23 de diciembre de 1921 de pedir al Estado la construcción de unas Escuelas para las cuales el mismo Estado pague el 80 % (aquí sobreentendemos Escuelas Católicas).

“Hacerles la vida imposible” había sido una consigna constante durante todo el siglo XIX y también buena parte del XX, llegando hasta el caso del auto de fe de Piedralaves, lugar donde, en comentario de Camilo José Cela, “los protestantes tienen una capilla en la carretera, a la que los mozos del pueblo, henchidos de fervor católico, de ardor apostólico y de celo romano, pegan fuego de vez en cuando”

DON PERCY BUFFARD Y LA MISIÓN EVANGÉLICA ESPAÑOLA 

Percy Buffard

Pearce, Winifred M.,  publicó con el patrocinio de la Spanish Gospel Mission el libro “Don Percy. A Man sent from God to the Land of Inquisition” que fue traducido con motivo del noventa aniversario de la iglesia de Valdepeñas como Don Percy: Un hombre enviado por Dios a nuestra tierra. La historia de Percy J. Buffard, fundador de la Misión Evangélica Española.

Don Percy  (1884-1958) es una de las personas que más ha contribuido a la formación de las primeras iglesias no solo de la Mancha, sino de otros muchos lugares. Una breve biografía de Francisco Ruiz nos acerca a este misionero inglés con un gran amor por la obra en España. “Nacido un día de abril en Inglaterra. De familia profundamente evangélica fue toda su vida influenciado por la piedad de sus padres de tal modo que no recordaba en qué época de su vida no amaba al Señor y deseaba servirle. Vino por primera vez a España en 1908, en donde permaneció dos años, alternando su labor misionera con el estudio del idioma. A su regreso a Inglaterra ingresó en el seminario Regents Park donde se preparó y capacitó mejor para la obra que le esperaba. Se estableció definitivamente en España en 1913 y se dedicó a viajar por muchas regiones del país, adquiriendo así un vasto conocimiento de las necesidades de evangelización de la península. En total recorrió 17.700 kms., la mayor parte de ellos en bicicleta y acompañado de su fiel violín. En 1917 se estableció en Valdepeñas (Ciudad Real), donde fundaría la pequeña misión Spanish Gospel Mission (Misión Evangélica Española), que llegaría a contar con diez pastores y evangelistas, ocupados principalmente en la obra en La Mancha y Andalucía norte. 

Funda la Iglesia de Valdepeñas en 1918. A principios de 1929 un colegio bíblico en la misma ciudad, con la ayuda de David F. Chollin y el apoyo económico de Oswald J. Smith (v.). Amigo personal de F.B. Meyer (v.), participó en el movimiento de Keswick (v.), y enfatizó la necesidad de una vida espiritual plena. Tomó parte como conferenciante en Francia, Suiza, Dinamarca y Reino Unido. Trabajó en España con gran esfuerzo y eficacia hasta el año 1936, que regresó a Inglaterra al inicio de la Guerra Civil Española. No pudiendo volver a España por las circunstancias políticas siguió en su patria laborando en favor de sus hermanos españoles. Su última visita a España fue en 1949. El día 11 de abril de 1958, a los setenta y cuatro años de edad, durmió en el Señor, en Lindfield (Inglaterra). Su hijo Carlos continúo la obra que había comenzado con tanta lucha. 

En sus escritos refleja la honda y sencilla piedad del autor, quien a veces se explaya en las páginas, conmovido por lo que él mismo contempla. “La teoría cristiana es la única teoría que satisface a la vez la inteligencia con su lógica, y al corazón con su afecto” (Colosenses, p. 100). 

Don Percy fue uno de los misioneros que llega a España con los vientos de libertad de la República y quizás pensando que España era un país cristiano al cual se le podría predicar el Evangelio con facilidad. Él mismo dice: “Muchos de los que parecían ser más religiosos eran los principales en toda clase de vicios y placeres mundanales, utilizando la religión como manto con que cubrir sus perversas acciones” Es la misma decepción que se trasluce del libro que hemos analizado de Don Ernesto Trenchard “Apuntes del campo misionero en España”. ““Más y más se fue dando cuenta de las presiones religiosas que se imponían en la mente del pueblo, afectando la manera de pensar no solamente de la sencilla población campesina, sino de todas las clases sociales”. 

Percy J. Buffard (1883-1958)  aunque estudió  contabilidad   no llegó a ejercer esta profesión ya que, cuando estaba a punto de iniciar su vida profesional,  se vino a España como profesor de inglés. Aceptó el puesto que se había anunciado en el periódico y se desplazó a Santander, donde permaneció tres años, entre 1907 y 1910. En Santander aprendió español y participó activamente en la vida de una pequeña iglesia protestante apoyada por el American Board of Commissioners for Foreign Missions, cuyo pastor era Francisco Acosta y Correa.. Regresó a Inglaterra con el propósito de prepararse para trabajar de misionero en España y fue admitido en el Regent’s Park Baptist Theological College de Londres, donde permaneció durante tres años estudiando teología, al tiempo que realizaba traducciones para el Museo Británico con las que costear parcialmente sus estudios. Al finalizarlos y tras varios intentos fallidos para ser enviado a España por alguna de las misiones creó en 1913 en el Reino Unido la Spanish Gospel Mission o Misión Evangélica Española. Don Percy era conocido como un hombre de oración y fe inquebrantable, volvía a Inglaterra, pero ya nada sería igual, tenía que regresar dado su llamamiento para evangelizar España, confirmado por el amor hacia aquellos que vivían en oscuras tinieblas desconociendo la Palabra de Dios. Es muy apreciado por los exégetas su comentario sobre Colosenses, editado en castellano en 1947 en Buenos Aires.

 

Precy Buffard

La Misión Evangélica Española está vinculada a la personalidad de su fundador  el británico Percy J. Buffard. Educado en una familia de fuertes creencias religiosas. Su padre fue un predicador laico en Ditchling, condado de Sussex (Inglaterra), y su hermano pequeño Frank James Buffard (1892-1977) fue ministro bautista en Inglaterra y autor de The History of the Kent and Sussex Baptist Association (1963).

Después de haber predicado el Evangelio en Santander y norte de España, don Percy y su esposa se establecen en Castellón de la Plana en casa de los cuáqueros Ecroyd. Después de unos años se establecen en Ciudad Real y Jaén con la sede central en Valdepeñas. Durante la Guerra Civil española, en 1937, Percy J. Buffard, director de la Misión Bautista de Valdepeñas, organizó un Comité Evangélico de Soco¬rro para auxiliar a los hambrientos españoles. Se integraron en el mismo desta¬cadas personalidades del protestantismo insular inglés, incluido el líder bautista Dr. J.H. Rushbrooke, que ayuda en la zona nacionalista. El Comité envió su ayuda en camiones a través de la frontera francesa. Su destino eran ex¬clusivamente los evangélicos de España –dice J. B. Vilar-. Después de la Guerra española y la Segunda Guerra Mundial el trabajo continuó nuevamente con el regreso de uno de los misioneros primeros Ernesto Stuart Brown. Frank Buffard y su esposa Margarita se sumarían más tarde y permanecerían treinta años en el servicio misionero.

Don Percy Buffard, que trabajó veinte años como misionero en España, expresó con dolor, en uno de sus escritos, el ambiente religioso de persecución constante y que resumido indicaba que “cuando los dirigentes religiosos destilan hiel, no es extraño que sus discípulos vomiten odio”. Aunque, don Percy, su campo de trabajo era la Mancha y especialmente Valdepeñas, el ambiente religioso español no difería mucho en unas partes y otras. Decía: “No es extraño que seamos perseguidos, cuando los que se dicen dirigentes cristianos de la nación les enseñan a orar contra nosotros con tales oraciones” Estas oraciones venían en un folleto editado por el clero y que contenía veinticuatro jaculatorias para “que las devotas mujeres pudiesen rezar por la conversión de los perversos, el provecho espiritual de sus propias almas y el exterminio de los herejes”. En este caso eran los animales santos los ejecutores de la destrucción de los protestantes: ““Caballo de Santiago, pisotéalos.- Toro de S. Lucas, cornéalos. Grajo de S Onofre, sácales los ojos. Dragón de S. Jorge, mátalos”.

Sin embargo, la oposición brutal del clero no era impedimento para don Percy percibiera a finales de 1916 lo que expresaba con estas palabras: “"¿Qué puedo hacer? La gente está literalmente clamando por el Evangelio, y no hay nadie que lo pueda presentar … en Valdepeñas la puerta está atractivamente abierta, invitando a entrar. ¿Nos atrevemos a rehusar la invitación? En cualquier caso, me parece que el Señor me está llamando a esa obra, y no puedo quedarme pensando en lo que puedan decir mis amigos sobre esto."

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