Muerto el perro...

La única manera de oponerse al terror es demostrarle que conservas esa fuerza que pensabas que te había robado. Angelina Jolie

22 DE NOVIEMBRE DE 2012 · 23:00

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Relato publicado en "Rosas ajadas, nardos marchitos" (un alegato cultural contra los malos tratos), por el Ayuntamiento de Málaga en el cuarto volumen de la colección Esmeralda, octubre 2012. Si mi marido no era malo, decía llorando junto al féretro, aunque fue un poco machista pero ¿no son así todos los hombres? No era malo, sólo bebía por las noches, cuando regresaba del trabajo y se quedaba en el bar un par de horas con los amigos para despejarse del cansancio, como todos los hombres, ¿o no? Ellos necesitan desahogo. Si no era malo. Han sido tantos años de convivencia..., yo lo entendía, sabía llevarlo bien. Es verdad que en más de una ocasión se le fue la mano conmigo, cuatro bofetadas que enseguida yo sabía perdonarle, pero era tan trabajador, ¿no nos pasa eso mismo a todas? No era malo. ¿No van todos alguna vez en busca de otras mujeres? Pero luego volvía conmigo porque yo, a mucha honra, era suya y me hacía cada regalo... No era malo, si trataba mal a las niñas era porque tienen la cabeza llena de pájaros, no me extraña que quisiera varones. El pobre, se quedó con las ganas. Pues no, no era malo. En la iglesia me decían que tenía que aprender a conocerle, que aceptara mi destino, que si Dios había puesto a este hombre en mi vida por algo sería. Y si allí lo dicen por algo será. Reconozco que estoy hecha para obedecer, no para pensar, ¿no somos así más buenas? Sus amigas la escuchaban. Asentían con respeto y parsimonia, pensando que hasta que las maltratadas no cambien de actitud, no cambiarán los hombres. También sabían que ni todos los hombres son borrachos, ni pegan a sus mujeres, ni son machistas, ni andan con otras mujeres, ni desprecian a sus hijas. Sabían además que en ninguna iglesia, y mucho menos lideradas por hombres, podían obligar a una mujer a vivir en el infierno en vez de transportarla a la gloria. Sabían que los varones que han aprendido a ser mejores personas se han superado y han entendido la igualdad como algo propio. No obstante, era obvio aquella tarde que, con la muerte del esposo, había llegado la paz para la viuda. Ella no lo sabía aún, pero estaba confesando sus males, empezaba a sanarse y por eso, en aquellos momentos no valía la pena abrirle más los ojos. Ya entraría en razón cuando pasara el tiempo. Si al fin y al cabo, muerto el perro...

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Tus ojos abiertos - Muerto el perro...