Tres claves para la excelencia

¡Qué fácil es desear ser como Gordan Nikolic! Pero qué pocos queremos ser el ayudante que pasa las partituras al Verdadero Artista.

Francisco Sánchez

20 DE MARZO DE 2015 · 11:53

El violinista Gordan Nikolic.,
El violinista Gordan Nikolic.

J. S. Bach compuso 3 sonatas y 3 partitas para violín solo. He podido escuchar cómo el pretigioso Gordan Nikolic las interpreta, sin descanso, durante dos horas y cuarto (sin parar).

¿Te imaginas haciendo algo con excelencia durante dos horas sin parar? ¿Te imaginas, además, que eso que haces es algo realmente complicado?

No salía de mi asombro viendo la perfección con la que tocaba este gran músico durante tanto tiempo. Este concierto me retó en varios aspectos:

1) Reconocer que necesito buscar la excelencia en lo que hago. Trabajar con excelencia implica dedicar tiempo y esfuerzo a la perfección de la técnica. Aunque no nos guste repetir una y otra vez lo mismo, lo cierto es que cuanto más repetimos correctamente una acción, más rápido y eficazmente la ejecutamos.

2) Amar lo que hago. Es difícil conseguir la excelencia en algo si no lo amas. Hay un nivel superior al de "siento, pienso y hago". Ese nivel es el del amor. ¿Has notado la diferencia de trato entre el que ama su profesión y el que no? El que ama, en medio de las dificultades, crece. El que no ama, en medio de los problemas, abandona.

3) Ser humilde. Acepta la ayuda de otros. No importa cuán preparado estoy, siempre necesitaré la ayuda de alguien.

Sobre el escenario, había solo una silla, pero no era para el artista. Mientras Gordan Nikolic interpretaba de pie con su violín las sonatas y las partitas, tenía un ayudante que iba pasando en el momento adecuado cada una de las hojas de sus partituras. Esa silla era para el ayudante. No me cabe duda de que Gordan sabía perfectamente lo que estaba interpretando, sin embargo, necesitaba que otra persona le pasara las páginas con el fin de que él mismo no tuviera que parar de tocar.

¡Qué fácil es desear ser como Gordan Nikolic! Pero qué pocos queremos ser el ayudante que pasa las partituras al Verdadero Artista.

A raíz de este concierto, pensaba en Alguien que conozco que trabaja siempre desde la excelencia y nunca se equivoca. Cómo me gustaría tener la humildad para estar siempre en un segundo plano, tras el Verdadero Artista, escuchando su perfecta interpretación para, en el momento oportuno y, sin llamar la atención, levantarme y pasar Su página.

La función concluyó. El público comenzó a aplaudir. Segundos antes, Nikolic había dejado de tocar. Era el momento de recibir su merecida ovación. Para entonces, la silla estaba vacía y el ayudante anónimo no estaba en el escenario. Gordan miraba hacia arriba mientras señalaba con su dedo índice las partituras del atril.

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