Pedro Blois: “¡No hagas un Dios de tu ministerio!”

En esta quinta entrega de la serie Predicadores jóvenes españoles, hablamos con Pedro Blois.

14 DE FEBRERO DE 2015 · 22:50

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Nacido en el seno de una familia misionera, el brasileño Pedro Blois (31) lleva trece años en la ciudad de Granada donde está a cargo del ministerio pastoral en la Iglesia Luz a las naciones y profesor en la Escuela Teológica de Granada.

Blois es un hermano cuyo corazón late por la predicación expositiva. “La predicación expositiva –comenta Blois- siempre ha sido una de las grandes evidencias de una iglesia saludable y vigorosa”.[1] A lo largo de los años le he oído predicar en numerosas ocasiones y sus mensajes se caracterizan por su profundidad bíblica, denuedo espiritual y aplicación actual. Hablando personalmente, considero a Blois como un esclavo del texto bíblico y un ministro joven que sabe transmitir la belleza de las Escrituras con un espíritu fervoroso. Pocos predicadores me han bendecido tanto como él.

Así que es un auténtico gozo tenerle hoy con nosotros en Brisa fresca formando parte de esta serie dedicada a los predicadores jóvenes en España.

Empecemos, como siempre, con la presentación.

¡Espero que os bendiga!

Nombre: Pedro Blois

Fecha de nacimiento: 5 de agosto 1983 (31 años)

Lugar de nacimiento: Sao Paulo (Brasil)

Estado civil: Casado con Gabrielle (desde hace nueve años) y padre de dos hermosas hijas.  

Will Graham (WG): Hermano Pedro, siempre es un gozo hablar contigo. ¿Cómo sabías que Dios te llamaba al ministerio?

Pedro Blois (PB): Todo comenzó con un deseo voraz por conocer las Escrituras. Recuerdo llegar a casa después de la universidad con el único propósito de sumergirme en la Palabra y de leer buenos libros de teología (por lo menos antes de conocer a mi mujer Gaby; después ya tuve que enfrentar un conflicto de amores).

¡Oraba al Señor rogando que me hiciese el hombre del Salmo 1! Oraba constantemente por sabiduría. El primer libro teológico que leí fue “El conocimiento del Dios Santo” (J.I. Packer) cuando tenía 16 años. ¡Lo recomiendo!

En segundo lugar, al verme desafiado ante el impacto que la verdad del evangelio podía tener a mi alrededor (¡el amor de Cristo nos constriñe!). Es ese extraño sentimiento de ver a todo el que te encuentras, como alguien que necesita a Cristo; y de esos sueños tan altos (demasiado orgullosos al principio), de ver a Dios haciendo grandes cosas. Uno realmente se siente deudor, y tiene que dar lo que ha recibido.

Finalmente, al ver que, para asombro mío, los que me escuchaban predicar, eran edificados. El consejo de la iglesia y la sabia guía de los que velaban por mi vida, me fue de mucha ayuda en este sentido. 

WG: Amén. Y hermano Pedro, ¿cómo podría un joven común y corriente saber si Dios le está llamando a predicar?

PB: De todos los llamados que he escuchado, no recuerdo haber oído dos iguales. De todos modos, sí es cierto que hay algunas marcas que deben estar.

Además de los frutos claros de un nuevo corazón, ha de verse un amor profundo por las Escrituras y ciertas aptitudes básicas para la enseñanza. Además de eso, en alguna medida ha de arder en el corazón un amor genuino por los perdidos y por la iglesia de Cristo. Finalmente – y enfatizo mucho este asunto – todo y cualquier ministerio – incluyendo el de la predicación – es confirmado en la comunión de la iglesia. En 1 Timoteo 4:14, Timoteo es exhortado a velar por su ministerio, recordando cómo había recibido confirmación ministerial: mediante profecía e imposición de manos (esto ocurre dentro del compromiso firme con la iglesia local).

WG: Sí, tristemente tendemos a ser muy individualistas aquí en el Occidente y muchas veces pasamos de la iglesia local. Es así. Hermano, otra pregunta práctica: ¿cómo sueles preparar un sermón?

PB: Bien, habitualmente predico libros enteros de las Escrituras, siguiendo el texto bíblico domingo a domingo. Si no es así, escojo un texto teniendo en cuenta una buena cantidad de factores, en medio de constante oración. Al tener el texto, lo primero que hago es pasar algunas horas leyéndolo dentro de su contexto y escribiendo todo lo que voy descubriendo. Otro día de la semana, paso algunas horas más poniendo en orden todo lo que he encontrado antes y leyendo algún material extra para enriquecer mis propios pensamientos (y corregir lo que no haya entendido correctamente). Un tercer día, paso algunas horas más seleccionando el material que voy a usar (dejando de lado mucho de lo que he visto) y montando el sermón. Además de orar en todo el proceso, un día antes voy leyendo el sermón y orando por cada uno de los puntos, para que Dios pueda derramar su gracia sobre la congregación.

WG: ¿Puedes nombrarnos algunos de tus héroes de la fe?

PB: Aquí van algunos de los que más he leído: Martyn Lloyd-Jones, Jonathan Edwards, Juan Calvino, Martín Lutero, John Owen, Agustín de Hipona, C.S Lewis, Tozer, etc. Mis héroes contemporáneos son John Piper, Timothy Keller, D.A. Carson, Ronaldo Lidorio (misionero, teólogo y escritor brasileño), David Platt; además de mis padres, quienes han dejado una marca permanente de la fe en mi corazón.

WG: ¡Qué pedazo de lista, Pedro! Tendré que leer algo de Ronaldo Lidorio. No le conozco. Pero los demás son escritores espectaculares. Creo que eres la primera persona que he conocido en España que me haya hablado de John Owen. Devoraba sus escritos en la universidad. Siguiente pregunta, querido: ¿y cuáles son las características de un buen predicador?

PB: En términos básicos, la tarea del predicador es sencilla: exponer lo que dice el texto bíblico a sus oyentes, buscando aplicarlo de la mejor manera posible. En referencia a la predicación, ¡salgo contento cuando eso acontece! No me preocupo demasiado con las habilidades de comunicación del predicador, en tanto en que me hable del texto. Por lo demás, el predicador ha de ser un hombre piadoso. Eso significa ser un hombre de oración, lleno el Espíritu Santo y de integridad moral. Un buen predicador es aquel que dispone de: luz (entendimiento), fuego (pasión), rectitud (carácter aprobado).

WG: ¿Qué tipo de peligros enfrentan los predicadores de nuestros días?

PB: Se podría decir mucho al respecto, pero quiero destacar dos peligros importantes. El primero es el de medir mi madurez espiritual – y el fruto de la fe – en términos de mis aptitudes ministeriales, de mis dones, capacidades o alcance ministerial (ejemplo: por cuántos pasan al frente en una predicación o cuántos se interesan por mi Facebook o lo bien que haya cuadrado un sermón). Cuando estemos delante del tribunal de Cristo, rindiendo cuenta por nuestra vida cristiana, no tendremos un examen de homilética; por cierto, aquel día la mansedumbre de mi corazón al hablar con mi esposa -  ¡o al vecino! – valdrá mucho más que mis capacidades de ordenar un sermón o presentarlo a la congregación.

WG: Sí, hacía falta que alguien dijera eso. ¿Y el segundo?

PB: Un segundo peligro para el predicador – y para todo aquel que está en el ministerio – es el de buscar en el ministerio la fuente de mis más profundas aspiraciones. Eso se llama idolatría y ¡todos luchamos con ello! Debemos asegurarnos de que nuestros corazones están más felices al recordar que nuestros nombres están escritos en los cielos que por echar fuera demonios. Quiero decir, el predicador debe estar contento con Jesús, aún si perdiese para siempre la voz.

WG: Hermano, para ir acabando, ¿un consejo final para nuestros lectores jóvenes?

PB: Por el amor de nuestro buen Padre, deja que Cristo trate con tu carácter. El pecado nos ha hecho seres muy rebeldes, muy insoportables la verdad. Y es muy triste ver a cristianos - ¡aún ministros! – que después de muchos años, siguen siendo bastante difíciles de tratar. Por eso, te animo a llevar el yugo desde tu juventud, a comprometerte en una iglesia local saludable y a permitir que hermanos pecadores forjen tu carácter, te enseñen humildad. Por lo demás, no escapes de las pruebas, abraza el sufrimiento y aprende a ser como Cristo. En su libro, “El conocimiento del Dios Santo”, J.I Packer advierte que la victoria de Jacob contra el Ángel de Jehová en Peniel, fue la de permanecer aferrado a Él, mientras éste le quebrantaba. Una vez roto, recibió la bendición. Te animo a buscar esta gloriosa victoria delante de Dios.

WG: Genial. Muchas gracias, Pedro. Qué el Señor te siga respaldando en todo. Sé que tus palabras habrán bendecido a muchos. Recibe un fuerte abrazo en el amor del Señor.

* La semana que viene estaremos hablando con: Hélder Favarin (también en Granada)

 

[1] www.protestantedigital.com/magacin/34028/pedro_b_blois_es_dificil_exponer_un_libro_desconocido

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