Fuera del tiesto

Te sales del tiesto cuando no asientes a todo lo que dicen, cuando no entras por la vereda señalada.

02 DE ENERO DE 2015 · 11:22

Stand out and be different! / Sebastien Wiertz (Flickr - CC BY-ND 2.0),muñecos
Stand out and be different! / Sebastien Wiertz (Flickr - CC BY-ND 2.0)

Si te sales de las normas, ya sea en el vestir, lenguaje, adornos, idiosincrasia, no formas parte del clan. No puedes ser singular, pues significa apartarte, o más bien te apartan. Si a esto se une que eres mujer tienes todos los puntos para que te den de lado.

Te sales del tiesto cuando no asientes a todo lo que dicen, cuando no entras por la vereda señalada.

Estás fuera del tiesto cuando tu lenguaje corporal no se une al del resto.

Cuando tienes amistades que, según ellos, no te convienen.

Otras maneras de estar fuera es pensar, examinar lo que oyes, reflexionar sobre las propuestas, discernir los proyectos que te plantean como venidos de Dios mismo y terminas dudando de ellos.

Estar fuera del tiesto se relaciona con ser mundano, con estar más cerca de Satanás que de Dios.

Si estás en esa posición pueden anular incluso tu estado de gracia, tu salvación. Te acusan de estar como el apóstol Pablo antes de caerse del caballo, o sea, que aún no has dado el paso de fe hacia la persona de Jesús.

Si te encuentras en esta posición, si te sientes fuera del cogollo, no te preocupes lo más mínimo. Ejemplo tenemos en Jesús, Dios y hombre verdadero, que no entró por todas, que no se dejó engañar ni manipular, que pensaba, que sus modales eran señalados como no ortodoxos.

¿Cuál es ese tiesto al que según parece no perteneces? La iglesia. Y, si no estás de acuerdo en todo, te auguran que no podrás echar raíces en ese suelo.

Estos que acusan necesitan repetir una y otra vez que hablan de parte de Dios. Así cubren sus espaldas. Escogen versículos para anudarlos a sus propios pensamientos y levantan la Biblia para repetirte hasta la saciedad que no habla él, sino la invulnerable Palabra del Señor. Existen, claro que existen los susodichos se dedican a cerrarles el paso a los que se salen de las normas. Les prohíben opinar, como ya he dicho, pensar, anulan, entre otros, el don de discernimiento y el de profecía. Tapan bocas. De este modo permiten o consienten que en el tiesto habiten sus desordenes, sus idolatrías, sus predicaciones insulsas, sus conveniencias, sus todo vale. En definitiva, el falso evangelio.

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